nueva york - “Los artistas que están dedicados a su labor bajan la cabeza y siguen, pero ayuda mucho recibir un poco de reconocimiento”, dice en una entrevista la escritora estadounidense Siri Hustvedt, premiada con el Princesa de Asturias de las Letras por una carrera, asegura, “ambiciosa” desde el inicio.

Hustvedt abre las puertas de la casa estilo brownstone que comparte en Brooklyn (Nueva York) con su marido, el también escritor Paul Auster, y a lo largo de una hora, recostada en un sillón verde con vistas al salón repleto de recuerdos familiares y libros, deja patente su inabarcable pasión por las humanidades y la ciencia. “Estoy agradecida de que se haya valorado todo mi trabajo, porque durante largo tiempo he estado interesada en muchas disciplinas, incluyendo las ciencias. Uno de los problemas en la vida académica es que la gente se mete en su campo y nunca mira a derecha o izquierda”, pero eso podría “resolver problemas”, explica.

Productora prolífica de literatura, ensayos y poesía, y experta en neurociencia y psicoanálisis, Hustvedt asegura con resolución: “Siempre he sido ambiciosa con mi trabajo, aunque al mismo tiempo una no tiene absolutamente ni idea de cómo será recibido”. “Mucha gente que elige ser artista sabe que tiene que prepararse para el hecho de que su trabajo nunca sea bien recibido. Los artistas que están dedicados a su labor bajan la cabeza y siguen, pero ayuda mucho recibir un poco de reconocimiento. Es doloroso para la gente trabajar sin ningún reconocimiento”, agrega.

Preguntada por si siente que ha trabajado más duro para ser reconocida debido a su vida personal, Hustvedt admite haberse enfrentado a la “hostilidad” de quienes dicen que Auster ha escrito sus libros o que sus obras se parecen a las de él, “que realmente no es el caso”, apostilla. “Entendí que eso era sexismo laboral. Hay una verdadera misoginia en el trabajo, nadie quería que la esposa de un hombre escritor famoso estuviera haciendo lo mismo que él, y cuando comprendí que era misoginia, se aligeró mi carga. Es bastante impersonal”, conviene.

El galardón que recogerá Hustvedt el próximo 18 de octubre en Oviedo da un portazo figurado a los críticos y, trece años después de que Auster obtuviera el suyo, suma al matrimonio a otras dos parejas que lo comparten. “¡Sí, ahí está!”, exclama, señalando la estatuilla diseñada por Joan Miró que se erige sobre la mesita. “Tenemos mucha suerte de estar dedicándonos a lo mismo, ya que entendemos profundamente lo que hace el otro”, agrega la escritora sobre su marido desde hace 38 años, quien ha logrado una educación científica “sin abrir un libro, solo escuchándome a mí”, bromea.

La autora recuerda con sorna que “identificarse” como feminista daba “mala reputación” en el pasado, generalmente, y aplaude los cambios: “Ahora, con estrellas del rock diciendo ‘soy feminista’, se ha convertido en algo más cool”. “Creo que el movimiento Me Too ha supuesto una especie de reorientación”, apunta sobre esa apertura, en la que muchas mujeres han “encontrado un lenguaje” para referirse a “formas de acoso, de traspasar límites, que eran un poco lo que había” y decir “repámpanos, no tengo que soportar eso”. - Efe