la habana - La bailarina cubana Alicia Alonso, figura legendaria de la danza clásica, falleció ayer a los 98 años. Alonso, quien pese a su avanzada edad permanecía en activo al frente del prestigioso Ballet Nacional de Cuba (BNC), se encontraba ingresada por complicaciones de salud en el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (Cimeq) de La Habana, donde murió en torno al mediodía. La causa del fallecimiento fue una enfermedad cardiovascular, según la estatal Agencia Cubana de Noticias.

La noticia de la muerte de la legendaria figura cubana de la danza corrió como la pólvora por las redes sociales, en las que decenas de compatriotas se están despidiendo de uno de los mitos artísticos de la isla. También lo hizo el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, quien destacó en Twitter el “enorme vacío” e “insuperable legado” que deja la mítica bailarina y directora del BNC.

“Alicia Alonso se ha ido y nos deja un enorme vacío, pero también un insuperable legado. Ella situó a Cuba en el altar de lo mejor de la danza mundial. Gracias Alicia por tu obra inmortal”, escribió el mandatario desde México, donde está en visita oficial. La Asamblea Nacional de Cuba (Parlamento unicameral) difundió igualmente a través de esa red sus condolencias por el fallecimiento de Alonso, de quien la institución, citando a Fidel Castro, destacó “su talento, su tenacidad y su ejemplo, que inspiraron a generaciones de brillantes artistas”.

bailando desde los 9 años Nacida en La Habana el 21 de diciembre de 1920 y de padres españoles, Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez del Hoyo comenzó a bailar a los nueve años, desarrolló parte de su formación en Estados Unidos y labró una larga y laureada carrera que la llevó con papeles protagonistas a los principales escenarios del mundo.

A los 17 años sufrió un desprendimiento de ambas retinas y tuvo que ser operada en varias ocasiones. Sin embargo, esto no impidió que bailara en los mejores escenarios del mundo durante años. Incluso, ya ciega y con casi 73 años de edad, bailó de puntillas en noviembre de 1993 en el 50º aniversario de su primera Giselle.

El apellido Alonso lo tomó de su marido, el bailarín cubano Fernando Alonso, con quien fundó en 1948 su compañía, que, tras el triunfo de la Revolución cubana en 1959, pasó a ser el Ballet Nacional de Cuba (BNC).

De las decenas de papeles que interpretó, el más recordado es el de Giselle, el personaje de la campesina ingenua, romántica y engañada que bordó al mínimo detalle interpretativo.

Sus versiones coreográficas de los grandes clásicos son célebres internacionalmente y se han bailado por otras importantes compañías como los Ballets de la Ópera de París (Giselle, Grand Pas de Quatre o La bella durmiente del bosque); la Ópera de Viena y el San Carlo de Nápoles (Giselle); la Ópera de Praga (La fille mal gardée); el Teatro alla Scala de Milán (La bella durmiente del bosque) y el Real Ballet Danés (Don Quijote).

Su vida personal y artística estuvo muy unida a España desde que en 1929 visitara junto a sus padres Jerez de la Frontera y Sevilla, donde recibió clases de flamenco. En el año 2000 recibió el Premio Benois de la Danza, por sus aportaciones a la danza, así como la Orden José Martí, máxima condecoración que otorga el Consejo de Estado de la República de Cuba.

A lo largo de 2010 recibió numerosos homenajes y reconocimientos dentro y fuera de su país con motivo de su 90 cumpleaños, como el Premios Nacional de Enseñanza Artística y la Medalla Haydeé Santamaría del Gobierno cubano.

El 15 de septiembre de 2015, a punto de cumplir 95 años, afirmó en una entrevista a Efe que le hubiera gustado “bailarlo todo”: “existo, vivo y muero por la danza”.- Efe