pamplona - El director Robert Treviño, que acaba de renovar su contrato con la Sinfónica de Euskadi hasta 2022, arrancó ayer la nueva temporada de la orquesta en el Auditorio Baluarte de Pamplona. Y lo hizo con un programa denominado Variaciones al viento, en el que se interpretaron obras de Webern, Lazkano (Hilarriak) y Sibelius.

Apenas unas horas antes en enfrentarse al primer concierto de la temporada, Treviño, acompañado por Oriol Roch, director general de la OSE, ofreció alguna de las claves de una temporada en la que contarán como solistas con nombres como Pablo Ferrández (violonchelo) o Alexei Volodin (piano).

Oriol Roch no escatimó palabras de elogio para el público navarro, “fiel, amplio y con un ratio de juventud importante”. Por su parte, el director estadounidense Robert Treviño también quiso destacar la importancia de la capital navarra para la OSE y, respecto a la temporada que ahora inicia, explicó que “está sustentada en dos conceptos: las variaciones, por un lado, y una serie de compositores con ciertas peculiaridades tanto sobre su vida como sobre su obra”. Ahondando en el concepto de variaciones, detalló que se trata de “revisiones y modificaciones de diferentes temas. Unas obras que estarán muy presentes, sobre todo, al principio de la temporada”, poniendo como ejemplo una de las piezas que ayer interpretaron, Passacaglia, de Webern. “La idea de variaciones, al margen de las composiciones, también conecta directamente con el ser humano -apuntó-, ya que todos tenemos diferencias y cambios constantes en la vida, pero siempre una cuestión inquebrantable: que todos nacemos y morimos”.

En este sentido, la temporada de la OSE atesora a su vez obras de compositores que también han tenido en las variaciones su leit motiv vital, como Rachamaninov, Elgar o Dvorak. “Todos estos compositores tienen un nexo común, y es que al principio de sus carreras no fueron considerados genios, como sucedió con Mozart, por ejemplo. De esta forma, lo que mostramos en esta temporada son obras de sus inicios, del ecuador de sus trayectorias y del final, cuando ya fueron considerados genios. Lo que sucede es que esa genialidad, aunque no fuera reconocida, ya la tenían desde sus inicios, y eso es lo que queremos enseñar, rindiendo cuentas de alguna manera a toda su obra”. Al hilo de esta temática, Treviño puso como ejemplo el concierto con ofrecerán bajo la dirección de Hans Granf, en el que se da cita ese contraste en las obras y los compositores. “Por un lado tenemos la fantasía coral de un Beethoven ya maduro y, por otro, la Sinfonía nº1 de Shostakovich, que fue su primer éxito, con tan solo 18 años. Así, presentamos la dualidad de dos genios en dos momentos diferentes de su vida”. Treviño también destacó el concierto del 5 febrero, en el que interpretarán la 2ª sinfonía de Rachmaninov, “creada en un momento en el que el compositor superó cierta fobia a escribir música tras el fracaso de su primera sinfonía”, y el Concierto para violín de Barber, que también atesora una particular intrahistoria, ya que cuando el compositor se la dio al “violinista que lo debía estrenar, éste le dijo que el último movimiento era intocable técnicamente. Esto nos conecta otra vez con la idea del compositor que es cuestionado. La respuesta de Barber fue ofrecer la obra a un estudiante de violín, que sí la tocó, dejando en evidencia al primer violinista”. Treviño, siguiendo con las variaciones, resaltó la presencia de Zukerman, violinista y director, y Christian Lindberg, trombonista, director y mánager.

Tanto el director estadounidense como Oriol destacaron también la gira por Austria y Alemania que realizará al OSE, “poniendo en valor la obra de autores vascos como Sorozabal o Aita Donostia”.

Todos los conciertos de la Sinfónica de Euskadi cuentan con un programa joven que permite a los menores de 30 años comprar entradas desde media hora antes de cada recital por solo 10 euros.