David González, Galder Izagirre y Gorka Urbizu volvieron a hacer vibrar el pabellón Navarra Arena. Durante 25 años, el trío navarro ha conseguido traspasar las fronteras con su música y, siempre, siendo fieles a su cultura y a su idioma: el euskera. La banda, fundada en 1994 en Lekunberri, terminó por convertirse en un fenómeno que ha arrasado en todas las partes del mundo desde España, Francia, Alemania, Canadá, EEUU, Japón, Reino Unido y Australia con más de 1.000 conciertos ofrecidos.

Berri Txarrak ha conseguido arropar y unir a todo tipo de públicos como pudo verse ayer en las inmediaciones del Navarra Arena horas antes de que empezara el concierto. El mal tiempo y la lluvia no impidieron que los asistentes esperaran las colas previas y se reunieran en El Sadar antes de presenciar la última gran despedida del grupo. Adiós al que no quisieron faltar dos hermanas de Oyarzun, Guipúzcoa, afirmaron haber seguido toda la trayectoria de la banda desde sus inicios: “Queremos despedirles a lo grande”. Aunque no es la primera vez que acuden a un concierto suyo, su música les ha hecho desplazarse en otras ocasiones hasta Burdeos para disfrutar del directo de su espectáculo. Además, destacaron que el grupo siempre ha sido fiel a su cultura como una de las razones que han diferenciado a la banda navarra de las demás.

Acudir al último concierto del grupo hace aun más especial el evento, que ha pasado a la historia en Navarra. Berri Txarrak se ha convertido en el primer grupo en duplicar el concierto en el Navarra Arena, agotando las entradas desde hace casi un año.

emociones a flor de piel La despedida exigía estar a la altura de su carrera profesional. Entre los asistentes hubo varios que aprovecharon el concierto como última oportunidad para poder disfrutar de su música, que juntó a asistentes venidos sobre todo de la CAV y Navarra. Jon Pérez, natural de Donosti, vive en Tarragona y aprovechó el último concierto del grupo navarro para pasar en Pamplona el fin de semana y conocer el espectáculo que ofrecen. “Nunca he podido verlos en directo. De hecho, no he leído nada en internet para saber lo mínimo posible y que sea una sorpresa”, añadió el asistente. Mientras el grupo navarro ultimaba las pruebas de sonido hora y media antes de la apertura de puertas, Naia Chapman y Lourdes Unzué, de 16 años, esperaban con ansia y emoción el concierto. Ambas comenzaron a seguir al trío navarro hace cuatro años y aseguraron que esperaron que fuera “un conciertazo, tenemos muchas ganas de verlos, sobre todo porque es el último”. Pese a que muchas personas se quedaron sin su entrada, la hermana de Unzué tuvo la oportunidad de vivir el doblete en el pabellón Arena.

A lo largo de estos 25 años Berri Txarrak ha unido pasión y sentimientos en sus canciones y ha conseguido llegar a las personas a través de la emoción de sus letras, como a Irati Azkarate que ayer vio a su grupo favorito por última vez en siete años, aunque ha acudido a seis conciertos anteriores. Berri Txarrak ha conseguido que sus públicos vivan sus canciones y las hagan suyas. “Las letras me llegan mucho, pero sobre todo, me gusta cómo suenan en el directo”, relató Azkarate instantes antes de entrar en el pabellón. El secreto de la música es compartirla y vivirla con la gente que te rodea. Berri Txarrak ha llenado el alma de miles de personas a lo largo de todo su recorrido, y presenciar el último concierto era considerado un lujo. Berri Txarrak consigue vibrar allá donde va, aunque de momento dice adiós a la música, sus seguidores seguirán viviendo sus canciones, haciéndolas suyas.

El Post-it

Pamplona llena, tras el concierto. La despedida del grupo navarro Berri Txarrak no pasó desapercibida en el Casco Antiguo de Pamplona. Nacho Calvo, Secretario General de la Asociación Navarra de Hostelería y Turismo, reconoció que los grandes conciertos que tienen lugar en Pamplona, influyen positivamente en el sector de la hostelería. La zona más transitada fue Navarrería y los bares que la rodean en donde no esperaban que acudiera tanta gente el viernes tras el concierto, reconoció el camarero del bar La Urbana, Borja Cruañes.