in buscar, encontré una pequeña parte de la inmensa tragedia. Me horrorizaba, claro. Ahora, después de buscar, conozco mucho más de lo que ocurrió y aún me horroriza más. ¿Cómo lo hice? Fue compartiendo momentos y lugares de memoria". Bingen Amadoz nos pone en guardia de este modo ya en el texto introductorio de Matones, su nuevo trabajo, pero el libro, claro, es mucho más: "Un sentido equilibrado de la justicia chocará inevitablemente con la historia real, que lejos de condenar a los asesinos y a sus investigadores los premió, concediéndoles honores, prebendas y bienes, muchas veces arrebatados directamente del patrimonio perteneciente a los que hicieron desaparecer y a sus deudos".

El periodista navarro, en Matones (¡Para que todos los sepan!), nos regala "conocimientos que me han sido trasmitidos y que pretendo divulgar". No es poca cosa, ni mucho menos. Pero en tales menesteres, Bingen Amadoz no es un advenedizo: Montes que daban pan (Altafaylla, 2012) es la historia de unos emigrantes a los que el autor recuerda en beneficio de la memoria histórica y Palestina, piedra y olivos. Palestina, harria eta olibondoak (Solidaridad para el Desarrollo y la Paz, 2013) es otra historia, la de los palestinos y las palestinas que él conoció allá por 2011. Pueblos oprimidos: "Supe desde mi más tierna infancia que los caminos vitales de mis padres y abuelos habían estado marcados a sangre y fuego", nos recuerda en Matones.

Este nuevo libro es, pues, un testimonio. El testimonio de una realidad dura como la piedra. Y mucho, mucho más.

Autor: Bingen Amadoz. Editorial: Pamiela, 2020. Páginas: 264.