Para Eduardo Laporte (Pamplona, 1979), escribir -y leer- es "un ejercicio de profunda empatía". La que habitualmente brilla por su ausencia en las ráfagas superficiales con que somos bombardeados a cada segundo, en especial desde las redes sociales. Laporte, que reconoce pasearse y prodigarse en éstas, apuesta como escritor por el "reverso", la "otra cara de la moneda" de ese fenómeno online: el cultivo de una escritura íntima que se crea "desde la oscuridad, desde la acción de protegerse o de alguna manera esconderse, hacia la luz".

Así define el autor pamplonés afincado en Madrid el género del diario, en el que debutó publicando con Pamiela y con el que vuelve de la mano de la editorial Papeles Mínimos. Tiempo ordinario es el título de esta nueva obra, que recoge una selección de su producción diarística de 2017 a 2020. El "deseo de detener el tiempo" y de sacar el brillo literario a lo cotidiano -de seguir asombrándose ante al mundo, desde las virtudes y las flaquezas de uno mismo- es el motor de esta escritura fragmentaria en la que Eduardo Laporte esboza "partes de las muchas vidas que uno tiene", con la intención de compartir ese muestrario de posibilidades con un lector interesado. Y es que, como reconoce el autor navarro, este diario "es mucho más de los demás que mío". "Hay parte de mí, pero es un rosario de nombres, citas y referencias de lo que conforman mi mundo", dice. Una "guía" para este tiempo en el que, dice, "estamos bastante perdidos"; en el que el ruido nos impide valorar el silencio, y la información efímera y superficial eclipsa el conocimiento. "En un mundo tan ruidoso, encontrar una especie de alma próxima resulta orientativo e iluminador", dice Laporte.

La filosofía, la música, el yoga, la amistad, la familia, la creencia en Dios, Madrid, Pamplona, la nostalgia, la riqueza de la soledad, la pandemia como una oportunidad de retiro voluntariamente disfrutado y, por supuesto, la literatura y todo lo que nos aporta tanto en el ejercicio de la lectura como en el de la escritura, son claves de ese universo de Tiempo ordinario que Eduardo Laporte comparte desde la empatía y la reflexión.

Un libro que demuestra que lo breve no está para nada reñido con lo profundo, y que, como decía Verlaine, crear es quitar. "Por eso, mi próximo libro de diarios será más breve, y así hasta llegar al haiku", dice el escritor pamplonés, aludiendo a que quizá escribir diarios sea su manera de acercarse a la poesía sin ser poeta.

"La pretensión está ahí. Ese esfuerzo de renunciar y de ir a la esencia me parece ambicioso y estimulante. Creo en la literatura como reducción, como una cosa en la que solo queda la esencia", dice Laporte, especialmente interesado también en la novela corta.

Los diarios, dice, "se escriben solos", en un "proceso muy natural en el que van surgiendo, sin esfuerzo, rumias que de vez en cuando se almacenan, creándose ahí como una madeja que finalmente sale en forma de pequeña reflexión".

Eduardo Laporte sigue cultivando la escritura fragmentaria -en estos momentos elabora un nuevo diario que empezó este año-, a la par que "una biografía de un artista" de la que no puede avanzar más y que tiene comprometida para este otoño. La biografía que prepara de Baroja la ha pospuesto para 2022, año en que tiene intención de publicar también una novela corta sobre los Encuentros de Pamplona de 1972. "Es un experimento de ficción en el que recreo esos días que no viví, porque nací en el 79, pero que me habrían fascinado", dice sobre este hito cultural del que tuvo conocimiento "muy tarde, con 30 años", y del que, reconoce, se ha hecho "un friki".

Terminada tiene también otra novela pendiente de revisión, Los luteranos, "sobre la competitividad masculina, la ambición de los hombres masculinos, sus envidias y avaricias".

Título. Tiempo ordinario.

Editorial. Papeles Mínimos.

Género. Diario.

Páginas. 144.

Precio. 15 euros.

Vive en Madrid desde 2005. Periodista titulado por la Universidad de Navarra, escribe en diferentes periódicos y revistas. Es autor de Postales del náufrago digital (Prames, 2008), Luz de noviembre, por la tarde (Demipage, 2011), Habana 2009 (SubUrbano, 2013), La tabla (Demipage, 2016), Diarios (2015-2016) (Pamiela) y Barojiano y todo lo contrario (Ipso, 2018).

"Ese esfuerzo de renunciar y de ir a la esencia en la escritura me parece estimulante"

"Cuando con 30 años tuve conocimiento de los Encuentros de Pamplona me quedé fascinado"

Escritor