- ¿Cómo ha recibido la noticia del galardón?

-Con muchísima alegría: un reconocimiento de este tipo y en tu propia comunidad, es lo máximo a lo que puedes aspirar, francamente. Y además de lo personal, que eso es obvio, me produce alegría el hecho de que tras 31 ediciones, ha recaído el premio en un fotógrafo. Que está muy bien, aunque creo que tendría que haber sido antes... Y no estoy pensando en mí, pero debería de haber sido premiado otro fotógrafo antes. Espero que no tanto el siguiente fotógrafo en volver a tener el premio.

¿Puede servir este premio como una forma de visibilizar la fotografía, que muchas veces parece ser un arte que queda en segundo plano?

-Sí, es un hecho que todo el mundo reconoce la fotografía como un arte, pero luego siempre, cuando llega la hora de la verdad, siempre queda como un escaloncito más abajo. A la mañana me han dicho de que a lo mejor hay artes menores y artes mayores, pero soy enemigo de eso: o hay arte, o no lo hay. Tú puedes hacer arte con una guitarra, con una orquesta sinfónica o con una cámara fotográfica. No hagamos clasificaciones. Entonces, este tipo de premios sirven para que la fotografía ocupe el lugar que yo creo que le corresponde, porque es justamente uno de los artes importantes de nuestro tiempo.

¿Cómo fueron sus primeros pasos en el mundo de la fotografía, de forma autodidacta?

-Sí, en aquella época no había centros donde te podías dirigir a aprender fotografía, de un modo renovado o sistemático, y prácticamente todos los fotógrafos de mi generación fuimos autodidactas. Eso tiene sus aspectos negativos, porque te cuesta mucho más tiempo aprender las cosas y es a base de prueba y error, pero también tiene aspectos positivos, porque significa que hay una verdadera voluntad de aprendizaje. Entonces lo considero, en términos generales, más positivo que negativo. Hoy en día ya no es así, si quieres estudiar fotografía tienes innumerables lugares donde puedes hacerlo... Y en nuestra época es que costaba hasta encontrar libros de historia de la fotografía, que no había. Uno se convertía un poco en historiador para saber qué había pasado antes que él... y éramos fotógrafos, investigadores, docentes, escribíamos de fotografía como buenamente podíamos… El fotógrafo era un militante que tenía que ejercer en la causa fotográfica.

Precisamente en la rueda de prensa de la resolución del premio, se ha destacado su colaboración con otros fotógrafos navarros, tanto en formación como en simples consejos a la hora de montar una exposición.

-Sí, fruto de esa militancia y de que uno tenía que dar clases y buscarse la vida por donde fuese. Muchos fotógrafos de esta comunidad en algún momento dado han sido alumnos, o han consultado cosas... Me llena de satisfacción, porque habré acertado en ocasiones con los consejos y en otras no, pero el haber estado ahí, que la gente haya tenido confianza en lo que le podías decir... Me parece muy bonito. Este premio lo hago extensivo al colectivo fotográfico, me fastidiaría muchísimo que tardasen otras 31 ediciones en volver a premiar a un fotógrafo. En Navarra hay fotógrafos estupendos que lo hacen francamente bien y espero que esto sea abrir el melón y que vengan más fotógrafos. Digamos que es un premio del colectivo, no sólo personal.

Un premio en Navarra, en casa, donde además ha desarrollado gran parte de su obra, ya que su trabajo está muy ligado a Pamplona y a la Comunidad Foral.

-Sí, mis últimos trabajos han girado ya no sólo en Pamplona, sino en Zizur, que es donde vivo. Siempre he creído que el fotógrafo no tiene necesidad de irse muy lejos a hacer fotografías. Por supuesto que hay fotógrafos viajeros cuya obra admiro mucho, pero yo me conformo con la manera de mirar las cosas del día a día. Y eso, afortunadamente, lo tengo a pie de calle, no necesito más. Y que eso se reconozca… Porque si hubiese hecho un trabajo fantástico en la India, pues parece que… Pero creo que el fotógrafo es alguien que tiene que hacer fotografías en su día a día, por la mañana y por la tarde, en su casa, en su calle y en su barrio. Viajo de vez en cuando, pero cuando lo hago, no hago fotografías especialmente muy buenas. Me va más reflexionar las cosas que tengo aquí a mano y darle vueltas, hasta que consigues la imagen que quieres. Porque lo que tenemos muy cerca no lo vemos y hay que despojarse un poco de esa rutina para verlo de otra manera. Y eso me atrae mucho.

Séptimo cielo, Extramuros, Paisaje anónimo, Retornos, Paisaje anónimo, Paisaje sin retorno... Pero, ¿cuál es la serie -si es posible quedarse con una- que más represente su fotografía?

-Es complicado… Quizá la que ha tenido más impacto ha sido, por ejemplo, la que hice en Bilbao en los años 93 y 94. Fue un trabajo de encargo que se hizo antes de que llegase el Guggenheim y me recorrí aquellos andurriales de la ría, a lo largo de dos y tres años, e hice un trabajo que marcó un antes y un después en mi biografía fotográfica. Quizá me quedaría con alguna de las imágenes de esa serie.

Desde que comenzó a fotografiar en los años 70, la propia fotografía ha evolucionado, ligada al avance tecnológico, ¿se han perdido ciertas cosas, pero ganado otras?

-Ese es el mejor resumen. Desde que la fotografía nació en el año 1839, ha sido una sucesión ininterrumpida de procesos tecnológicos distintos y unos han ido sustituyendo a otros. Ahora, llevábamos tiempo con un procedimiento que parecía único en hacer fotografía, hasta la llegada de lo digital, que junto a Internet, ha representado una revolución. Yo he pasado de ser un fotógrafo químico, que trabajaba con una cámara antigua, a ser un fotógrafo digital. Pero no creo que no haya ninguna contradicción en ello, los fotógrafos a lo largo de la historia hemos tenido que hacer estos procesos adaptativos una y otra vez. Que conste que seguro que este no será el último.

Cerremos con una pregunta manida: ¿qué es la fotografía para Carlos Cánovas?

-Si tuviese que resumir mi respuesta mucho mucho mucho, diría que es una forma de estar en el mundo. y una forma de ser. Es mirar y dedicar un tiempo a esa mirada, analizar qué estás mirando, ver qué es lo interesante que hay ahí e intentar trasladarlo a los demás. Y eso implica una manera de estar, de ser espectador y hacer partícipes a los otros. El fotógrafo es un tipo que pasaba por allí, a veces con toda la intención y otras casualmente, que vio algo y que decidió contárselo a los demás, para que los demás pudieran compartir su experiencia. Esa es para mí la clave de mi fotografía y es a lo que aspiro, otra cosa es que lo consiga o no (risas).

“Siempre he creído que el fotógrafo no tiene necesidad de irse muy lejos a hacer fotografías, yo me conformo con las cosas del día a día”

“Es bonito haber estado ahí para muchos fotógrafos de Navarra que han confiado en mí y en aquello que les podía decir”