es complicado poner palabras al concierto que ofreció Berri Txarrak el pasado sábado en el Navarra Arena. Quizá la mejor imagen que resuma el recital musical que ofreció el trío es que pasadas las casi tres horas de concierto, con los de Lenkuberri ya retirados del escenario, el público seguía ahí, firme. Sin moverse y a la espera. Esperando, quizá, que la despedida no fuese tal. Que regresasen a las tablas a tocar la última. Beste bat. Que no, que BTX no ponía fin a sus 25 años de trayectoria. Pero sí. Era el momento de digerir, aunque doliese, el ikusi arte, en una noche en la que fueron eternos.
Fue una noche para la memoria, tanto para Gorka Urbizu -voz y guitarra-, David Gonzalez -bajo- y Galder Izagirre -batería-, como para las más de diez mil almas que abarrotaron el Navarra Arena. Por segundo día y para asistir a un concierto de rock y en euskera. Histórico, “le pese a quien le pese”, disparó Gorka. Pero además en el pabellón navarro se habló también en gallego, en catalán, en valenciano... Porque a la capital navarra llegaron seguidores de todo el Estado y BTX fue ese hilo invisible que unió a todos y cada una de ellos. “El foco alumbra siempre al mismo sitio, así que gracias por hacer un esfuerzo y escuchar a Berri Txarrak”, apuntó Gorka. Pero hace tiempo que el foco son ellos.
Fue también la oportunidad para cerrar un círculo: sobre el escenario se reunieron de nuevo Aitor Goikoetxea, Aitor Oreja y Mikel Lopez Rubio, los miembros originales de la banda que nació en 1995. Ellos sentaron a todo un Navarra Arena con Ikasten -petición expresa del Rubio, contó Gorka-. Fue sólo uno de los momentos para el recuerdo en una noche que desmostró que temas nuevos como Zaldi Zauritua y Spoiler! han dejado buena huella como en su día lo hicieron Jaio.Musika.Hil, Ikusi Arte o Bueltatzen.
Hubo gargantas mordidas por la emoción y probablemente así sigan a día de hoy para unos cuantos. Conscientes de ello, Berri Txarrak había diseñado un paquete de pañuelos de kleenex para la ocasión. Seguro que muchos lo necesitaron cuando Gorka desnudó Maravillas a guitarra y voz. O cuando sonó Tortura Nonnahi, uno de los temas de aquel primer disco que grabaron en 1997 y que no es habitual en el repertorio de la banda. O para cantar, saltar y sudar por última vez Oihu. O para... Momentos y motivos hubo de sobra.
unas canciones eternas El tiempo, tanto el pasado, como el presente y el futuro, marcaron la noche. Era inevitable mirar atrás, a esos 25 años de trayectoria, y con Poligrafo bakarra, en los que como recordó Gorka, “la pasión es el mínimo exigible” ha sido siempre la filosofía y el motor del grupo. Y todo ello ante un futuro en el que habrá un vacío, aunque la banda asegurase que el hueco lo tendrán ellos, cuando ahora no haya ya más conciertos y encuentros con el público de por medio.
Pero es inevitable hablar de ausencia cuando han pasado sólo horas desde que Gorka, David y Galder pusiesen a bailar a todo el Arena con Oreka. Y de nuevo comprometidos arriba del escenario, pero también abajo, recordaron a Pirritx eta Porrotx cantando y con un “abajo los payasos políticos” y una reivindicación: “Pese a todas las trabas, nunca conseguirán quitar el color de nuestra cultura”. O con Min Hau, para recordar a los chavales de Altsasu y la última concentración que tuvo lugar en “la plaza de la insumisión” el pasado mes de octubre.
Que fuese la última oportunidad para disfrutar en vivo del rock sin límites de los de Lekunberri regaló momentos como que Sols el poble salva el poble, tema de KOP que han hecho suyo, contase con un bis propio: el público pidió más y una mirada entre la banda bastó para lanzarse de nuevo a tocar la canción. De haber podido, seguramente a unos cuantos les hubiese gustado repetir el parkour de corazones que siempre es Katedral bat o el manto emocional que fue Iraila.
Se podrá regresar, una y otra vez, a las más de cien canciones que deja como legado Berri Txarrak y que como la banda recordó en un vídeo previo a su actuación, seguirán vivas gracias a cada uno de sus seguidores. Un agradecimiento extendido al invitar, una vez finalizado el concierto, a todo su equipo técnico para hacerse la foto de familia en el escenario. Fue la despedida definitiva a un cuarto de siglo para la historia, escrito con letra propia: Jaio.Berri Txarrak.Hil.