Pamplona, la vieja Iruña, ya no se asienta en el siglo XXI, ahora vive en la “era del moco”, en el siglo 40, y, de hecho, ha perdido por el camino hasta su denominación primigenia para pasar a llamarse X-577. La vida vegetal, como era previsible, ha desaparecido, y sus habitantes ya ni se acuerdan de aquel Gobierno del cambio, de hecho todos son “conservadores”. Pero hay algo que se mantiene impertérrito pasen los siglos que pasen: los Sanfermines. Bajo esta premisa, el dibujante navarro Ernesto Murillo Simónides (Murchante, 1952) plasmó en viñetas, allá por la primavera de 1978, una historieta a la que tituló Los últimos Sanfermines y que, tristemente, resultó ser un vaticinio casi clavado de lo que aconteció el 8 de julio de aquel año en la Plaza de Toros de Pamplona. Aquel cómic formaba parte, a su vez, del álbum ¡Viva San Fermín!, editado por el colectivo Guk Taldea, del que formaban parte, además de Simónides, Pedro Osés, Pedro Resano y Luis Garrido, y que, justamente, tenían la intención de vender, en mano, a la salida de los toros del 8 de julio de 1978. Lógicamente, no pudieron hacerlo, y la distribución de la publicación tuvo que realizarse en los primeros Sanfermines txikitos, que acontecieron en septiembre de ese mismo año.

Ayer, la IX edición del Salón del Cómic de Navarra, realizando un ejercicio de memoria histórica y artística ejemplar, programó una mesa redonda en la que participaron tres de los cuatro miembros fundadores de Guk Taldea (Osés, Murillo y Resano), junto con Juan Mina y bajo la moderación del también dibujante Kike Infame. En la misma, además de poner sobre la mesa el citado álbum, se charló sobre los luctuosos Sanfermines del 78 a la par que se recordó la incipiente escena de historietistas que por aquel entonces bullía en la vieja Iruña.

La intrahistoria del cómic Ernesto Murillo Simónides charló con DIARIO DE NOTICIAS días antes de la citada mesa redonda. El dibujante realizó un esforzado ejercicio de memoria en el que puso en contexto tanto el álbum ¡Viva San Fermín! como la capacidad premonitoria de varios de los dibujantes que participaron en aquella aventura. “Como no teníamos manera de publicar nuestros cómics, pensamos que imprimiendo uno por nuestra cuenta, quizá podríamos venderlo en San Fermín. La idea era poner unos puestos en la calle y así dar a conocer lo que estábamos haciendo. El año anterior ya habíamos sacado un cómic que se llamó El Huerto, elaborado de forma muy casera, y del que apenas vendimos nada, por eso pensamos que en Sanfermines quizá tendría más salida. El nombre del Guk Taldea nos lo pusimos exprofeso para editar el álbum ¡Viva San Fermín! Los cuatro (Simónides, Osés, Resano y Garrido) nos veíamos todos los días porque trabajábamos para Cerámicas del Norte dibujando paisajes chinos para platos y esas cosas...”. A la hora de afrontar el álbum, no hubo una consigna previa sobre lo que debían dibujar. “Se sobreentendía que iban a ser historias sanfermineras, sin más, cada uno hizo lo que quiso. Además, al margen de nuestras historietas, también llamamos a varios amigos que aportaron tanto cómics como escritos, entre ellos estaban Javier Mina, Patxi Irigoyen, Alicia Osés, Marino Goñi...”.

Pero, quizá, lo más sorprendente de este álbum fue la capacidad premonitoria que tuvo Simónides con su historieta, ya que en la misma, la Policía (robótica) carga y dispara contra el tendido de la Plaza de Toros. “No solo fui yo el que incluyó las cargas policiales en el tebeo que creé para el álbum, fuimos varios, entre ellos del Alicia Osés y Luis Garrido”. Pero es no le libró de que, dada su capacidad de vaticinio, los amigos le gastaran bromas al respecto año tras año, recuerda Murillo.

La gestación de este cómic, apunta, “se llevó a cabo en un piso de la calle Navarrería, y nos las veíamos y nos las deseábamos casi cada día para poder entrar o salir porque siempre estaban los grises repartiendo estopa. Una vez terminado, no encontramos gente en Pamplona que nos lo quisiera imprimir y tuvimos que irnos a una imprenta de unos conocidos en Gipuzkoa, todo de una manera un tanto ilegal”.

el día 8 de julio Con los ejemplares ya impresos, “el día 8 de julio Pedro Osés y yo, junto con nuestras novias y alguna amiga, no fuimos a los toros, para poder estar despejados, y estuvimos merendando en El Plácido, una antigua taberna que estaba en la Rotxa vieja. Cuando nos decidimos a subir a Pamplona, empezamos a ver cómo bajaba mucha gente casi corriendo por la Cuesta de Santo Domingo, personas mayores, niños... sin saber qué es lo que sucedía. Hasta que cuando llegamos a lo Viejo nos encontramos con todo el pastel. Recuerdo que nos sentamos en la terraza del Iruña, que estaba vacía completamente, viendo el lío, escuchando el ruido que llegaba de Carlos III y observando una cadena de cubos de sangría, que se estaban reutilizando para transportar piedras, que atravesaba la Plaza del Castillo...”.

Lógicamente, los miembros de Guk tuvieron que volverse a casa con los ejemplares del cómic y, tras la suspensión de los Sanfermines, aquello se quedó en stand by. “Me tiré todo el verano recorriendo las fiestas de las diferentes localidades de Navarra intentando vender ejemplares, pero fue en San Fermín Txikito, que ese año se celebró por primera vez, cuando se vendió muy bien el álbum”, rememora Ernesto Murillo.

Aquella colección de historietas tuvo como efecto colateral el vaticinio de las cargas policiales en San Fermín, pero lo que realmente pretendía, como así hacía constar en su portada, era dar a conocer al incipiente escena de dibujantes navarros. “Era una escena que estaba empezando. Yo era el más jovencito, pero Pedro Osés y Joaquín Resano ya llevaban años dibujando cómics. Y seguimos en ello”, finiquita Simónides.