Un canto a la riqueza del mestizaje a ritmo de danza y música africanas. Un homenaje a África desde aquí, y a la comunidad navarra desde la cultura africana, a través de un viaje por ritmos, intensidades y emociones. Todo esto es Huellas-Aztarnak, el espectáculo que la compañía de la escuela Baobab Danza estrena este viernes 26 de marzo a las 19.30 horas en la casa de cultura de Burlada.

El proyecto, que aúna danza, música y voz en directo, surge a raíz de un encargo de África Imprescindible a las impulsoras de Baobab Danza para celebrar el 20º aniversario del festival.

Dirigido por Ainhoa Carrera Igeltz y María Arcos Corretjé, el espectáculo, de hora y media de duración, subirá a escena -aunque no al mismo tiempo, por limitaciones de la covid- a treinta artistas, entre integrantes de la escuela Baobab Danza, personas africanas residentes en Navarra, cantantes como Patricia Greham o el senegalé residente en la Comunidad foral Rawan Diallo, y miembros del grupo de danza y percusión tradicional mandinga Kawadeni.

El cuerpo comunitario habla

Dundunes, djembes, balafones y koras son los instrumentos que se escucharán en vivo y a cuyos sones se bailarán coreografías de danza tradicional, contemporánea y moderna, todas cien por cien de raíz africana, para transmitir “todo lo positivo que tiene el mestizaje a todos los niveles, tanto en el arte como en la vida”, destacan Ainhoa Carrera y María Arcos.

“Con este espectáculo queremos hablar a corazón abierto de las huellas que nos dejamos unas personas a otras, tanto por vivencias como por un encuentro musical, artístico, como en una conversación, como simplemente con una mirada; de lo rico que es compartir acciones y, al final, convivir. Es un alegato a eso y un homenaje a África desde aquí y a la comunidad de aquí desde África. Es una danza entre culturas que creemos que es urgente que haya, que se valore y se intensifique cada vez más”, añaden las directoras y también artistas de Huellas.

Un espectáculo en el que “es el cuerpo comunitario el que habla”. “Las coreografías transmiten la idea de danza comunitaria, de que somos una, de que lo importante es el grupo y no la individualidad ni el protagonismo de cada una. En estos tiempos tan individualistas en los que nos quieren separar, nuestro trabajo ha sido el contrario, potenciar el sentir colectivo desde estos cuerpos que necesitan la comunidad y el sentirse arropados por el grupo”, comenta María Arcos.

El reto de crear y bailar en pandemia

Ella y Ainhoa destacan el “difícil reto” que ha sido adaptar las coreografías a las actuales medidas de seguridad debido a la situación de pandemia. “Hemos trabajado por grupos pequeños, con mascarilla, algo que nos limita la expresión facial, tan importante; con muy poco contacto físico... ha sido un reto enorme sacar adelante una dirección de creación en tan poco tiempo, con tantas personas y tantas limitaciones por seguridad... aunque luego la satisfacción es proporcional”, reconocen las directoras de este espectáculo que comenzó a ensayarse a finales de noviembre en el Centro Huarte y para el que se agotaron en apenas dos días las 200 entradas que se pusieron a la venta. “Muchas personas se quedan sin poder verlo. Somos conscientes de que la gente está con muchas ganas de arte en vivo, y nos encantaría poder mover el espectáculo por otros teatros y casas de cultura”, comentan Ainhoa Carrera y María Arcos.

Con Huellas-Aztarnak, les gustaría contribuir a borrar esos “prejuicios” o ese “miedo” que se tiene a veces ante la realidad del mestizaje, porque, dicen, “es algo muy rico que no hace sino abrirnos el corazón y la mente”.