SAN SEBASTIÁN - Es una mujer sensible, inquieta y humilde. Julia Juaniz (Arellano, Navarra, 1956) recibe hoy el Premio Zinemira a su carrera como montadora, un reconocimiento a un trabajo a la sombra en el que la obra cinematográfica cobra vida propia. Entre su extensa filmografía, se incluyen algunos títulos de Carlos Saura, como Pajarico, Goya en Burdeos o Tango, y películas de nuestra filmografía, como Arriya, Zorion Perfektua o Asfalto.
¿Qué significa para usted el Premio Zinemira?
-Estoy muy contenta, sorprendida y agradecida. Tiene además un significado especial, porque empecé haciendo cine en Donostia, y es también una ciudad a la que acudía de pequeña, así que es un bonito regreso.
Usted es natural de Arellano, un pequeño pueblo de Navarra, con apenas 100 habitantes. ¿Cómo se produce su primer contacto con el cine?
-Arellano tenía una sala de cine que proyectaba películas los fines de semana. A mis padres les gustaba mucho, y mi madre en particular no se perdía una película. Nos llevaba a mí y a mis hermanos. Recuerdo ese primer contacto con el cine como el descubrimiento de otros mundos. Más adelante, en mi juventud, también nos contábamos las películas en casa. Siempre ha estado muy presente, y eso te marca.
Sin embargo, decidió estudiar Medicina.
-Sí, así es. Pero mientras estudiaba Medicina en Zaragoza, me apunté a una escuela de fotografía, y poco a poco, aquello me fue atrapando. Recuerdo que, además, en el colegio mayor en el que me hospedaba, había un grupo de chicas estudiantes muy aficionadas al cine, y juntas creamos un Cine fórum.
Le interesaba más la radiografía del alma, al parecer...
-Sí, eso parece, porque dejé los estudios de Medicina y fui introduciéndome en el mundo del cine. Empecé como meritoria, para conocer desde abajo todo el proceso de creación de una película.
¿Y cómo llega al departamento de Montaje?
-Yo había leído muchos libros sobre teoría del cine. Me gustaba la Escuela Rusa, y me sigue apasionando. Y en este sentido, el montaje me despertaba mucho interés. Tuve la ocasión de participar como meritoria de montaje en Adiós, pequeña, de Imanol Uribe. Y ahí comenzó todo. Después, empecé a montar cortometrajes, hasta que un día un productor me propuso hacer el montaje de un documental: El tiempo de Neville, sobre el cineasta Edgar Neville. Aquel fue mi primer largometraje.
La sala de montaje se parece a una cocina, en la que se reúnen todos los ingredientes, y usted es la chef. ¿Cómo cocina la película?
-El montaje tiene su parte técnica, pero también la creativa, que es lo más importante. Hace falta mucha intuición, no solo es unir los planos. Muchas veces el guión no lo recoge todo, y puede ocurrir que durante el rodaje se aporten cosas nuevas. Es ahí donde interviene el montaje.
¿Se puede salvar una película en la sala de montaje?
-Salvar no lo sé, pero ayudar a mejorar, sin lugar a dudas.
¿Le gusta proponer, o se limita a seguir las directrices de los realizadores?
-Yo soy de las que insisto tres y cuatro veces, si algo no me gusta mucho, lo digo. Soy consciente de que el director o directora tienen la última palabra, pero si algo me parece que no funciona, propongo lo que creo que puede mejorarlo, y si finalmente se impone el criterio de dirección, lo asumo, por supuesto, pero dejo claro que no estoy de acuerdo. Por suerte, no me pasa muy a menudo.
Me viene a la memoria otra mujer montadora, Thelma Shoonmaker, que ha impreso un sello personal a las películas de Scorsese. ¿Tiene Julia Juániz un estilo particular?
-He hecho películas y documentales muy diferentes, pero como curiosidad, durante un tiempo inserté el mismo audio del llanto de un niño africano en distintas películas, en un vecindario, en la calle... un guiño. No sé si tengo un sello personal, pero diría que soy sensible, observadora, inquieta e incansable.
Además de montadora, tiene otra faceta como artista, principalmente en el campo del audiovisual. ¿Qué le aporta esta otra vertiente creativa?
-Empecé pintando fotogramas, y también pinto cuadros. Pero me interesa mucho el aspecto de la investigación, el videoarte, la creación experimental. Me gusta mucho, porque me interesan los nuevos lenguajes, y porque descubro dentro del cine narrativas diferentes. En definitiva, porque voy aprendiendo cosas nuevas.