Viven en otro tiempo, material e inmaterial. Su vida se reduce a la Biblia y todo atisbo de progreso entra directamente en la categoría de enemigo. Son los menonitas, comunidades ultra cristianas que viven, principalmente, entre Bolivia y Paraguay. Y son también el ejemplo extremo de la subyugación espiritual e intelectual que la religión puede llegar a provocar en el ser humano cuando cercena de golpe, y durante siglos, la libertad, los sentimientos... y, en definitiva, la vida. Estas 80 palabras podrían ser una somera síntesis de lo que son los menonitas. Buena. O mala. Pero al fotógrafo Miguel Bergasa le sobran todas y cada una de ellas. En una sola imagen, aunque en la exposición que ayer inauguró en el Museo Universidad de Navarra sobre los menonitas presenta 40, es capaz de condensar todo lo apuntado y mucho más. Basta mirar una de sus fotografías con cierto detenimiento para sufrir un repentino viaje óptico en el tiempo que traslada al espectador a milímetros de los menonitas afincados en Paraguay. Las sensaciones entran por los ojos pero se instalan con toda su fuerza en el corazón.

Menonitas de Nueva Durango es el título de la exposición que ayer inauguró en la sala Torre del MUN, que se podrá visitar hasta el 24 de marzo y que recoge, por primera vez, imágenes en color de esta endogámica comunidad tomadas por Bergasa en sus diferentes viajes a Paraguay. La muestra se completa con la proyección del documental Una patria lejos del mundo. Menonitas de Paraguay (1988), que realizó junto al cámara Enrique Urdánoz y la periodista Alicia G. Montano.

El propio Miguel Bergasa, acompañado por Rafael Levenfeld, director artístico del museo, fue el encargado ayer de apuntar las claves de este proyecto, en el que lleva trabajando desde de 1988, y detallar someramente las costumbres y modos de vida de la comunidad menonita. “Yo viajé a Paraguay por primera vez en 1983, buscando fotografiar aquello que iba desapareciendo, aquello que el tiempo borra. Y de golpe me encontré con algunos menonitas... cuando yo no tenía ni idea qué era esa comunidad. Hasta 1988, cuando viajé de nuevo a Paraguay ya con el objetivo de fotografiarlos, toda la información que había conseguido era a través de libros y contactos, puesto que no había internet. La primera impresión que tuve al visitar esta colonia fue como si viviera un viaje en el tiempo al siglo XIX. No había luz, no había teléfono, todos vestían igual, no había televisión... No había ningún signo de progreso”.

Tras esta primera visita, en la que ya contactó con Jacob Walls, menonita que ha hecho las labores de cicerone de Bergasa dentro de la comunidad y gracias al que ha podido tener acceso incluso al interior de sus casas (a excepción de la iglesia, único lugar que no le dejaron fotografiar), en 2003 decidió regresar para documentar su evolución en 15 años. “Me encontré con que ya utilizaban la electricidad, lo que había provocado un cisma, y la emigración de unos 700 menonitas a Bolivia, de los 2.500 que conformaban la comunidad de Nueva Durango”. En 2011 Miguel Bergasa realizó un tercer viaje y se encontró con la sorpresa de que su guía, Jacob Walls, al que tiene la intención de traer a Pamplona para que visite la exposición, había sido “disciplinado”, es decir, expulsado de la comunidad por su mentalidad abierta y crítica con algunos de los principios menonitas ultras. “De hecho, actualmente sigue siendo menonita pero se viste como nosotros, tiene móvil, WhatsApp...”. La última visita, hasta el momento, del fotógrafo navarro a esta comunidad menonita tuvo lugar el pasado año.

La técnica y el espíritu La mayoría de las imágenes que se pueden ver en la exposición son en color, ya que pertenecen a sus últimos viajes, aunque Miguel Bergasa comenzó retratando a los menonitas en blanco y negro. “El blanco y negro ha sido una forma de trabajar que sigo manteniendo. Pero en los viajes que he hecho siempre he llevado dos soportes, al principio era el blanco y negro y diapositivas, y en las dos últimas visitas ya he trabajado en digital, aunque siempre llevo una cámara con película en blanco y negro... es una nostalgia personal. En cuanto al color, tanto en diapositiva como digital, me resulta muy saturado, así que les doy un tratamiento para que tengan el color que a mí me apetece”.

Bergasa también resaltó, respecto a la selección de 40 imágenes que presenta, entre más de 250, que con ellas “trata de mostrar diferentes aspectos de la vida de esta comunidad. Trato de reflejar su vida, que es muy monótona, ya que se reduce a trabajar de lunes a sábado, y el domingo, tras una misa de tres horas, reunirse en sus casas”.

Los menonitas Según se explica en la hoja de sala de la exposición, los menonitas son una corriente cristiana surgida tras la escisión religiosa liderada por el obispo anabaptista Menno Simons en el siglo XVI durante la reforma luterana en Europa. Es una comunidad que rige su vida estrictamente por la Biblia y, a lo largo de la historia, ha sufrido una serie de migraciones que les llevaron desde Europa a América, donde establecieron varias colonias. Las diferentes comunidades son independientes entre sí y apenas se relacionan entre ellas. Su vida es austera, monótona y repetitiva, y gira en torno al trabajo y a la iglesia, con ceremonias de gran duración. En las colonias menonitas no existen diferencias sociales y sus usos y costumbres mantienen las del mediados del siglo XVI, además de utilizar como idioma el deitsch, un dialecto antiguo del alemán. Tan solo los hombres hablan castellano, ya que lo necesitan para sus intercambios comerciales. Según explicó Bergasa, en cada país en el que se instalan llegan a acuerdos con los respectivos gobiernos para que se respeten su tres principios principales: el idioma, el pacifismo (no hacen el servicio militar) y la educación, ya que en sus escuelas son lo se enseña la Biblia. De hecho, la interpretación de los textos del mayor best seller de la historia es la que ha provocado varios cismas en esta rama ultra del cristianismo. Además, el fotógrafo navarro resaltó el problema evidente que tienen de consanguinidad dada su relación endogámica dentro únicamente de cada comunidad.

actividades paralelas La inauguración de la muestra al público estuvo precedida ayer por una master class impartida por el fotógrafo. Asimismo, se han programado otras actividades complementarias de la exposición. El viernes, a las 11.45 horas, se realizará una visita guiada por el artista navarro acompañado del periodista y escritor Javier Reverte. Al finalizar, Reverte impartirá una conferencia, Viajar para contarlo, en la que compartirá su experiencia como viajero y narrador a propósito de esta exposición. Además, el sábado 27, de 10.30 a 13.00 horas, se realizará el taller infantil Mi primer viaje, dirigido a niños y niñas de entre 6 y 11 años. Su precio es de 6 euros.

El Museo también ha editado un catálogo de la exposición (80 páginas, 24 euros) en el que se muestran las obras y el propio artista escribe un cuaderno de viaje en el que relata cómo transcurrieron las cuatro visitas que realizó a la colonia. Además, cuenta con un texto de la periodista Alicia Gómez Montano.

Una de vida de foto. Miguel Bergasa (Pamplona, 1951) comenzó su carrera como fotógrafo a comienzos de los 70, en la Agrupación Fotográfica de Navarra, y después en Madrid. En 1983 comenzó sus viajes por América Latina, donde realizó diversos reportajes fotográficos, entre ellos los que retrataban la vida de los menonitas en Paraguay, los pilotos de aviones carniceros en Bolivia o las noches de difuntos en México. Ha realizado numerosas exposiciones individuales y colectivas como Sanfermines (Palacio del Condestable. Ayuntamiento de Pamplona, 2017); Menonitas. Festival de Fotografía Latitudes (Museo de Huelva, 2017); Miradas en Latinoamérica (SestaoPhoto, en Sestao, Bizkaia, 2016); Miradas en Latinoamérica (Galería Espaciofoto, PhotoEspaña, 2015) y Pueblos Indígenas de América, para Médicus Mundi en Pamplona (2008), entre otras. Además, colabora con diversas revistas, coordina la realización de documentales para televisión y ha publicado varios libros.