Los políticos del Parlamento de Navarra que están componiendo una visión acerca de la modificación de la Ley de Caza y Pesca de Navarra cuentan desde marzo con una información notable sobre todos los sectores que abarca la actividad cinegética. El encargado de exponerles esta tesitura fue Nicolás Urbani, asesor técnico veterinario de la Real Federación Española de Caza (RFEC) y uno de los ponentes que participó en la sesión en la que la Federación Navarra de Caza (FNC) sentó en la Cámara foral las principales directrices que habrían de ser tomadas en consideración en la modificación legislativa.

Urbani dejó claro que la caza es multisectorial y multidisciplinar, y que, por ello, requiere un enfoque gubernamental entre diferentes departamentos. La actividad cinegética tiene que ver con el medioambiente y la caza, pero existen factores relacionados con la ganadería y la sanidad animal, debido a las patologías compartidas. Y también hay componentes tangentes con la agricultura, por los daños producidos por la sobreabundancia de la fauna silvestre y por la conservación de la fauna menor, muy afectada por algunas prácticas agrarias. La FNC lleva trabajando varios años en un proyecto para mejorar los hábitats de las aves esteparias, investigando cuestiones operativas que no afecten a la economía del agricultor y que sean sostenibles para el medio natural. “Buscamos la sostenibilidad económica, social y ambiental, ya que, con esa estrategia, ganamos todos”, subraya Urbani.

Existen otros departamentos relacionados con la caza: el de higiene alimentaria o salud, ya que, en ocasiones, de la caza se obtienen productos alimentarios de primera calidad, como la carne de caza; o por el riesgo de posibles zoonosis. Sin olvidar, además, el control del bienestar y la protección de los animales, ya que los cazadores no solo gestionan fauna silvestre, sino que son uno de los mayores colectivos de propietarios de animales de trabajo o deporte, como perros, hurones o aves de cetrería. “Si la ordenación zootécnicosanitaria es muy restrictivas -advierte Urbani-, la tenencia de este tipo de animales disminuye, tanto por los costes directos e indirectos como por los problemas burocráticos”.

Esta coyuntura perjudica especialmente a Navarra, donde la caza es un ejercicio sociodeportivo que no posee lucro económico que lo sustente y que permita paliar futuribles inversiones de adaptación normativa. “La caza en Navarra es una actividad esencial, lúdica y altruista, en la que los cazadores pagan por el aprovechamiento cinegético. Así que este es un punto clave y diferencial que los políticos deben tener en cuenta”, reclama Urbani.

Adentrándose en la labor que los cazadores ejecutan para atajar las problemáticas de la sobreabundancia de determinadas especies, el asesor técnico veterinario de la RFEC trajo a colación algunas de las conclusiones de unas recientes jornadas científicas de trabajo sobre el papel de la caza ante estas situaciones. En ellas se sentenció que “la caza deportiva es una herramienta valiosa para la gestión de las poblaciones, porque realiza esa función sin la necesidad de inversiones públicas adicionales y, además, ayuda a mantener la economía rural, abona impuestos por el aprovechamiento y contribuye al PIB nacional”.

Y para gestionar la caza deportiva, el vehículo idóneo son las federaciones autonómicas. La FNC, en este caso, está formada por más de 400 sociedades y clubes, tiene una representación territorial en toda Navarra, pertenece a la RFEC y está integrada en la Federación Europea de Asociaciones de Cazadores. “Defendemos la figura del cazador federado, porque es alguien que está asegurado, se encuentra formado en legislación cinegética y en sanidad y bienestar animales, está asesorado por técnicos y expertos de primer nivel, y se encuentra coordinado a nivel local, autonómico y nacional”, argumenta Urbani.

Llegados a este punto, la FNC mostró a los parlamentarios el camino seguido por las leyes más recientes: la Ley de Caza de Aragón y la modificación de la Ley de Caza de Extremadura. Ambas han reconocido a las federaciones como entidades colaboradoras de la Administración y marcan una evolución desde los cotos locales a los cotos deportivos. “En ellos -sostiene Urbani-, el aprovechamiento cinegético lo realizan los cazadores afiliados a sus respectivas federaciones y, además, sus ingresos revierten directamente en la gestión y mejora de los acotados”. De este modo, los cazadores se convierten en auténticas herramientas de gestión ambiental y pueden colaborar de una forma más eficiente en el control cinegético de la sobreabundancia de especies como el jabalí o el conejo.

Precisamente, Urbani indicó que al menos el 90% de las capturas de estas dos especies se llevan a cabo en Navarra a través de modalidades en las que participan, respectivamente, perros y hurones. Por ello, se estima necesario que las normativas no sean desproporcionadas, ya que lo que se conseguiría es rebajar el censo de estos dos animales y, por tanto, dificultar la caza y la indispensable labor de la gestión de las poblaciones.