Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Si se es una buena persona, se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”. Esto decía, hace unas décadas, el reportero polaco Ryszard Kapuscinski, para quien el periodismo era el oficio más bello del mundo. Y lo sigue siendo, a día de hoy, para Carlos Quílez, conocido periodista con más de 30 años de trayectoria en radio, televisión y prensa digital especializado en sucesos y tribunales y autor de nueve libros, el último de ellos Sigue la mala vida, policías, atracadores, jueces, toxicómanos, historias reales como la vida misma (2019). Frente a él, Carlos Augusto Casas, también veterano periodista que comenzó en Diario 16, pero ha desarrollado la mayor parte de su carrera en las principales cadenas de televisión en temas de investigación y que en 2017 publicó su primera -y premiada- novela, Ya no quedan junglas adonde regresar. Y el tercero en liza, Agustín Martínez, que dio sus primeros pasos en la publicidad antes de dedicarse a los guiones para series de televisión. A lo largo de su carrera ha participado en producciones como Sin tetas no hay paraíso, La chica de ayer, Crematorio o El don de Alba, entre otras, y es autor de dos novelas negras, Monteperdido (2015) y La mala hierba (2017). Los tres protagonizaron ayer la mesa redonda Periodismo y ficción, mentira y verdad en la segunda jornada de Pamplona Negra. Un encuentro con dos posturas opuestas en torno a la vigencia del periodismo como narrador de la realidad en el tiempo de la posverdad, es decir, de las mentiras interesadas.
dos contra uno Sobre el escenario de la sala de cámara de Baluarte se hizo presente la contienda. Por un lado, Carlos Quílez (Moncada i Reixach, Barcelona, 1966) defendió que es “perfectamente compatible el amor por la ficción y por la no ficción”. De hecho, en su caso, sus libros siempre se han basado en casos reales sobre los que ha trabajado como periodista. “Quizá es mi incapacidad de inventar, pero los que nos movemos en el género de la no ficción encontramos en la realidad los ladrillos, el cemento, la jerga y todos los recursos necesarios para construir nuestras historias”, afirmó. Y puso un ejemplo: “Hay una verdad tangible, y es que, teniendo en cuenta las estadísticas, ahora mismo se está produciendo un robo en Pamplona. El avezado periodista recopilará el material y lo llevará a la prensa, y el escritor usará todo ese trasfondo para una novela”. Quílez ejerce las dos profesiones, solo que en la radio o en un artículo digital está constreñido por el tiempo y el espacio, “y la novela me permite estirar, incluir todos los datos que he obtenido”, y, sobre todo, “plasmar los sentimientos de todos los actores de la historia”. “Puedo reflejar cómo se siente un policía que es padre cuando ve un vídeo de un pederasta”, agregó. En ese sentido, recordó una afirmación que realizó en la primera edición de Barcelona Negra y que le acarreó “críticas brutales”. Dijo que la novela de no ficción “también es un género periodístico”, y lo ejemplificó con Asalto a la Virreina, título que escribió junto a Andreu Martín y en el que recrearon, en parte, el atentado en la casa cuartel de Vic, volcando “toda la información que me costó tanto conseguir”.
seguidismo de la televisión Agustín Martínez (Lorca, Murcia, 1975) intervino en este punto para indicar que existe ya un término anglosajón para definir estos productos en el medio televisivo, y es true crime. Sin embargo, en su opinión, “la realidad está sobrevalorada” y “la ficción encuentra la verdad a veces por otros caminos”. Es más, “ser tan fieles a la verdad de manera obsesiva a veces impide llegar al fondo de los hechos”. Asimismo, subrayó que, hoy en día, el periodismo “se nutre de recursos de la ficción”; algo en lo que coincidió Carlos Augusto Casas (Madrid, 1971). “Como periodista, encuentro más realidad en las novelas que en las noticias”. Y fue más allá: “No voy a decir que el periodismo ha muerto, pero vivimos momentos en los que interesa más entretener que obtener la verdad”. Según sus palabras, lo que sucede en televisión está afectando a todos los medios. “Hace unos años era impensable que El País sacara en portada una foto de la Pantoja entrando en prisión. En todas las redacciones hay un tipo dedicado a mirar los vídeos virales del mundo... Nos hemos olvidado de nuestra función pública y nos hemos centrado en vender”. También dirigió la responsabilidad al público, “al que le hemos dado lo que quiere, esa madre llorando”, aunque insistió en que “la culpa” es de los periodistas y las empresas periodísticas “por haber olvidado que somos un servicio”. Sin obviar las condiciones laborales: “Como dijo Nacho Escolar, en este país no hay una redacción que pase una inspección de trabajo”.
Agustín Martínez hizo referencia a esas películas como Todos los hombres del presidente o Spotlight, basadas en épocas “en las que se creía que los periodistas podían cambiar el mundo, pero eso hoy no hay quien se lo crea”, habida cuenta, además, que la mayoría de los medios “dependen de grupos de inversión”.
Frente a estas posturas, Quílez reiteró su defensa del periodismo, no sin admitir que, en efecto, “vivimos en el peor momento de la profesión”. “Hoy hay dos bloques: el de los actores políticos, que mueven ficha en la política a la vez que aquellos de quienes informan, y los obedientes preventivos, los que saben lo que no tienen que decir antes de que se lo impongan”. A su juicio, las dos posturas son lamentables, pero estos últimos “se sitúan en el fangal más repugnante de la condición humana”. Dicho esto, se mostró convencido de que “queda partido”. “Aun hay cosas que explicar y margen para hacerlo”, y aunque los profesionales viven instalados en la precariedad, “como perros apaleados”, también es cierto que “de vez en cuando ladramos”, y eso es lo que le hace que le siga pareciendo “el oficio más hermoso del mundo”.
‘Bajos fondos’. A las 18.15 horas, la sala de cámara de Baluarte acogerá la segunda mesa redonda del festival, que versará sobre Bajos fondos, con la intervención de Laura Gómara, Diego Ameixeiras, Marc Moreno y Clara Peñalver, moderados por la escritora navarra Tadea Lizarbe.
Novela y cine. En El crimen a escena (19.15), Patricia Ferreira, que llevó al cine El alquimista impaciente, de Lorenzo Silva, y el escritor Juanjo Braulio, del que se acaba de adaptar El silencio del pantano, hablarán de cine y literatura.
Exposición en IPES. La Biblioteca de Mujeres de IPES (c/ Descalzos, 72) ha organizado una exposición sobre autoras de novela negra, con ejemplos de Agatha Christie, P. D. James, Patricia Highsmith, Batya Gur, Donna Leon, Alicia Giménez Bartlett, Masako Tagawa, Fred Vargas, Mindy Mejía, Claudia Piñeiro, Eva Sáenz de Urturi, Dolores Redondo o Maribel Medina.