pamplona - Tras su estreno hace dos años en este mismo festival y su andar por los escenarios más reconocidos del mundo, Sombras vuelve hoy al Flamenco On Fire. Así, la bailaora gaditana Sara Baras, con las entradas más que agotadas, será la encargada de inaugurar los conciertos de Baluarte esta noche, a las 21.00 horas, con un espectáculo hecho a partir de las experiencias, vivencias y, sobre todo, verdad que ha acumulado a lo largo de los más de veinte años que cumple su compañía. Y lo hará, además, de un modo muy especial: con una versión adaptada llena de guiños al festival y a una ciudad en la que se siente como en casa.

¿Viene con ganas de volver a subirse al escenario del Flamenco On Fire?

-Vengo con una ilusión, unas ganas y una fuerza bestiales porque Sombras realmente se estrenó en Pamplona. Poder volver a este festival que me gusta tanto, después de una gira tan grande y con el espectáculo en un momento increíble, me hace mucha ilusión. Me apetecía mucho volver a esta tierra que me trata siempre con tanto cariño.

Para quienes no tuvieron la ocasión de disfrutar de este espectáculo en su día, ¿qué puede adelantar?

-Es un espectáculo que nace de la celebración de los 20 años de compañía en el que utilizamos la sombra desde el punto de vista positivo de esta palabra. Es una farruca grande con un viaje, un recorrido muy amplio de palos de flamenco, de variedad coreográfica y musical, de instrumentos, de colorido... Es un espectáculo con una energía muy bonita, muy positiva, muy alegre. Hay momentos profundos pero no hay momentos tristes. Es un espectáculo para recordar todas las cosas que nos han marcado y nos han enseñado y, a partir de eso, poder disfrutarlas.

¿Por qué el nombre de ‘Sombras’ para algo tan vivo y alegre?

-Las sombras se asocian siempre a lo negativo pero no tienen solamente un significado negativo. Por ejemplo, la silueta de alguien que baila es algo muy bonito, tu cuerpo con la luz en contra crea una sombra preciosa... También queríamos utilizar este título haciendo referencia a esa sombra que te cobija, que siempre te acompaña y que es muy importante no olvidar. Lo normal en la celebración de los 20 años de una compañía habría sido repetir algunas coreografías que nos han marcado, pero nosotros hemos preferido dar una lectura nueva a todo aquello sin olvidar esa sombra que nos sigue y que está llena de momentos que nos han marcado y nos han hecho crecer. Y en estos momentos están los maestros, las coreografías, una circunstancia, un teatro, un público... está todo.

Ha recorrido los mejores escenarios del mundo. ¿Qué tienen Pamplona y este festival para que haya reinventado el espectáculo solo para esta ocasión?

-Pamplona es ahora mismo la capital del norte del flamenco. Aquí hay un público que adora el flamenco, que entiende perfectamente este arte y que cuenta con un festival con un altísimo nivel. El hecho de poder estar ahí es un orgullo y un honor. Y volver a esta tierra es muy emocionante para mí, porque es una tierra que me ha visto crecer y ha seguido mi carrera. La primera vez que bailé aquí era prácticamente una niña. Y el público siempre ha respondido de una forma muy bonita, algo que es importantísimo para el crecimiento profesional y, sobre todo, para el personal.

¿Cómo valora Sara Baras, una mujer que afirma que el flamenco nace de la emoción y del corazón, la situación actual del flamenco, con artistas que apuestan por la evolución de este arte y otros, los más puristas, que están ligados a la tradición?

-Bueno, hoy en día hablar de puristas es un tanto complicado, porque tendríamos que preguntarnos qué es eso de ser purista. Ahora todo se mueve de otra manera y gracias a Dios tenemos que pensar que todo lo que tenga calidad y esté hecho con respeto funciona y sirve. El flamenco tiene que crecer con la vida, y hay cosas que se hacen con las que uno puede estar de acuerdo o no, pero público hay para todos los estilos. En el flamenco hay que dejarse llevar por lo que uno siente. Un artista no puede hacer algo que no sienta; esto no son matemáticas, es un arte que depende del corazón. Y hoy en día hay gente haciendo fusiones y todo tipo de cosas. ¿Quién es nadie para juzgarlo? La vida cambia y todo evoluciona. Encima, el flamenco tiene un abanico de posibilidades infinitas, hay una riqueza bestial en la forma de hacer, en la cantidad de artistas, en la variedad de personalidades y en la variedad de público. Habrá a quienes les guste un flamenco más tradicional y a quienes les guste un flamenco vanguardista, y eso no quiere decir que uno sea mejor que otro.

Desde luego, público hay para todo y para todos. ¿Pero hay respaldo institucional? En más de una ocasión usted misma ha comentado que si el flamenco fuera de otro país recibiría más apoyo.

-Eso es verdad. A veces pienso que si el flamenco fuera ruso se apoyaría más. Yo me siento súper agradecida al público, no tengo palabras suficientes para agradecerle el apoyo desde un inicio, gracias al cual he podido soñar y he podido compartir mis espectáculos y recorrer el mundo con mi compañía. Pero es verdad que da pena cuando hay gente joven que viene y faltan escuelas, compañías y lugares donde puedan sentir que pueden hacer una carrera en condiciones. Da mucha pena, porque este es un arte que está en el mundo entero y es nuestro. Es que es nuestro, ¿sabes? Hoy en día, vas a Australia, a Asia... y hay escuelas. Y da pena que aquí no haya la suficiente ayuda para que los jóvenes puedan hacer una carrera en condiciones.

Volviendo al espectáculo, con ‘Sombras’ rinde tributo a un palo del flamenco que estaba bastante olvidado, como lo es la farruca. Un palo que, curiosamente, solo lo bailaban los hombres...

-A mí me marcó mucho eso. Creo que es lo primero que hice en Sensaciones y la verdad es que me daba un poco de vértigo pensar en los maestros, los amigos y la gente que me ayudaba preguntándome si estaba segura de lo que estaba haciendo. Yo, directamente, al maestro que me lo preguntaba le decía: “Ven a verme, a ver qué te parece”. La farruca es uno de mis palos favoritos y me siento muy bien bailando por farruca. No es que quiera bailar como un hombre, pero la sobriedad, la elegancia, el riesgo, esa profundidad que tiene y esa soledad que tiene la primera parte... Es maravilloso. Es por excelencia la imagen del bailaor antiguo y es una de las cosas más bonitas y que a mí, además, me marca mucho. Nunca pensé que se convertiría en algo tan fuerte. Hoy en día los pasos en hombres y en mujeres son los mismos; lo que cambia es la forma de hacerlos. Es decir, si tú eres una mujer tendrás que darle la parte femenina y lo mismo al revés. Pero hacemos los mismos movimientos. Sin embargo, antiguamente no; antes la mujer movía los brazos y el hombre los pies. Pero la vida evoluciona y el flamenco también. Hoy en día, que una mujer baile la farruca está bien. Quizás hace veinte años fue algo que me marcó mucho, y esa valentía que tuve es importante no olvidar. Me marcó tener esa valentía para dejarme llevar por mi corazón y hacer algo que, aunque esté muy cuidado y con mucho respeto, no era lo normal en aquel momento.

¿Cree que la mujer tiene el lugar que merece en el flamenco o todavía queda camino por recorrer?

-La mujer en el flamenco hoy en día está fenomenal. Creo que hay mujeres maravillosas y hay una generación en la que no nos miramos por hombres o por mujeres, sino por el valor que tengamos, independientemente de nuestro género. Antiguamente las mujeres eran las que hacían la cena en casa, así que era impensable que se fueran de gira y dejaran a los niños. Hoy todo eso ha cambiado mucho, ya no es así, pero por supuesto que todavía quedan cosas por hacer. Esto es una búsqueda continúa de la igualdad. Pero yo sí que diría que ahora la mujer, en el flamenco, tiene un lugar junto al del hombre, que es donde tiene que estar. Yo soy la jefa de una compañía que tiene más de veinte años y nunca he notado ninguna discriminación. Tengo la suerte de haber crecido en una generación en la que, por suerte, nos fijamos en el valor de cada uno.

Aunque no hubiera tenido ninguna discriminación por ser mujer, llevar al frente de una compañía más de veinte años no habrá sido tarea fácil.

-En estos veinte años ha habido momentos muy duros, pero sobre todo ha habido muchísimo trabajo, mucha ilusión y una entrega total del equipo. La unión hace la fuerza. Claro que ha habido momentos fáciles y momentos muy complicados. Durante la crisis, muchas compañías no pudieron remontar y hemos tenido compañeros que han quedado en el camino, al igual que otros han ido creciendo. En esta compañía creo que el hecho de tener como primer valor la entrega y el amor al flamenco nos ha hecho llegar hasta donde estamos. Eso y el amor que tenemos hacia nuestros maestros, porque gracias a ellos el flamenco está donde está hoy; no ha sido por nosotros. Vuelvo a decir que no tengo palabras suficientes para agradecer al público su apoyo, porque ha apostado desde el principio por esta compañía, y nosotros hemos respondido a este cariño con una entrega total, con la seriedad y la honestidad que eso conlleva. Da mucha pena ver a compañeros que profesionalmente eran unos bichos, con mucho talento, y que no han tenido la suerte que tuvimos nosotros de poder seguir entregándonos día a día.

A ‘Sombras’ le queda todavía un largo recorrido, pero ¿qué tiene pensado para después?

-Con Sombras aún tenemos la gira de México, la de Asia y la temporada de Madrid, que es larga. Y mientras estamos compaginando otros proyectos. Yo sigo colaborando con la asociación Mi Princesa Rett, de la cual soy madrina, también tenemos una historia de unos documentales, de la cual no puedo decir nada... Bueno, y tenemos que ver cómo sigue la compañía después de estos más de veinte años. Vaya, hay muchos proyectos sobre la mesa, así que ahora toca pararse y pensar. Y creo que con todo esto, más cuidar de mi hijo, que es lo más importante para mí, no me queda tiempo para nada más.