madrid - Miguel Poveda llevó en secreto que se moría por cantar cuando, hace 30 años, se subió por primera vez a un escenario micrófono en mano para sorprender a propios y extraños. “Mis padres no sabían ni que cantaba, porque me daba vergüenza. Yo me iba a casa de mi primo y allí nos grabábamos en una casete”, cuenta, con el recuerdo “vivísimo” de aquel estreno en la peña flamenca de Nuestra Señora de la Esperanza en Badalona, en el que se quedó sin voz al tercer tema.

Poveda (Barcelona, 1973) celebra ese aniversario íntimo con un disco doble autoeditado que ha dado en llamar El tiempo pasa volando (Carta Blanca Records), un mensaje que le gustaría haber transmitido a aquel “inconsciente” que con 10 años ya jugaba a hacer playbacks. “Le diría que no le perdiese el respeto al tiempo. Cuando uno es joven, piensa que siempre lo será y se desaprovecha el tiempo. Ahora veo que han pasado 30 años, muchos de ellos tirados a la basura”, reflexiona en una charla en la que asume la “libertad” como su mayor triunfo.

Para el artista este es el punto idóneo para “parar y hacer balance”, mirando al lugar del que proviene, versionando “sin prejuicio alguno” a sus “ídolos de niñez”, de Los Chichos a El Pescaílla, pasando por Manzanita o Lole y Manuel. “Este es un disco para pasarlo bien”, suscribe el músico, que interpreta Voy a perder la cabeza por tu amor como primer sencillo en homenaje a Bambino, uno de los artistas favoritos de su madre. En él se incluye también un disco de cante flamenco tradicional, el primero en mucho tiempo, separado “para que el público entienda qué es cada cosa”, porque “ya hay bastante confusión como para confundirlo más”. - Efe