jorge Javier Vázquez, santón de la tele de nuestros azacaneados días, ha definido a los comparsas de los programas basura como auténticos profesionales del ingenio mediático, más allá de presentadores, periodistas, colaboradores y tertulianos, y les ha dado la categoría de profesionales, hechos y derechos en las lides de pelearse en antena, enseñar jugosa anatomía y hacer del escándalo contenido preferido de horas y horas de programación con la misma empanada mental.

La desfachatez de este presentador-conductor, no tiene límite, lleno de energía para acometer horas y horas ante las cámaras, fingiendo ser lo que no es y siendo un mediocre actor en un escenario, lleno de luz y colorines, rodeado de monigotes varios que le bailan el agua y adoran como a becerro de oro televisivo.

Jorge Javier navega en aguas procelosas, manejando y manipulando a “profesionales” como él dice, del quehacer televisivo, con ejemplares como el muchachito Dinio capaz de hablar de su quehacer fisiológico básico y sus estreñimientos varios, convertidos en materia televisiva y escatológica para mayor gloria de Vasile y su amado muñecón. Es innegable la capacidad de este conductor, capaz de convertir la necesidad de defecar en asunto narrativo a lo largo de la noche de la última nominación de GH, y que supuso la expulsión de Hugo Castejón.

La tele de nuestros días ha ido fabricando mogollón de individuos que al pasar por los platos, ha construido imágenes de desparpajo, escándalo y agitación con la imitación de estilos como el de Belén Esteban, Carlos Lozano o Mila Ximénez. Muñecos barridos por la sobreexposición mediática y las incesantes peleas ante las cámaras que acaban desgastados y arrinconados en los almacenes de los canales y en el recuerdo desvaído de los telespectadores.