BARCELONA. "La COVID-19 y las zonas de conflicto tienen algo en común y es que trabajas con problemas y dolor ajenos, y como fotógrafo debes aplicar dos reglas universales: empatía absoluta y máximo respeto", asegura Ricardo García, flamante ganador del tercer premio en la categoría 'General News' de World Press Photo.

En una entrevista telemática, el freelance barcelonés, colaborador de medios internacionales como The New York Times, Le Monde o The Guardian, considera que el World Press "abre la puerta a fotografías y hechos que pasan bastante desapercibidas en la información occidental".

Y ahí se cuela su foto de las protestas en Irak -con la que él ha logrado el reconocimiento- pero también las que en esta edición han obtenido el primer y el segundo premio, realizadas en Sudán y Siria, respectivamente.

La fotografía de García galardonada, que no llegó a publicarse, se enmarca en las protestas ocurridas en octubre de 2019 en Irak y que, según el fotógrafo, fueron reflejo del "cambio de una nueva generación que pide oportunidades porque creen que les han robado el futuro".

Unas manifestaciones, añade, que, aunque tuvieron un carácter pacífico, provocaron una represión "tremenda", con más de 600 muertos.

La imagen del reportero gráfico catalán reconocida por el World Press Photo, captura a uno de aquellos manifestantes, en estado de inconsciencia, durante una violenta noche en la que hubo fuego real y gases.

"Lo metieron dentro de un tuk-tuk, un triciclo en forma de ambulancia, que usan para sacar a los heridos de las manifestaciones y llevarlos a los hospitales más próximos", rememora de ese instante.

Ricardo García, que se encontraba en Siria cuando se desató la COVID-19, consiguió finalmente volver a España hace unos días, aunque el regreso le resultó "muy complicado".

Cuando entró en Siria ya le habían advertido de que no le podían asegurar la salida del país, pero finalmente logró cambiar de ruta, por Jordania, y llegar a España, en el momento en que los aeropuertos de El Prat y Barajas se encontraban vacíos de pasajeros por la pandemia.

"Ahora estoy en Madrid haciendo un reportaje sobre la situación a nivel nacional de la emergencia de la COVID-19 e intentando plasmarlo en fotografías", relata.

De momento, este trabajo todavía no tiene asegurada su publicación para un medio en concreto y de hecho su web aparece como un 'work in process', aunque ya ha distribuido alguna imagen a la BBC, France 24 y a la agencia France-Presse.

Este barcelonés, que trabaja por su cuenta desde hace 19 años, cree que la actividad de reportero gráfico en las zonas de conflicto tuvo un punto de inflexión en 2011, cuando dos periodistas americanos fueron asesinados y los medios anglosajones dejaron de financiar este tipo de trabajo.

Un día a día, remarca García, que "requiere, entre otras cosas, de un fixer (un conseguidor) en la zona para que te guíe y que te puede llegar a costar desde 250 euros a 1000 euros diarios", cantidad que pocos fotógrafos se pueden permitir, si no hay un medio detrás.

"En ese contexto, para cualquiera que se dedique a esto de forma independiente, cubrir zonas de conflicto es insostenible", reflexiona el reportero gráfico que intenta buscar alternativas y financiar sus viajes como cámara de televisión, mientras hace también fotografías.

Precisamente, una de esas instantáneas que capturó cuando trabajaba como cámara para una televisión francesa, es la imagen seleccionada por el World Press Photo.

Aún así, García confía en que tras la actual e incierta crisis mundial provocada por la pandemia, la sociedad occidental sea algo más sensible a los problemas existentes fuera de sus propias fronteras.

"Vivimos en una burbuja y disfrutamos de una serie de cosas, como la calefacción o el agua, que nos parecen normales y básicas pero que para ellos no lo son", subraya el fotógrafo sobre los privilegios cotidianos de los que los habitantes de los países desarrollados gozan sin ser plenamente conscientes de ello.