- Como si el progreso fuera la consecuencia más lógica del trauma, la década de los años 20 del siglo pasado demostró que la recesión económica tras la Primera Guerra Mundial y la pandemia de la gripe española pudo reconvertirse en estímulo para promover la transformación. Esa prosperidad que alcanzaron diversas disciplinas artísticas se evidencia en los 300 objetos creados durante esa época que forman parte de la exposición Los locos años veinte que el Museo Guggenheim inauguró ayer. La vigencia de aquella época para repensar el futuro, ahora que los paralelismos son inevitables, hace aún más idóneo el planteamiento de la muestra, uno de los platos fuertes de la pinacoteca que podrá verse hasta el 19 de septiembre.

La exhibición es “un poema a la libertad y a la creatividad”, explicó Calixto Bieito, director artístico del Teatro Arriaga y director residente del Teatro Basilea, quien se ha encargado del innovador montaje escénico. “La exposición no es nostálgica, está llena de vida, de riesgos, colores y disposiciones que no se habían visto nunca en una exposición”, señaló sobre una muestra compuesta por objetos representativos de todas las artes: desde la pintura, la escultura o el dibujo, pasando por la fotografía, el cine, el collage, la arquitectura, la música o el diseño de mobiliario.

En su distribución de espacios, Bieito apuesta por un montaje que combina puestas en escena con música ambiental, espacios cerrados para proyecciones, maniquíes o mobiliario con la exhibición al uso de pinturas, esculturas, dibujos y publicaciones de todas las tendencias de la época. Además, se incluyen obras de artistas contemporáneos que emplean de manera expresa el lenguaje formal y los temas de la década de los 20, enlazando así con el momento presente. La variada muestra en la que puede hallarse un collage de Max Ernst, un óleo de Christian Schad, una escultura de Constantine Brancusi o una silla de Gerrit T. Rietveld pretende acercar al visitante a ciudades europeas como Berlín, París, Viena o Zúrich.

Es en dichas urbes donde se producían durante aquellos años “grandes cambios y avances en todos los ámbitos, muchos de los cuales continúan vigentes hoy día”, explicó el director del Museo Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte. La muestra, que refleja la “exuberancia” de la época, acerca “al espectador a ese momento crucial en la historia europea”. De hecho, según recordó Vidarte, está enmarcada en la Europa que acababa de atravesar la traumática experiencia de la Primera Guerra Mundial, además de la profunda crisis económica y la gripe española de 1918. “Fue un momento, sin embargo, de progreso, caracterizado por el afán de vivir, donde hubo una explosión de creatividad, una liberación en todos los sentidos, en el artístico, pero también en otros ámbitos de la vida”, aseveró Vidarte. Petra Joos, comisaria del Museo Guggenheim, concluyó que hasta ahora no ha habido una exposición de estas características sobre los años 20.

Catherine Hug, comisaria de la Kunsthaus Zürich, confesó que llevan tres años trabajando en la exposición que tenía que haberse presentado en otoño del año pasado. Han tratado de establecer “una relación entre los clichés de los años 20 y los fenómenos menos conocidos”. La exposición comienza con la narración del desgaste originado tras la guerra, así como de la erosión provocada por el virus de la influenza. Por ejemplo, la creciente industria del ocio se percibe en los nuevos hábitos en torno a la forma de fumar o a las costumbres sexuales. Bieito pone especial atención en su montaje en el concepto del “deseo”, que ocupa toda una sala ya que, en su opinión, “la quintaesencia de aquellos años 20 fueron los bailes nocturnos, estáticos y cargados de sensualidad”.