- Con el El viaje (2016), el álbum que por cuestiones presupuestarias tuvo que grabar solo con voz y guitarra acústica, Juan Perro plantó un esqueje que, con las mismas canciones y el sustrato de toda su banda, ha florecido como Cantos de ultramar, puede que su “disco de comienzo de la madurez”.

“Aunque eso siempre puede ser un pequeño fracaso y volver a la adolescencia, que es una recaída que tiene cualquiera”, bromea a sus 66 años Santiago Auserón (Zaragoza, 1954), el hombre al frente de este proyecto musical en torno a los palos de ida y vuelta con América.

Masterizado desde el otoño de 2019, los orígenes de temas como Ámbar se remonta mucho más atrás, al álbum que precedió a este, en el que se propuso hacer una demo más cuidada que las maquetas habituales. Con un poco más de trabajo y un formato al que nunca se había acercado (voz y guitarra) y en un período de crisis en el que los cachés se habían contraído, por lo que el presupuesto era muy limitado. “Dije a la banda que acabaría El viaje así, pero que me gustaría contar con ellos para el engalanamiento de estos temas”.

El objetivo al afrontar Cantos de ultramar (La Huella Sonora) era ir más allá de “una cosa ornamental”. “Había que darles la vuelta a esas canciones, llegar a su germen y sacar una sonoridad que defina a la banda de Juan Perro como proyecto de futuro”, subraya tras cuatro años dándoles vueltas en conciertos, en el local de ensayo y en el estudio, escribiendo y reescribiendo preludios, interludios, metiendo vientos... “Les pedí que aportaran todo lo que se les ocurriese para elegir lo más guapito”, señala Auserón ante un disco en el que no es casual que la firma aparezca esta vez como Banda de Juan Perro. “Este disco no es una mercancía, es un proceso vital y de creación musical, una pequeña y humilde parte de la historia de España”, sentencia ante un álbum en el que el Caribe, el jazz y la tradición nacional se entremezclan.