Jesús Salinas ‘Txufi’ y Eduardo Aguerri, dos veteranos de la escena musical navarra, se han tirado la friolera de 13 años creando un dosier en forma de libro en el que dan cuenta de la casi totalidad de grupos que abrieron el camino de la escena foral.

Txufi, apodo tras el que figura Jesús Salinas (72 años, cantante de Los Condes), es uno de esos músicos que quizá no ha alcanzado fama estatal o internacional pero su impronta en la historia del rock de la vieja Iruña, en su más amplio sentido, va más allá de la de un músico que dinamizó la escena musical de Pamplona en los años 60 como integrante del grupo Los Condes. Ni corto ni perezoso, acaba de publicar, junto a Eduardo Aguerri Nekoetxea (69 años, cantante de, entre otros, Los Llantos), el libro Al paso de los sesenta, un totum revolutum que a modo de almanaque recopila la mayor parte de los grupos que fueron pioneros de la escena musical rockera en Navarra, llegando incluso a incluir referencias actuales de algunos de ellos. Es decir, muestra un recorrido histórico-anecdótico que ofrece una radiografía de lo que fueron los cimientos de aquella música que en sus inicios muchos apodaban como del demonio.

Con el libro ya entre las manos desde finales del año pasado, integrado por casi 700 páginas con datos, entrevistas, fotos y muchas, muchas anécdotas, Txufi y Eduardo intentaron sintetizar su obra para DIARIO DE NOTICIAS.

Según explica Eduardo, “el libro parte de la idea de juntar a todos los grupos que hubo en Pamplona, contando sus historias, detallando los músicos que integraron cada banda: en resumen, el deseo inicial era escribir un libro sobre lo que fue la historia de los conjuntos musicales en los años sesenta y setenta”.

Por su parte, Txufi, haciendo gala de una memoria prodigiosa, pone sobre la mesa una fecha importante para él pero también para el devenir de la música navarra. “El 5 de octubre de 1965, en el bar Los Portales (de ahí que ambos figuren en la entrada de este local en la imagen que ilustra este reportaje), Los Condes ofrecimos nuestro primer concierto. A partir de ahí estuvimos tocando dos días a la semana durante dos meses y luego pasamos a actuar en el Catachú”. Bajo la premisa de esa fecha seminal, Eduardo aporta otro dato escalofriante: “El libro lo empezamos a escribir en 2005, con la excusa del homenaje que se le hizo a Joaquín Luqui tras su fallecimiento”. Y es que hay que tener en cuenta que la figura de Luqui no solo fue fundamental para la radio estatal, sino para el desarrollo de la escena navarra: “Él hizo un seguimiento periodístico de todos los grupos musicales que nacieron en Pamplona durante los sesenta y principios de los setenta, tanto en el periódico El pensamiento navarro, en una sección que se llamaba Ritmorama, y luego en la revista Disco Expres”. En este sentido, Txufi apostilla que “la idea del libro ya la teníamos antes del homenaje, pero digamos que eso nos dio el impulso para hacerlo”. Una idea que, todo hay que decirlo, se fraguó entre los años 2000 y 2004 en un programa de radio dirigido por el imprescindible Enrique de Cía William denominado inicialmente El club de los 60, en el que ambos autores del libro participaban.

Estructura El libro está dividido en doce capítulos que no de forma exacta siguen una estructura cronológica pero no a través de fechas o décadas, sino de estilos, tribus o epígrafes que engloban a personas que tuvieron su parte en el nacimiento y desarrollo del rock en Navarra. Así entendido, los capítulos del libro son los siguientes: Hombres de radio, Antecedentes, Rockers, Mods, Modernos, Conexión Tafalla, Outsiders, Batiburrillo, De Cromos a Tubos, Y pasaban por aquí, Última hora y, cómo no, un epílogo.

Txufi explica que antes de que llegara la electricidad, Pamplona ya tuvo grupos, en los años 61 y 62, que actuaban con otro tipo de instrumentos, con guitarras españolas, “cantando boleros o habaneras”. A partir del año 62, una vez descubrieron las guitarras eléctricas y los amplificadores, a lo largo del libro aparecen grupos como Los Tótem, Los Jaguars, Los Duendes, Los Juniors, Los Anakos, Los Huesos, Los Rebeldes...

“El desarrollo del libro no es estrictamente cronológico, aunque sí tiene un hilo conductor histórico, y esto lo hemos hecho así para, por ejemplo, en el capítulo de los Mods, incluir además de Los Duendes, que fueron los pioneros (casi se podría decir que fue el primer grupo de rock, aunque Los Tótem también reivindican ese honor; en cualquier caso, ambos grupos hicieron su aparición en el año 1962), a todos los grupos similares en estilo que fueron posteriores”, explica Txufi. “Sencillamente los hemos agrupado por estilos”, recalca Eduardo.

La eclosión Según apuntan tanto Eduardo como Txufi, la eclosión del rock en Navarra, un fenómeno a estudiar del que ya dio buena cuenta Marino Goñi en su imprescindible documental Suéltate el pelo, en comparación a lo que sucedió con el rock en los sesenta en el Estado, “no te podría decir un porqué, pero sí te puedo decir que éramos rebeldes. En aquella época no había muchas puertas para abrir, y nosotros vimos que la música podía ser una de las pocas”. En este sentido, ambos dan suma importancia en esa explosión musical a las radios internacionales que escuchábamos, a la par que, como estábamos cercanos a la frontera, podías acceder a comprar discos en Francia. “De hecho, cruzábamos regularmente la frontera y comprábamos discos de grupos franceses que hacían versiones de los grupos ingleses, tirando hacia el rockabilly. Estos álbumes llegaban a un sector pequeño, pero nos influyó bastante, al igual que la radio”. “Hay una canción de aquellos años que dice: ‘Yo paso las noches con cuatro amigos metido en mi coche’. Y eso es lo que hacíamos, sintonizar una emisora con mucho ruido, en onda larga, que, no se me olvidará, decía: ‘This is the Radio Luxemburg. Londonderry One’. Y ahí escuchábamos todo, como si estuviéramos enamorados”, explica Eduardo, quien también da otra clave para el boom de grupos que vivió la vieja Iruña: “Muchos jóvenes iban al conservatorio”. Cuestión que, sin descartarla, en cierto modo es rebatida o complementada por Txufi: “En nuestro grupo, ninguno sabía música, el único que sabía algo era porque había estudiado txistu”.

En aquellos años, mediados de los sesenta, en Pamplona, y en el Estado, estaba casi todo por descubrir en lo que a rock se refiere. “No teníamos acceso a nada, de hecho, fue más tarde cuando en Casa Arilla empiezan a aparecer los primeros amplificadores de 18 watios y las guitarras eléctricas eran carísimas”. Estamos hablando ya del año 65, una época en la que, recuerdan ambos, “no todo el mundo tenía radio y eran unos pocos los que tenían en su casa tocadiscos. Por eso, por ejemplo, íbamos a bares como el Ganuza, que sí tenia pick up (el tocadiscos de la época) y allí se podían escuchar los discos que traían de fuera”.

Y si tienes un grupo, lo que quieres es tocar. Y eso es lo que hicieron aquellos primeros grupos. “Lo de los conciertos era terrible, inenarrable”, apunta Txufi tras una sonrisa pícara.

la ausencia de los condes Curiosamente, y aunque Txufi fuera su cantante, el grupo Los Condes, no figura en ninguno de los capítulos del libro con epígrafe propio, a pesar de ser uno de los grupos más importantes de la época. La razón la ofrece el propio Txufi: “La idea es que Los Condes tiene su propia historia y la idea es hacer un libro dedicado solo a ellos. Si hubiéramos metido el capítulo de Los Condes habríamos tenido que dejar a muchos otros fuera, y eso no podía ser. Además, la historia de Los Condes no ha terminado porque ahora estamos haciendo un disco nuevo”. “Cuando comenzamos a recopilar información para el libro, nos encontramos con tanto material de Los Condes que decidimos contar su historia por separado, a pesar de que es el grupo más nombrado tanto por los músicos de la época como por los seguidores de la escena”.

el objetivo y su desarrollo Una aventura y un trabajo de este tipo solo se hace y se entiende si hay pasión de por medio, así lo refrenda Eduardo: “Una canción de Víctor Manuel dice: ‘Bailando con la orquesta, prometimos no olvidaros’. Así, este libro es un homenaje hacia los que fueron nuestros compañeros. Eso sí, un homenaje en el que la principal premisa ha sido contar la verdad, porque son muchas las versiones que se cuentan y no todas coinciden con la realidad. Y en eso, nosotros hemos sido muy escrupulosos”.

Para dar forma a este más que amplio homenaje en forma de libro, además de recopilar una ingente cantidad de información, los autores también realizaron numerosas entrevistas a diferentes músicos de los sesenta y setenta. “Me compré un pequeño magnetofón y fuimos contactando con diferentes protagonistas, algunos no nos contestaron, muchos otros sí, y a algunos fuimos a buscarlos incluso hasta Madrid. En total hicimos 47 entrevistas, vamos, un cajón lleno de cintas”, apunta Eduardo, seguido rápidamente por Txufi: “Hay mucha gente que figura en el libro y no respondió, hay gente que no ha tocado nunca y también está, otros que solo tocaron un día y también están... Creo, de verdad, que este libro es un homenaje desde el corazón para todos ellos”.

Un tributo que, tras barajar infinidad de nombres, decidieron denominarlo Al paso de los sesenta, con una foto de la Plaza del Castillo tomada en los años 70. “Cuando pensamos en el título la idea que sobrevolaba era algo parecido, que se habla de músicos que de alguna forma tocaron un poco la gloria, ya que aquello que estábamos haciendo era muy novedoso. Pero el libro es el que nos ha ido mandando, hasta que un día, viendo la fotografía que ilustra la portada, surgió el título de Al paso de los sesenta. Es una imagen que representa muy bien la época, ves los pasos, las sombras, una señora con un moño y varios guiris con las ristras de ajos, una extranjera con unas botas que aquí no se veían... Es la foto que refleja el cambio que estaba viviendo la ciudad”.