concierto de belcos

Fecha: 29/03/2019. Lugar: Indara. Incidencias: Puesta de largo del nuevo trabajo de Belcos, que tocó con la misma banda con la que lo ha grabado: Ion de Luis (guitarra y coros), Carlos Colina (teclado), Juan Luis Etxeberria (bajo) y Ion Uribeetxeberria (batería).

para dar forma a su último disco, Las horas fugaces, José Mari Belcos se ha tomado su tiempo. Su anterior trabajo, Septiembre, data de 2014. Desde entonces se ha entregado a un proceso lento y laborioso. Cada palabra ha sido escrupulosamente escogida; cada acorde, minuciosamente seleccionado. Tenía más canciones, pero para que la obra no perdiese ni un ápice de coherencia, finalmente se quedó con solo cinco en las que aborda desde diferentes puntos de vista el tema del paso del tiempo. Una manera de ajustar cuentas con su pasado para mirar directamente y sin pestañear a los ojos del futuro. El resultado es el ya mencionado Las horas fugaces, una pieza de artesanía, tanto en su forma como en su fondo. Aunque él es el autor, ha contado con la ayuda de su magnífica banda para pulir y dar brillo a las composiciones, mientras que de la edición física se ha encargado la gente de Estudio Franziska. Una obra total en la que todos los elementos (letras, melodías, portada, formato...) giran en torno al mismo concepto: tempus fugit.

El viernes pasado, en la sala Indara, Belcos presentó en sociedad su última criatura. Llevaban poco más de dos años sin tocar juntos en directo, pero se les vio perfectamente compenetrados, con la maquinaria bien engrasada. Comenzaron con la instrumental La mecánica celeste, de su anterior álbum, a la que siguieron La barca y el jinete y Fotos, con gran piano de Carlos Colina. El actual miembro de Ciento Volando es la nueva incorporación del grupo (sustituye a Mikel Osaba) y ha sabido encontrar su lugar tocando, como siempre hace, a favor de las canciones con sutileza y elegancia. La primera novedad fue Podría ser peor, un corte en el que abrazan sin remilgos el pop luminoso y enérgico, alejándose de la música americana que facturaron en anteriores trabajos. El tren es uno de los elementos más recurrentes de su imaginario creativo y el primero de la noche partió de la estación de Cuatrovientos, iniciando un tramo en el que Belcos sustituyó la guitarra eléctrica por la acústica. Fue, quizás, la parte más delicada de la actuación, con piezas como Viento del sur, en la que también tocó la armónica en un final que derivó en el country; Semillas de tabaco, con una preciosa introducción instrumental a cargo de Ion de Luis y Carlos Colina; o la desnuda y emocionante Silvia, que esconde una historia real bajo nombres de ficción.

Unos enérgicos golpes de batería dieron paso a Luciérnagas y anunciaron que había vuelto la electricidad. Esta última parte del concierto fue un campo abonado para que Ion de Luis (guitarrista, arreglista y productor) se luciese con las seis cuerdas. Aquí sonaron más temas de Las horas fugaces como Entre la multitud (la última canción), Después de tantos años, carta de presentación del álbum, o Estorninos, que sustituyó los arreglos orquestales por distorsión. También hubo otras miradas al pasado para recatar canciones como Las palabras o La vieja estación. Incluso una canción que nunca han llegado a grabar pero que siguen tocando en directo por la sencilla razón de que disfrutan haciéndolo: Como un fantasma.

Se había pasado en un suspiro, pero ya estábamos en los bises cuando sorprendieron con una enorme versión de Heroes, de David Bowie, y se despidieron entre aplausos con En el tren. El público quedó satisfecho y pudo confirmar en carne propia lo acertado del título: cuando uno está disfrutando, el tiempo pasa volando. Los minutos avanzan con dolorosa rapidez. Son las horas fugaces que, aunque se nos escurran irremediablemente entre los dedos, también se quedan grabadas a fuego en la memoria.