madrid - Natalia Lacunza, joven artista de ideas propias y respuestas rápidas, directas, vive “los meses más felices de su vida” tras su salida como tercera clasificada en Operación Triunfo 2018 y haber alumbrado un disco en el que cree haber mostrado qué camino quiere trazar en la música.

“Yo quería hacer algo que no hubiese escuchado en castellano y creo que lo he conseguido”, declara orgullosa, pero no altiva, ante un EP de 7 canciones titulado Otras alas (Universal Music), el cual vio la luz ayer y representa para ella sobre todo “una presentación” de lo que está por venir.

Fue en diciembre de 2018 cuando Lacunza (Pamplona, 1999) concluyó su periplo por OT 2018 por detrás de sus compañeros Famous y Alba Reche merced a los votos del público.

“El puesto no significaba nada. Afrontamos el concurso como una formación y una convivencia, consiguiendo metas internas, pero se nos olvidaba que alguien tenía que ganar. El premio era llegar hasta el final para aprovecharlo más”, asegura.

Allí dice que aprendió “a cantar” tras dejar atrás bloqueos que en el pasado frustraban sus expectativas de forjarse una carrera en la música y además se reveló como una de las intérpretes que mejor sabía pisar el escenario.

“Soy muy trabajadora. A veces es negativo, pero siempre intento que todo salga lo mejor posible hasta llegar lo más cerca de lo que pueda considerar perfecto, aunque eso no exista”, argumenta. Y esa misma exigencia es la que la llevó a volcarse desde enero en la composición y grabación de Otras alas.

“Esto no tenía intención de ser un disco. Para mí pensar en un álbum es pensar en 14 canciones con su coherencia y su por qué, algo que conllevaba mucho tiempo y reflexión. No me sentía preparada para eso. Es más como una recopilación de las primeras cosas que me han salido, una presentación”, precisa.

Un EP con mucha carga emocional. El resultado son 7 canciones “con mucha carga emocional”, equilibradas por una producción que juega mucho “con los silencios y las tensiones de las velocidades” y escritas en castellano, pese a que en las diferentes galas también pareció trasladar cierta predilección por los temas anglosajones.

“He abierto la mente y he escuchado mucha música de raíz. Nuestro idioma es una herramienta de comunicación directa con el público y hay que aprovecharla. En inglés no sería lo mismo”, justifica.

Especialmente chocante para sus seguidores fue el primer sencillo, nana triste, también la primera canción que compuso para este proyecto, “lo más sencillo, puro y sincero, sin pretensiones ni artificios”.

“Lo que canté en OT puede no tener nada que ver con lo que quiero hacer como artista, aunque esa palabra me suena aún grande y prefiero hablar de mí como una persona que quiere hacer música”, defiende sobre la coherencia de sus composiciones.

Precisamente esa “necesidad” de identificarse con lo que canta es uno de los argumentos que esgrime frente a quienes, como la también compositora e intérprete Merche, la acusan a ella y a sus compañeros de “haber boicoteado” la preselección eurovisiva de 2019.

“Me da pena que piense eso. Es una malinterpretación, no hubo esa intención. Eurovisión es una responsabilidad muy grande y hay que tener una carrera para ganarte el derecho de ir. Y los artistas deben tener una canción hecha para ellos. Para defenderla a gusto, yo necesito formar parte del proceso de creación y no me sentía preparada para ir”, sostiene.

Y ahora, con Otras alas ya publicado, la navarra sigue componiendo y comienza a pensar en una posible gira en solitario, para la que aspira a reunir más temas propios.