Fecha: 09/10/2020. Lugar: Navarra Arena. Incidencias: Último concierto de la gira de reunión de Koma. Brigi Duque (voz y guitarra), Natxo Zabala (guitarra), Rafa Redín (bajo) y Juan Carlos Aizpún (batería).

o del viernes de Koma en el Navarra Arena no era un concierto propiamente dicho, sino más bien un reto, todo un desafío. ¿Sería capaz su público de aguantar la ración concentrada de tralla y metal sin levantarse de los asientos y ponerse a botar? Por si la prueba no fuera ya de pie sí lo suficientemente dura, a las motivaciones sonoras se les unió otra sentimental: era la última actuación antes de su ya anunciado parón definitivo. No parecía sencillo, pero, al final, aunque los cuerpos pedían movimiento, el sentido común se impuso y todo el mundo respetó escrupulosamente las medidas de seguridad. Una nueva lección, (¿cuántas llevamos ya?), de que la cultura es segura. Y un muy merecido espaldarazo para la organización (personal del Navarra Arena y equipo del Iruña Rock); vaya para ellos, como siempre, nuestro más sincero agradecimiento.

A pesar de lo extraño de las circunstancias, los Koma salieron como si el concierto se estuviese celebrando en cualquier sala abarrotada o festival multitudinario: dándolo todo, forzando la máquina, apretando el acelerador y, de paso, el botón de destrucción total. Como si quisieran derribar el pabellón con el volumen de sus instrumentos, el cuarteto protagonizó un inicio aplastante con Los niños de Lapos Guerra, Tío Sam (con sarcástica dedicatoria a Donald Trump incluida) y Jack Queen Jack. En esta última, el público cantó al unísono, respondiendo así al “¿Me echáis una mano?” que les había lanzado Brigi. Ya habían señalado el camino y no estaban dispuestos a apartarse de él. La chulería, Protestantes o Vaya carrera que llevas, chaval, sonaron apabullantes, con los cuatro instrumentistas perfectamente conjuntados y ofreciendo lo mejor de sí mismos.

A mitad de actuación concedieron una pequeña tregua, o, como dijo Brigi, un “acto de solidaridad”, cuando el cantante y Natxo se sentaron en unos taburetes similares a los del público con sendas acústicas y despacharon en ese formato Deprimido singular, con gran solo de guitarra, y Buitres (a su alrededor). “Qué raro es esto de tocar en un cotillón navideño”, bromearon. Y en realidad, ahí se acabaron las bromas, pues con Por los siglos de los siglos regresó la apisonadora eléctrica. Después, Me vacío, con su puntito reggae, y Caer, con ese bajo demoledor de Rafa. Sakeo mantuvo la tensión y enardeció, todavía más, al público. Por cierto, esta es otra de esas letras que en la actualidad adquiere nuevo significado (“no han sabido inventar ninguna vacuna que nos calme”).

Dejaron para el final las sorpresas: El sonajero, en la que incluyeron festivos arreglos de viento metal, y Sé dónde vives, que estuvo precedida por una introducción de txalaparta. En la traca final no faltaron perlas como Marea gora, su contundente versión de Itoiz, Aquí huele como que han fumao, Mi jefe o El infarto. Al final, casi sin tiempo, Bienvenidos a Degüelto, que más que a bienvenida, sonó a despedida. La fiera se retira a hibernar, pero esperemos que volver a escuchar su rugido.