pamplona - El periodista navarro Gabriel Pérez acaba de publicar su primera obra de ficción, La confesión de Joaquín Grau. La vida de un espía de Franco ante un cura vasco, una novela que hunde sus raíces en la Guerra Civil y la posguerra con personajes ficticios, aunque con profundas raíces reales, que se manejan entre hechos en los que el autor se ha documentado leyendo cientos de periódicos de la época.

“Algunas personas sienten la necesidad de confesarse, y yo creo que porque sienten cuál es su papel en este mundo. En el caso del protagonista de la novela viene dada por unos hechos que él presencia en primera persona, y muy intensamente, de un tipo que es humanamente despreciable ya que ha cometido las mayores barbaridades que te puedas imaginar: es un asesino, es un ladrón, ha raptado a una monja del convento... Y pese a todas esas cosas, este tipo sufre un proceso de conversión brutal al final de su vida, y el espía que está viviendo todo esto muy de cerca dice: “Si Dios es misericordioso con esta persona que tengo delante, ¿lo va a ser conmigo también?”. Y es una pregunta que se le instala en la cabeza hasta que finalmente un día, en Biarritz, donde tiene su base, este hombre decide ir a ponerse en paz con Dios. Acude muy temprano a una iglesia donde se topa con un cura que ya en las primeras palabras pone de manifiesto que es un sacerdote vasco y exiliado porque, de haber seguido en su parroquia, hubiera sido fusilado por las tropas de Franco. Pero entonces al espía se le instala otra preocupación, y es el que al confesarse iban a salir multitud de cosas de su vida, que son secreto, y de alguna forma se las estaba revelando al enemigo. Esto, en el código de justicia militar se llama alta traición y está penado con la muerte”, explica Gabriel. En ese pulso entre el cura y el espía, el que finalmente gana es el sacerdote. “Eso hace que se inicie una confesión bastante anómala, que dura muchos días, en los que el espía le va contando cosas de las que se arrepiente pero también van saliendo otras que no tienen nada ver con una confesión normal”. A lo largo de la novela, “los dos personajes se van aproximando pese a reconocerse iniciándose una corriente de simpatía, espontánea, que yo no había pensado así; pero ahí es donde entra eso que dicen que los personajes tienen vida propia y se imponen con su propia lógica”, resalta el autor navarro. “Y es que no estamos hablando de un típico cura rural, ya que además de francés y euskera habla inglés perfectamente, es filólogo y está escribiendo una monografía titulada Ur de los vascos, en la que recoge todas las derivaciones que la raíz ur tiene en lengua vasca, que son miles y con cantidad de significados. Es un buen comedor y una gran fumador, cosa que el espía agradece porque él también lo es y llega un momento en el que el cura es el que propone continuar las confesiones fumando”.

Esta sería la trama de un libro con el que el autor inicia una particular saga cuya segunda entrega ya está a punto de terminar, también centrada en la Guerra Civil y la posguerra. “Una vida no da para leer todo lo que se ha escrito sobre la Guerra Civil, hay cosas muy buenas pero también morralla. En cuanto al género novelístico relativo a esta época, he encontrado cosas estupendas pero ninguna de las que yo conozca son como esta, ya que tanto la figura del cura como la del espía, que son ficticias, es decir, inventadas por mí, están a su vez basadas en personajes reales que yo he conocido. Pero los hechos que ocurren, todas las subtramas de la novela, son reales. Es decir, yo no me he inventado que el espía estuvo implicado en el intento de secuestro de un submarino republicano, ni tampoco nada de las tramas de la quinta columna en Madrid durante la Guerra Civil”. Todo ello convierte a esta novela, tal y como reconoce el autor, casi en un guion cinematográfico que atrapa al lector, como se suele decir, de principio a fin. - F.F.G.