es nuestro working class hero musical particular, siempre enrolado en mil y un proyectos, grabando discos con frecuencia y calidad inusitadas, actuando en todo tipo de escenarios y en cualquier formato; lo importante es lanzar al mundo su mensaje y mostrar sus canciones. Ahora, por cierto, acaba de publicar su última cosecha en el álbum Canciones cortas para viajes largos (el título es tan excelente como el contenido). Hablamos, lo habrán adivinado ya, de Gussy, que el jueves pasado iniciaba el ciclo de conciertos veraniegos del escenario más hermoso de la ciudad, el del Caballo Blanco. El tiempo, que había sido veraniego durante toda la semana, se torció pocos minutos antes de la actuación y la lluvia comenzó a caer sobre la piel seca de Pamplona. Las caras de los músicos eran de preocupación, al igual que las de las decenas de personas que allí se habían congregado. Pasó más de media hora y seguía cayendo agua, pero de allí no se movía nadie. Finalmente, hubo que tomar la siempre desagradable decisión de suspender el concierto. Los músicos comenzaron a recoger sus instrumentos, que estaban cubiertos con plásticos sobre el escenario, en esos momentos ya totalmente encharcado. Pero a un artista de raza como Gussy no se le había mojado la pólvora, así que colocó un micrófono entre las mesas del público, que estaban tapadas por toldos, agarró su acústica y anunció que no podría tocar las nuevas canciones con la banda, pero que improvisaría algunas en acústico.

Dicho y hecho: arrancó con Necesito, el enérgico tema que abre su nuevo disco. En realidad no estaba solo, sino que le acompañaron David Orduña en la trompeta y Sergio Izquierdo en la percusión (y el público que se amontonaba bajo el toldo y aplaudía complacido, claro). La humedad era muy considerable y el guitarrista Raúl Elizalde, que se encargaba del sonido, le advirtió de que no sabía cuánto tiempo funcionaría el equipo. Así que no perdió el tiempo y siguió con la irónica La verdad, dedicada, según dijo, a los artistas que salen mucho por la tele pero carecen del arrojo necesario para ponerse a tocar en medio de su público. Después cayó Vuelve, una ranchera bastarda a medio camino entre Johnny Cash y José Alfredo Jiménez, a dúo con Naiara Ruz, y Mr. Green Dog, compuesta como sintonía de un programa de cocina vegana. Tampoco faltó Maialen Gurbindo, Chica Sobresalto, que puso su voz en Nuevos rockeros. Y en la recta final, Desde los tejados, oda de amor y odio a Pamplona, Canción sin terminar, todo un testamento artístico, y Volveremos a empezar, himno de resiliencia que terminó abrazado a su banda, Los Tripulantes. Paradójicamente, la tormenta que arruinó el concierto nos hizo disfrutar de una gran experiencia y confirmó dos cosas: a Gussy le sobran agallas para salir airoso de cualquier imprevisto y las canciones, si son buenas, hechizan con una simple guitarra. Eso sí, queda pendiente el concierto con la banda. Allí estaremos.