- Nació hace casi cuatro décadas en Ayamonte, municipio onubense que prácticamente marca la frontera entre España y Portugal. Y desde el lado más fronterizo, creció también su música: desde que Pitingo debutó en 2006 con Pitingo con Habichuelas, siempre ha difuminado los límites y géneros. Lo suyo es la unión del flamenco y del soul. Soulería, le llama. Eso sí, sin perder de vista nunca sus raíces, dice. "El flamenco tradicional es mi vida, lo he vivido desde chiquitito", explica.

La de hoy será su primera actuación en el Flamenco On Fire, ¿qué conoce del festival?

-Me hace mucha ilusión, porque todos los compañeros que han trabajado allí me hablan muy bien del festival. Además, sé que en Pamplona hay muchísima afición al flamenco, es un homenaje también a Sabicas, ese guitarrista tan genial que dio el flamenco... Estoy muy ilusionado y me voy a dejar el alma y el corazón. Voy a presentar Mestizo y Fronterizo, pero también me voy a acordar de otros discos y por supuesto de la parte más ortodoxa del flamenco, que la conozco y me gusta.

¿Qué le lleva a dar una vuelta al espectáculo y hacer hueco al flamenco más ortodoxo?

-Creo que en el festival habrá gente aficionada al cante flamenco, gente que no es aficionada al cante... De todo. Soy un cantaor muy versátil, aficionado al cante ortodoxo y a muchísimas músicas, con el soul y el gospel por bandera... Pero el flamenco tradicional es mi vida, yo nací en una casa gitana y lo he vivido desde chiquitito, entonces nunca se me olvida y me gusta, de vez en cuando, dar la parte más flamenca de mí.

¿Qué tiene Pitingo de mestizo y qué tiene de fronterizo?

-Soy mestizo y fronterizo, porque nací allá en el monte, en Huelva, en frontera con Portugal. El título es también un llamamiento a la interculturalidad, a entendernos y a aprender. Llevo haciendo eso desde que nací y ahora viajo por el mundo entero y voy quedándome con lo mejor de cada cultura. Con el espectáculo, en el escenario estamos personas de todas las partes del mundo: cubanos, africanos, americanos, otros son gitanos, negros, mulatos... De todo. Damos ese mensaje de lo importante que es la interculturalidad y el aprender. Preguntar sin miedo el por qué de las cosas.

¿El propio flamenco ha ido bebiendo de esa multiculturalidad?

-Es que el flamenco es una mezcla. Por eso no suelo utilizar la palabra puro, porque claro, el flamenco tiene tantísimas influencias africanas, sefardíes, latinoamericanas, árabes, de la música andaluza, de otros folclores de España... es una música mestiza. Entonces pura, no sé, quien quiera llamarla así... yo prefiero llamarla ortodoxa o tradicional.

El debate entre la tradición, la fusión y la vanguardia parece envolver de forma permanente al flamenco... ¿Es necesario difuminar fronteras para que el flamenco no se vaya quedando atrás? Ya lo hicieron Sabicas, Enrique Morente...

-Mire, Morente fue uno de mis mentores, si no el culpable de que yo grabase mi primer disco. Fue quien se fijó en mí y en seguida toda la familia Habichuela, Carmen Linares y otros artistas me apoyaron. Nunca se me olvidará Pitingo con Habichuelas, fueron momentos bonitos.

Y también recibió bastantes palos...

-Enrique Morente me dijo: "Mira, a mí llevan 30 años intentando destruirme, tú tienes que seguir por ahí". Y me tiré a la piscina, me llovieron críticas por todos lados... Pero fue mayor lo bueno y a los hechos me remito: estoy aquí, después de veintitantos años en la música y dándole gracias a dios y a todos esos maestros que me apoyaron, a los que siguen apoyándome y con quienes he trabajado... y no sólo de flamenco, sino también de otros géneros, como Roger Waters, Eric Clapton, Phil Collins, Alicia Keys...

O Sam Moore, quien colabora en su disco Mestizo y Fronterizo.

-¡Sí! Lo conocí en Miami, estaba actuando y al verlo en el público pensé que no podía ser... Y nada, vino al camerino a hablar conmigo y nos pusimos de acuerdo para grabar Soul Man. Él, con 84 años; yo, con 40... y él estaba bastante mejor que yo (risas).

Al hilo de su disco, la canción Fuera cadenas, que abre el compacto, tiene versos como "nunca acabará la batalla de la igualdad de la piel", más que vigentes con movimientos recientes como Black Lives Matters. Lamentablemente, ¿todavía queda pelea por quitar esas cadenas?

-Sí, todavía continúa... Aparte, que esa es mi lucha: la igualdad de todo. Tanto en la piel, en las religiones, en el sexo... El respeto es la palabra más importante para mí. Respeto hacia los demás y a admitir las cosas y aprender de todo. No entiendo muchas cabezas, la verdad (risas). Pero allá ellos, se pierden muchas cosas.

De cara a su actuación en el Flamenco On Fire, es un festival que nació para poner en valor el legado de Sabicas y su figura. ¿Qué recuerdos personales tiene de si acercamiento a la música del maestro navarro?

-Lo escucho desde muy pequeño, es que Sabicas está presente en las casas de todos los flamencos. Esa limpieza que tenía tocando... Aparte, recuerdo a Camarón muy jovencito cantando con Sabicas el fandango Entre Valverde y Huelva, de la familia los Rubio, y no he visto acompañar ese fandango mejor que a Sabicas, que cosa más bonita... Luego ya, por supuesto, Enrique Morente y Estrella Morente me hablaban muchísimo de Sabicas... Y el Tío Pepe y Juan Habichuela -en gloria esté- me contaban que cuando Sabicas se ponía a tocar, luego no quería tocar ninguno. Era tal su limpieza, ejecución, conocimiento, personalidad... que después de Sabicas, no se atrevía a tocar nadie. Y encima fue quien nos abrió la puerta internacionalmente y llevó la palabra flamenco por todos lados, junto con Carmen Amaya. Tenemos que estar agradecidos a todos esos maestros, gracias a ellos el flamenco está donde tiene que estar. Y hay que seguir luchando.

¿Cree que el flamenco está más valorado fuera que aquí, a pesar de ser nuestra música más internacional?

-Es una pena que en España no se le dé ese espacio que debe tener, sobre todo en los medios de comunicación... Cuando vamos fuera de España, vienen a vernos artistas inmensamente grandes, que jamás te imaginarías que vendrían a verte. En México, por ejemplo, Juan Gabriel... Y que aquí no nos demos cuenta... Ese flamenco tenemos que darlo de una manera digerible para algunos, para ir introduciendo el bichito del flamenco y no del coronavirus (risas).

¿Y cómo se hace digerible el flamenco?

-Al acercarlo a otras músicas. Yo desde muy pequeño empecé a hacer la soulería, pero al final siempre meto una soleá, una seguiriya, unos fandangos... Y explico el por qué del palo, de dónde viene, de cuándo y de quién es... Tienes que explicarlo un poquito para que lo entiendan, si no, no se toma atención en el cante. Hay mucha gente que se aficiona de esta manera. Entiendo que una soleá de Juanito Mojama es difícil para una persona que nunca ha escuchado cante. La gente entra al flamenco con Enrique Morente, Camarón, Paco de Lucía... La base es el flamenco, pero siempre acercando otro tipo de músicas.

¿Cree que acercar el flamenco a la calle, a la gente de a pie, es otra de las claves? En Pamplona, por ejemplo, sorprende mucho los ciclos de conciertos callejeros...

-Cuando ves el flamenco en directo, es otra cosa completamente. También creo que hay una barrera en la forma de expresarnos en las letras... Por eso, sin perder lo clásico, es muy importante actualizar las letras del flamenco para que la gente se acerque al cante. No es lo mismo las letras de los años 40, que las de ahora mismo. Y ya si nos metemos en el argot gitano, es para muy poquita gente, sólo para muy aficionados... Hay que intentar llegar a un acuerdo, ni muy ortodoxo, ni que tampoco salte mucho del flamenco. En el equilibrio.

"Me voy a dejar el alma

y el corazón, sé que en Pamplona hay muchísima afición al flamenco"

"Cuando comencé me llovieron críticas y aquí estoy, tantos años después y dando gracias al apoyo de maestros"