pamplona - A veces, solo a veces, la confluencia de dos, tres o cuatro fuerzas de la naturaleza, con ímpetus sobresalientemente similares, da lugar a una tormenta perfecta que no destruye sino todo lo contrario, crea. Es el caso de Ciento volando, grupo navarro de reciente creación, conformado por Carlos Colina (guitarra y voz), Raúl Elizalde (guitarra) y Joseba San Sebastián (bajo) y Mattin Arbelaitz (batería), que hoy ofrecerá su segundo concierto en el ciclo del Mesón del Caballo Blanco. La cita, como es habitual, a las 20.00 horas y con acceso gratuito.

Carlos Colina y Raúl Elizalde, el núcleo seminal de esta banda, ya compartieron escenario con los añorados Barracus, lo que dio lugar al germen de Ciento volando. “Tras el fin de Barracus, Raúl y yo decidimos que teníamos que seguir haciendo cosas juntos -apunta Carlos-”. “Al principio, fue Lucas (Irisarri, uno de los dos vocalistas y compositores de Barracus) el que me dijo de continuar haciendo algo, y yo le dije que sí, siempre y cuando entrara Carlos. De esta forma, comenzamos trabajando, hace un par de años, con varias canciones creadas por Lucas, quien posteriormente tuvo que saltar del grupo por cuestiones laborales y de paternidad. Como Carlos tenía un montón de canciones, seguimos los dos...”. Esta situación provocó, a su vez, que Carlos, al que habitualmente lo hemos visto pegado a las teclas, diera el salto al micro y también a la guitarra (aunque no abandona radicalmente los teclados), “de forma natural, impulsado por el tipo de canciones que teníamos, que pedían otra guitarra”.

El proyecto continuó caminando hasta que hace pocos meses se cerró la formación actual con Mattin y Joseba, aunque antes tuvo un paso intermedio con Sergio Izquierdo a la batería, quien también escribió las letras de algunas canciones que se han quedado en el repertorio de la banda. Curiosamente, mientras la mayoría de la gente prefiere quedarse con pájaro en mano, ellos han optado por Ciento volando para denominar a su aventura musical. “Partiendo de ese refrán, siempre estamos intentando coger las cosas, atraparlas y agarrarlas lo más fuerte posible, pensando en la música y en la vida como algo en lo que mientras estás agarrando ese pájaro, está pasando otro ciento volando, al que dejamos pasar sin saber a dónde van y qué es lo que van a buscar. Y nuestra idea, con el grupo y con las canciones, es precisamente intentar saber a dónde va ese ciento volando... ya veremos, igual no va a ningún sitio, o igual sí. Corres el riesgo de no atrapar ninguno pero igual lo mejor es pegarte a ellos para ver a dónde te llevan...”, explica Carlos.

Respecto a la base y las influencias de su música, Raúl apunta que “cada uno de los cuatro que conformamos la banda estamos en la esquina de un cuadrado, con múltiples influencias, desde los cantautores hasta el blues, el rock, el folk o el pop... En los temas hay un poco de todo, aunque sí marcamos un rollo muy americano, en toda la extensión de la palabra, ya que es algo que le gusta mucho a Carlos, que al fin y al cabo es el compositor y letrista principal”.

El grupo ha decidido lanzarse a los escenarios sin editar previamente un disco, aunque por la redes ya circula alguno de sus temas: “La idea es, en un futuro no muy lejano, grabar un álbum que nos pueda servir para seguir tocando. Y barajamos la posibilidad de registrarlo en directo, dándole un aire diferente, con un punto de espectáculo completo, que no sea solo un grupo de música haciendo canciones de rock, sino que diga algo más tanto visual como emocional y sonoramente”, apunta Carlos, apostillado por Raúl: “Intentamos salirnos un poco de la línea marcada por la mayoría de grupos, esto quizá suene pretencioso pero por lo menos hay que intentarlo”. En cualquier caso, las canciones de Ciento volando no “inventan un nuevo estilo de tocar o una nueva forma de música, no va por ahí; simplemente tenemos unos temas, nos gustan y vamos a intentar defenderlas lo mejor posible en directo”.