Un espectáculo bello, intenso doloroso y muy necesario. Así es La Isla, escrita y dirigida por Juan Carlos Rubio y llevada a escena por Gema Matarranz y Marta Megías (Histrión Teatro), una obra que pone en escena a una pareja formada por dos mujeres que se hablan sin escucharse y cuyo distanciamiento cada vez es mayor. Una obra sobre el dolor, sobre la expresión del dolor y también sobre la asunción de este dolor, del que tanto queremos huir. Su director la define como "una realidad más cotidiana de lo que queremos admitir".

¿Qué siente al venir al Festival de Teatro de Olite como director invitado?

-Es el mejor regalo que me podían hacer, cualquier año, pero este especialmente después de los meses tan complejos que hemos vivido. El año pasado debuté en Mérida como anfitrión, y pensaba: "Ahora, ¿qué más puede haber?". Y resulta que soy el director invitado en Olite, un festival maravilloso, con una dirección excepción y lleno de amantes del teatro. Allí estaré celebrando mi cumpleaños, que es el día 21, con el que es el mejor regalo que me podían hacer.

En esta ocasión, trae consigo 'La Isla', una obra durísima.

-El teatro, a veces, es un espacio lúdico, de entretenimiento, donde se ve la realidad desde una cierta superficie, y otras muchas veces intenta escarbar en nuestras conciencias. Digamos que con La Isla hemos metido el estilete o la cucharilla hasta el fondo. Queremos lanzar al público una serie de preguntas que, quizás, se instalen en él y, por qué no, puedan llegar a convertirse en respuestas.

Desde luego, la propuesta llama a la conciencia general...

-Sí. Hace años me planteé escribir una obra sobre el dolor, ese que somos capaces de soportar o reconocer, no aquel que es un tabú y que la sociedad no nos deja casi ni sentir. Cuando la escribí, supe que tenía que hacerla con una compañía tan comprometida como Histrión Teatro, que lleva una línea de trabajo muy social y política. Quería que fuese estremecedora, y la verdad es que estoy muy feliz con el trabajo que hemos hecho, así como con el duelo interpretativo que mantienen Marta y Gema en escena. Ya sencillamente por verlas merece la pena ir al teatro.

Es una obra sobre el dolor, aquel que podemos soportar, pero también sobre la expresión del dolor.

-La obra, como casi todas las obras de teatro, tiene muchas capas. Realmente habla del dolor y del dolor de una pareja que ve cómo su relación se va descomponiendo. El público asiste a diferentes estadios del dolor: dolor por una situación insostenible con un hijo, por la relación de pareja, por la vida misma... Vivimos en una sociedad que procura siempre apartar el dolor. Queremos analgésicos que no nos hagan enfrentarnos a él. Pero está ahí, es una parte imprescindible de la vida, y de vez en cuando es bueno plantarle cara.

Por poner en contexto, la función comienza con dos mujeres, Ada y Laura, que se encuentran en un lugar. Ahí comienza una conversación en la que poco a poco se irán cayendo todas las caretas que llevaban aguantando tanto tiempo.

-Así es, ese es el arranque de la función. Tal y como está escrita la obra, con el tipo de dramaturgia que utilicé, dejamos que el espectador vaya poco a poco descubriendo qué ocurre. Y no se lo ponemos fácil. Tendrá que estar atento para saber dónde están estas mujeres, quiénes son, qué les une... Uno de los aciertos de esta función es dejar que el público, poco a poco, vaya entrando en esa sala de espera. Por eso necesitamos que estén activos, pendientes y sean cómplices de esta historia que vamos a contar. La Isla requiere que se impliquen y quieran nadar con nosotros hacia esa isla.

¿Cómo son Ada y Laura, las protagonistas de esta historia?

-Dos seres humanos, con sus luces y sus sombras. En esta época de Instagram, Facebook y redes sociales en general, todos queremos maquillar nuestro cuerpo y nuestra alma. Siempre buscamos ofrecer nuestro lado más brillante, más hermoso, más recatado. Y lo cierto es que todos tenemos zonas oscuras. Somos animales, depredadores, como dicen en la obra, y por eso hemos sobrevivido en este planeta y nos hemos convertido en el mal que domina y masacra en este planeta. Y creo que esas zonas más tenebrosas están ahí y es normal sentirlas. Otra cosa es que ya hemos aprendido a vivir con ellas, a vivir en sociedad y a no dejarnos llevar por instintos primarios, pero sentirlos forma parte de nuestra naturaleza. De esta y otras cosas habla La Isla.

En las funciones que han representado, ¿han visto que el público se sienta identificado con lo que ve sobre el escenario?

-Absolutamente. Incluso hay gente que se identifica tanto que se ha levantado y se ha ido. Esto ha ocurrido en alguna representación. Desde luego, hay una posición del público respecto a lo que se ve. Ya el hecho de que sean una pareja de mujeres, aunque parezca mentira, hoy en día sigue siendo motivo de escándalo. También está el hecho de que esta pareja se relaciona entre sí de una manera que a alguien le puede molestar, o el hecho de tener un hijo con discapacidad... Esta es una obra que nos pone en un lugar, y eso nos interesa. Veremos si el espectador asume este viaje o no.

¿Y qué me dice de ustedes? ¿Han sabido hacer frente al dolor o incluso en los ensayos han intentado huir de él?

-Huir del dolor es una circunstancia muy común. Uno intenta esquivarlo en ciertos momentos, pero ha sido un trabajo de honestidad, y lo hemos transitado con el placer que da enfrentarse al dolor.

"Hoy en día, todos queremos maquillarnos en cuerpo y alma, y lo cierto es que tenemos zonas oscuras"

-Juan Carlos Rubio, director de 'La Isla'

En Corto

  • Texto y dirección. Juan Carlos Rubio.
  • Reparto. Gema Matarranz, que da vida a Ada, y Marta Megías, que interpreta a Laura. Ambas pertenecen a la compañía Histrión Teatro, la cual realiza, según Juan Carlos Rubio, "un teatro desde las tripas y desde el corazón". "Son un diamante que yo atesoro con mucho cariño", subraya el dramaturgo.
  • Sinopsis. Una pareja que se habla sin escucharse y una distancia que se agranda sin pretenderlo. Cada vez que me muevo me alejo más y cada vez que me acerco te mueves más. Todos sacamos la cabeza para gritar cuando el agua nos llega al cuello.

Juan Carlos Rubio, director de 'La Isla'.