e publicado este libro para que muchas personas, gais o no, vean que existe una comunidad que tiene derecho a vivir su vida como le dé la gana, sin rendir cuentas a nadie ni sentir miedo de ser juzgada por ponerse un vestido, pintarse el pelo de colores ni, desde luego, por su condición sexual". Así habla el fotógrafo Luis Foncillas, koitz sobre el volumen koitz Gay Fire Island que acaba de publicar y en el que reúne 90 de las cientos de imágenes que ha tomado en la citada isla de Nueva York entre los años 2006 y 2019. Fotografías "casi siempre felices" y "llenas de color y vida", en un intento de captura la vida de la comunidad LGTBIQ+ "de una manera espontánea" y libre.

El libro se ha editado en Estados Unidos, pero se imprimió en Artes Gráficas Palermo (Madrid) y ya se puede adquirir on line y también en las tiendas Elkar de Euskal Herria. "Está teniendo muy buena aceptación por parte de las librerías y han pedido más", cuenta koitz, que vive en Nueva York -actualmente en Williamsburg- desde 1994. "Mi plan original incluía dos presentaciones en las librerías de Elkar de Pamplona y Bilbao a principios de mayo, pero por los motivos que todos conocemos tuvieron que ser canceladas. Me dio mucha pena", agrega. A pesar de todo, la semana pasada le informaron de que próximamente habrá sendos actos en la Casa del Libro y en la Fnac de Madrid.

El fotógrafo navarro veranea desde hace 15 años en Fire Island junto a su marido, el diseñador de interiores Doug Jones. Se trata de una estrecha isla de arena situada en el océano Atlántico, a 96 kilómetros al este de la ciudad de Nueva York. Tiene una longitud de 50 kilómetros y una anchura aproximada de un kilómetro. "Con la llegada del buen tiempo, miles de personas se instalan en las diferentes comunidades de la isla", un total de 17. Allí, las calles "son en realidad paseos de tablas de madera que conectan los muelles, las casas y la playa". Y salvo en los extremos este y oeste no circulan coches, excepto los de los servicios de seguridad. Koitz se ha centrado en las dos comunidades LGTBIQ+, la de Cherry Grove y la de The Fire Island Pines, y las ha retratado durante años, documentando todo tipo de eventos, grandes y pequeños, como, por ejemplo, las ya desaparecidas fiestas Ascension o Blackout, la elección de Miss Fire Island o la Invación de los Pinos. Este último acontecimiento tiene lugar cada 4 de julio desde hace 44 años, cuando cientos de residentes de Cherry Grove vestidos de drag queens se trasladan en ferry hasta The Fire Island Pines. Cuenta que es su día favorito en todo el verano.

Además de fiestas y actos públicos, su contacto con ambas comunidades ha permitido al fotógrafo acceder a momentos privados, capturando "siempre desde la reveladora y profundamente individual perspectiva de koitz, la atmósfera que solo se puede encontrar en lugares como Cherry Grove o The Pines", apunta el curador Nicholas Davies, para quien el pamplonés es "digno heredero" de artistas como Paul Cadmus, Jared French y Margaret Hoening. Artistas que, "en su trabajo de colaboración bajo el nombre PaJaMa fotografiaron Fire Island y exploraron también la belleza de la figura humana en el rígido, casi austero, paisaje de océano, cielo y arena".

Mucho más que un triángulo

Patrick Ryan, autor de libros como The Dream Life of Astronauts y Send Me, firma el prólogo de este libro para el que el autor ha contado con el apoyo de Neal Slavin, "mi mentor" y fotógrafo especializado en grupos. Él hizo una primera selección de 180 imágenes y, más tarde, la diseñadora Bonnie Bryant escogió las 90 finales. La portada llevo más tiempo. "Le dimos muchas vueltas. Es muy sencilla, pero tiene un significado muy profundo", explica koitz, que desde el principio tenía "muy claro" que tenía que ser "muy gay y, a ser posible, de tela rosa". También sabía que el título debía incluir la palabra gay, y "quería que fuera troquelada, pero era muy difícil de hacer", así que a Doug, su marido, se le ocurrió lo del triángulo, un símbolo "abierto a mil interpretaciones". "Hay quien lo ve como una ventana que se abre a un mundo muy especial, y me parece perfecto, pero yo he querido que sea un homenaje a la comunidad homosexual que sufrió todo tipo de atrocidades durante el nazismo", dice. Y añade: "Quiere ser un tributo de las víctimas que en los campos de exterminio fueron forzadas a llevar un triángulo rosa boca abajo cosido en su uniforme, como una especie de insignia de vergüenza". A la vez, el color rosa "es un recordatorio de los avances del colectivo LGTBIQ+ durante los últimos años, así como una celebración de nuestra forma de ser y de ver la vida".

Koitz ya ha mostrado parte de este trabajo en Nueva York, Fire Island y en Los Ángeles, y en 2015 recibió el Founders Cultural Award de la Universidad del Sur de California, que patrocina a artistas de comunidades minoritarias. En este trabajo, koitz es "plenamente consciente de qué retrata y qué no". "No quiero que quien vea estas fotos piense que mis modelos -o yo mismo- somos freaks, sino simplemente personas normales que vivimos nuestras vidas como queremos hacerlo". Y subraya que para él es fundamental "no retratar jamás a una persona de manera poco digna o que pueda sugerir una falta de respeto por mi parte". El navarro considera esta serie como "la más importante" de su trayectoria, y en estos momentos, trabaja en un proyecto "mucho más atrevido", con algunas de carácter sexual, "pero todavía no estoy preparado para mostrarlas". También desarrolla Brock in a Dress, junto con la modelo Brock Forsblom y el estilista Anthony Hadaway y ha publicado dos libros de postales: Pretty Gay y Pretty Gay: Mitch en el País de las Maravillas. "Los diseñó Rebeka Arrarás, se imprimieron en Gráficas Ulzama y se pueden encontrar en la tienda de mi amiga Arantza Martinena (La Cabina). Me hacía ilusión que se vieran en mi ciuda natal", termina.

"El triángulo recuerda a la comunidad homosexual perseguida por los nazis"

Periodista y fotógrafo