andemia a un lado, este 2020 ha sido una fecha que celebrar en el mundo del libro en Navarra: por un lado, la Biblioteca de Navarra celebra su 150 aniversario, a la par que la Red de Bibliotecas cumple 70 años. Las instituciones bibliotecarias, que actualmente suman 93 centros repartidos por toda la geografía foral, protagonizan una muestra conmemorativa que desde ayer acoge la Biblioteca de Navarra. Bajo el lema Territorio Libro - Territorio Libre/Liburu erenua - Eremu librea, se ofrece al visitante un viaje cronológico y visual por la historia de la lectura pública en Navarra, que a día de hoy, mira al futuro y continúa creciendo.

La muestra, que se extiende por el patio central, el hall de la sala de proyecciones y la sala de exposiciones del edificio, asemeja ser un túnel del tiempo y combina paneles y cubos explicativos, con textos tanto en castellano como en euskera, proyecciones audiovisuales e instalaciones interactivas que resumen el pasado, presente y futuro de las instituciones bibliotecarias forales. La exposición ha sido comisariada por Jaione Vicente, acompañada ayer en la presentación por la consejera de Cultura y Deporte, Rebeca Esnaola; y la directora del Servicio de Bibliotecas, Asun Maestro.

Precisamente la consejera Rebeca Esnaola quiso destacar esa “la solidez en el tiempo” mantenida por las bibliotecas públicas de Navarra, la cual ha permitido constituir una red consolidada “próxima a la ciudadanía”. Porque si algo reivindica la muestra es el carácter popular de las bibliotecas: “La idea que originó la exposición fue la evolución de los espacios y de las personas a lo largo de la historia y alrededor del libro”, explicó Jaione Vicente, en referencia tanto los bibliotecarios y como a los propios lectores. Porque al margen del orden cronológico que articula la muestra, ésta recoge una evolución, resumida en su lema: el camino desde el Territorio Libro, ligado al origen de las bibliotecas, entendidas como espacios para preservar y salvaguardar las obras literarias, al Territorio Libre, donde las centros bibliotecarios son ya lugares de complicidad con el lector y de interacción, a través de clubes de lectura, charlas, actividades lúdicas... “Son bibliotecas públicas, son nuestras y para nosotros, no sólo para venir y sacar libros, sino también porque podemos aportar a la biblioteca y hacerla mucho más rica y nuestra”, resumió la comisaria de la muestra.

1870, creación de la biblioteca

La exposición está dividida en arcos formados por paneles que diferencian las diferentes etapas históricas y comienza con la creación de la Biblioteca de Navarra. Y si bien en 1810 hubo ciertos intentos por reagrupar los fondos de libros públicos de Navarra, dispersos entonces por la comunidad, no fue hasta 1870 cuando por primera vez se catalogaron y concentraron en un mismo edificio, con un trabajo dirigido por Natalio Cayuela. Fue en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza, en la plaza de San José. Se almacenaron unos 13.000 libros, en una ciudad que por entonces apenas superaba los 25.600 habitantes, dando lugar a una media que roza el libro por cada dos pamploneses.

A partir de ahí, la muestra recorre la evolución y el crecimiento que experimentó la biblioteca, en un primer lugar muy ligada a la educación, pero abriéndose a todos los públicos conforme pasaban los años. Hizo frente también a la censura franquista en 1936, fecha en la que varios libros fueron retirados de cara al público, siguiendo como criterio el libro Novelistas malos y buenos, del Padre Ladrón de Guevara. Según recogen los paneles de la exposición, que completan los textos con fotos de archivo y manuscritos de la época, entre esas lecturas prohibidas temporalmente se encontraban títulos como La vida del Buscón de Francisco Quevedo; La Celestina, de Fernando Rojas; o Platero y Yo, de Juan Ramón Jiménez.

crecimiento y mudanzas

El túnel del tiempo continúa para mostrar la primera de las mudanzas de la biblioteca -años después, tocarían otros dos traslados más-: fue en 1942, cuando se desplazó a la sede ubicada en Carlos III. Por entonces se comenzó a también a gestar la idea de crear una red de bibliotecas en Navarra -ya existía algún centro, como la biblioteca de Alsasua, creada en 1934-, proyecto que se materializó en 1950. En veinte años, ya había más de 50 centros bibliotecarios en toda la Comunidad Foral.

La segunda mudanza de la Biblioteca de Navarra llegó en 1972, cuando con el objetivo de ganar más espacio, se trasladó al edificio ubicado en la plaza de San Francisco. Tres años después llegó uno de los hitos que marcaron el crecimiento de la red de bibliotecas: la profesionalización de los bibliotecarios. Porque, como recalcó Jaione Vicente, hasta entonces el personal de biblioteca prácticamente eran personas que realizaban voluntariamente ese trabajo.

Fue en 1983 cuando tuvo lugar otro hecho que resultó clave en la consolidación y apertura de las bibliotecas al público general: el préstamo a domicilio. “Fue una gran revolución, ahora nos parece tan básico y normal... Pero antes no existía”, recordó Vicente sobre un avance que continuó con la automatización de la red en 1995. Cinco años después, el 2000 supuso la llegada de los clubes de lectura, que terminarían por generar conexiones y encuentros entre lectores entre las paredes de las bibliotecas. “Esas personas que se juntan alrededor de un libro crean algo nuevo a partir de ese intercambio de visiones, que pasa a ser parte de la biblioteca no como colección material, sino como patrimonio vivo”, justificó la comisaria.

la nueva biblioteca

En 2011 la Biblioteca de Navarra se trasladó a su edificio actual, donde celebra este 150 aniversario. Un presente que en la exposición cambia de formato, dejando a un lado los paneles y ofreciendo actividades interactivas en torno al libro. Ubicado en la sala de exposiciones del centro, en este espacio de la muestra se encuentran unas cajas-cuentacuentos que recitan textos al oído del visitante si se acerca; se ha habilitado también una videoproyección interactiva en la que jugar a descubrir diferentes títulos de obras entre ficheros proyectados en una pared; o es posible escribir un poema en una pizarra a partir de un juego con dados que exhiben palabras aleatorias.

“Recoge la idea de que la biblioteca no es sólo paredes y colecciones, sino que son también las personas que interactuan”, explicó Vicente sobre estas bibliotecas del siglo XXI, en las que los nuevos lenguajes y formatos se han hecho hueco. De hecho, como recordó la directora del Servicio de Bibliotecas, Asun Maestro, hoy día la Red de Bibliotecas ahora incluso se cuenta con una biblioteca móvil: Berragu, la biblioneta que reparte libros entre los vecinos de Artxzibar, Erroibar, Luzaide-Valcarlos, Auritz-Burguete, Orreaga-Roncesvalles y Orotz Betelu.

Además, la exposición se completa con un apartado dedicado a los más pequeños a través de una serie de cajas sorpresas que esconden contenidos adaptados a su edad, con una pequeña muestra del patrimonio bibliográfico y filmográfico -cuya totalidad puede consultarse en el fondo digital de la Biblioteca- y con una proyección de imágenes procedentes del archivo filmográfico.