- El arquitecto y fotógrafo Iñaki Bergera presentó hace unos días en el Palacio del Condestable de Pamplona la exposición Panticosa. Arquitectura y territorio en conflicto, en la que plasma un diálogo, no siempre fácil, entre edificios abandonados a su suerte y la naturaleza que reclama su espacio. La muestra no se puede contemplar in situ debido a la situación de confinamiento actual, por lo que la entidad organizadora, la delegación foral del Colegio de Arquitectos Vasco Navarro (COAVN) ha colgado las imágenes en la siguiente dirección: http://www.coavna.com/actividades-cultural/19237/

En esta propuesta expositiva, una de las dos que promueve el COAVN todos los años por estas fechas, las fotografías “persiguen la idea de límite, ese punto donde la arquitectura y la naturaleza, dos fuerzas vivas cada una a su manera, tratan de dialogar entre ellas”. La fotografía de objetos y paisajes extraños, en ocasiones apocalípticos, donde en muchas ocasiones la crisis del patrimonio industrial queda patente, es una de sus principales señas de identidad. Bergera ha fotografiado también cementerios de coches o gasolineras abandonadas al otro lado del Atlántico. “Siempre he buscado fotografiar paisajes urbanos extraños poco convencionales, apocalípticos en ocasiones, series de objetos a modo de tipologías arquitectónicas: casas, coches, gasolineras... por una especie de fascinación infantil difícil de explicar”, cuenta.

Y en ese deambular con la cámara al cuello, se topó hace unos años en una de sus frecuentes incursiones por el Pirineo aragonés con un escenario único, abandonado a su suerte, el Balneario de Panticosa, donde la naturaleza clama por su espacio invadiéndolo todo y donde la arquitectura se desmorona tras una lucha encarnizada, pero perdida de antemano de la que dan constancia las imágenes de la exposición. Premio COAVN de Arquitectura 2019 en la categoría cultural, para Iñaki Bergera “fue un subidón sumar la naturaleza sublime a una arquitectura potente que la acoge y la rechaza al mismo tiempo, el grito visual de una arquitectura abandonada a su suerte”.

Un hilo de agua que penetra por una grieta del edificio, un musgo que se asoma entre la piedra, una roca que parece sujetar impasible un muro complejo de edificios ideados por dos premios Pritzker: Álvaro Siza y Rafael Moneo. “Estamos ante una arquitectura que quiso ser, pero que nunca llegó a ser, teatralizaciones que nos hablan de la presencia de una ausencia, imágenes de un despropósito, la opulencia hecha añicos, el abandono y la huida hacia ninguna parte…”, concluye Bergera.