Aunque este verano se están celebrando ya conciertos y algunos festivales no multitudinarios adaptados a la situación actual y con restricciones de aforo, los promotores de algunos de los más importantes que se realizan en Euskadi, como el Bilbao BBK Live, el Azkena Rock, el Music Legends y el Bay of Biscay, ven el futuro con esperanza y aseguran que en 2022 "se agotarán las entradas porque hay hambre de música en vivo". A pesar de las pérdidas millonarias del último año y medio, que ha dejado sin empleo a miles de personas, el sector de la música empezará "a ver la luz" en la recta final del año, aseguran.

Bilbao BBK Live, Benicàsimm, Primavera Sound, Mad Cool, Rototom, Azkena Rock, Monegros Desert... Los grandes festivales vascos y estatales vuelven a vivir un verano extraño por segundo año consecutivo debido a la pandemia. Sus impulsores se han visto obligados a suspender su celebraciones "al no poder garantizar la seguridad" de todos los asistentes, aunque sí se han podido celebrar algunos con aforos más reducidos, al igual que conciertos puntuales, como Euskal Herria Zuzenean, Gitaralde!, los festivales de jazz de Getxo, Gasteiz y Donostia...

A la espera de la celebración de los grandes festivales, en Euskadi todavía se puede disfrutar de la música en vivo en aforos más reducidos y con propuestas surgidas como alternativas en varios puntos. Ahí están las citas de Musikaire en Elorrio; el Musik Fest de Bilbao y Gasteiz (Hombres G, la M.O.D.A, Aitana...); Las Noches del Bilbao Arena (música y humor); el Bataplan Udan Donostia (Las Penas, Mojo Hand, Radiocaster, Impacto Vudú); el Esférica Alavesa; Flamenco on Fire y Las Noches de la Ciudadela en Iruñea o el Donostia Festibala en septiembre, centrado en la música urbana.

Alfonso Santiago, responsable máximo de Last Tour, organizador del Bilbao BBK Live y el Azkena Rock, entre otras grandes citas, dice ver el futuro "con esperanza", y explica que el festival de Kobetamendi se celebrará en 2022 con una concepción, organización y propuesta muy similar a la de 2019, la última realizada. "Pensábamos que no se iba a poder vivir un año sin festival; y ya llevamos dos. Era inconcebible romper una inercia y una tendencia que ha costado mucho construir respecto a público y economía, pero no tenemos temor. En el futuro va a ser todo lo contrario. Hay una gran necesidad y hambre de vivir la música en directo, de la unidad a la hora de disfrutar de ella", explica Santiago. "Es algo que echamos en falta, por lo que solo puedo ser optimista, ya que empezamos a ver la luz", apostilla.

Los próximos Bilbao BBK Live y Azkena serán "muy similares" a los celebrados anteriormente a la pandemia, tal y como muestran algunos festivales que han tenido ya lugar en Asia, Australia y Estados Unidos. Ahora llegarán a Europa, a mediados de agosto, otros que se celebrarán en Bélgica, Holanda e Inglaterra, con aforos previstos de hasta 85.000 personas en algún caso. "Esa será la prueba de fuego, ver cómo se realizan y funcionan. Ahí ya tendremos información suficiente para ver cómo se va desarrollando el camino", explica Santiago.

El responsable de Last Tour asegura estar trabajando "con la misma fuerza y ahínco" que antes de la pandemia en la organización de sus festivales de 2022. Aunque asegura estar pendiente de las instrucciones de las autoridades, Santiago cree que "en septiembre estaremos ya con buenos números de vacunación", y que en la recta final del presente año "se volverá a trabajar" como antes al lograr la inmunidad de grupo. "Estamos con esperanza ante lo que parece el fin y el inicio de la vuelta a nuestro mundo normal", explica.

En el caso del Bilbao BBK Live, que ha anunciado a Pet Shop Boys y The Killers en 2022, Last Tour ha sufrido pérdidas millonarias al no poder celebrar sus ultimas ediciones. La cita de Kobetamendi tuvo un impacto económico de 25 millones en 2019. "Es el dinero que entra de forma directa a través de los empleados, impuestos, hoteles, taxis, tiendas...", explica. La pérdida del impacto económico en medios de comunicación ascendió a 27 millones. Además, en el último festival trabajaron "unas 3.300 personas" aunque la estructura básica del equipo es de 52. Son dos años sin poder contratar a la mayoría de ellas.

En el caso del Azkena, con 2,5 millones de presupuesto, casi 7 menos que el Bilbao BBK Live, no se pudo contratar a casi 900 personas en los dos últimos años, y su impacto económico rondó los 8 millones. En ambos casos no pudieron ayudar los seguros. "Solo había algún seguro simbólico sobre pandemias en algún país europeo. Ni ellos sabían qué responder al acudir a ellos en enero. Al final, nos ofrecieron unas pólizas con unas primas que suponían casi el 30% del presupuesto del festival. Era inviable, una barbaridad de dinero. Nosotros no, pero en algún caso, se intentó firmar y no salieron adelante al final", aclara Santiago.

"El optimismo siempre existe, pero vete tú a saber", explica Spasky, veterano promotor vizcaino responsable del festival BBK Music Legends, que se celebra en Sondika. "Es demasiado pronto todavía y hasta fin de año no estaremos en las condiciones previas a la pandemia. La gente estará ya vacunada, aunque no tanto inmunizada, y seguirán las restricciones en cuanto a los aforos", prosigue Spasky, que ve como "punto de inflexión" el verano de 2022. "Los conciertos y festivales esperemos que estén normalizados, y nosotros estamos ya trabajando en la edición del año próximo. Respecto al cartel, no sabemos si se podrán mantener algunos artistas, ya que algunos han cambiado las giras, los países, las fechas... Vamos a tener que empezar casi de cero", lamenta el promotor vizcaino.

Hasta la llegada de la edición 2022 de BBK Music Legends, la promotora de Spasky, Dekker Events, ha logrado sobrevivir este año gracias a dos ciclos, On Stage y el 10º aniversario del ciclo Music Legends, que se celebran en la Sala BBK. "Gracias al patrocinador, que apostó por sacar las castañas del fuego a los promotores y artistas, vamos a poder salvar los muebles este año", explica. 2020 fue "nefasto, de ingresos cero en cuanto a conciertos y sin facturar apenas un euro". Las pérdidas fueron "muy importantes" para un festival en el que trabajan una docena de personas "7 u 8 meses al año", y unas 200 en las fechas próximas y durante el festival.

"La parte más dura es haber perdido el contacto en dos ediciones con nuestro publico. Por mucho que hayamos intentado mantenerlo, de alguna forma nos tocará volver a empezar", explica Amets Rodríguez, responsable del festival Bay of Biscay, que en 2019 se celebró en Bermeo. Ella confía en la celebración en 2022 de la cita. "Tenemos muchísimas ganas de que llegue, ya con la inmunidad de rebaño hecha realidad, pudiendo así celebrar a lo grande y volver a vibrar con la música en directo que tanta falta nos hace", indica.

La primera suspensión "fue muy dura" porque ya se habían invertido "muchos meses de trabajo", al igual que "parte del gasto adelantado". La directora del Bay of Biscay indica que el pago del caché a los músicos se devolvió o fue dejado como aval para la siguiente edición, pero no ocurrió lo mismo en áreas como comunicación, coordinación o diseño. Ese dinero, que ascendió a unos 35.000 euros, "no se llegó a recuperar nunca", según Amets. La suspensión de este año ha impedido la contratación de 60 personas directas (con un coste de más de 36.000 euros) y 120 indirectas, el 90% de ellas de Bizkaia.