Intérpretes: María Bayo, soprano. Hèléne Lucas, piano. Programa: Obras de Falconieri, A. Scarlatti, Reynaldod Hahn, André Messager, Francis Poulenc, Antoni Parera Fons, Antón García Abril, y Astor Piazzolla. Programación: Festival Clásica Plus. Lugar: Sala de cámara del Baluarte. Fecha: 28 de julio de 2021. Público: Lleno lo permitido (19 euros).

un con ciertas dificultades pandémicas, vuelve, valientemente, el festival Clásica Plus, con el reto de acercar más, y a más público, la música clásica, y abrirla a otras músicas que, al fin y al cabo, si se hacen bien, encajan estupendamente con ese concepto de clásica. No estamos, aún, para grandes despliegues sinfónicos, así que, en esta edición, el festival se recoge en la música de cámara: esa delicada destilación de la música, que hay que degustar con ganas de probar algo nuevo, para algunos. Abre el festival la gran soprano María Bayo, que, hay que decirlo de entrada, terminó su recital con tres propinas y el público en pié. Bayo, acompañada por la pianista Héléne Lucas, -siempre atenta y respetuosa con la cantante-, ofrece un recital enjundioso de novedades, sin muchas concesiones a la galería, comprometido, serio y descubridor de autores, arriesgado, en este sentido, pero con la autoridad de una intérprete que ya lo ha cantado todo. Las canciones se mueven entre las brumas del impresionismo, la frescura de la opereta, la amabilidad de la nana, y las influencias de las músicas autóctonas. Todas, sobre textos de grandes poetas (Maurice Caréme, Alberti). Puntos álgidos del recital fueron, sobre todo, la tanda de nanas, y los temas más dramáticos y tenidos. Todo bien combinado -y en contraste- con las canciones más ágiles y de tempo allegro. El fraseo se recrea, por ejemplo, en las aperturas y posterior recogimiento, de Mai de Reynaldo Hahn. Dos apuntes muy novedosos en la programación, fueron los dos fragmentos de las operetas de André Messager, Le Petit Fonctionnaire y L´Amour másqué. Y fueron sobrecogedoras las vocalizaciones a capella de la Cantiga de Amigo, de García Abril. Este compositor, a quien se recordaba por su reciente fallecimiento, dio también protagonismo a la pianista acompañante, en la preciosa canción de Hasta los naranjales, donde el piano se luce en la introducción y en un rico acompañamiento. La tanda de nanas de Parera Fons, -todo un descubrimiento en este campo, aunque se le conoce más por ser el autor del himno de la olimpiadas de Barcelona 92-, fue un muestrario de sensibilidad -siempre maternal- de acunar los temas: tristeza contenida en la del Niño muerto; cierto enfado, en la del Niño malo; juguetona la de la cigüeña; onomatopéyica -con expectación- la de la tortuga; alegre la de la cabra; con cierta intriga la del Capirucho; y serena la Negra-flor. Del ciclo de canciones La Courte Paille de Poulenc, hay que destacar el ataque preciso y posterior sonido tenido y quieto de El sueño; el campaneo del piano que acompaña el matiz elevado de la música en Los ángeles músicos; y el contraste, un tanto desenfadado, de la Garrafa. Como se ve, un programa poco habitual, que tiene esa vocación de ampliar repertorio, aunque, para algunos, sea un poco arduo en una primera audición, a excepción de Piazzolla, que cerraba el concierto y que gusta a todo el mundo.

A la insistencia de los aplausos del público, cantante y pianista respondieron con tres propinas: García Leoz -el autor de Olite, al que la soprano ha llevado por el mundo entero-; Guastavino; y una muy curiosa de García Abril: una canción que compuso para una película de Gayarre, a quien, también se recordaba en la apertura del festival.

La gran soprano María Bayo, hay que decirlo de entrada, terminó su recital con tres propinas y el público en pie

Como se ve, un programa poco habitual, que tiene esa vocación de ampliar repertorio, aunque para algunos sea un poco arduo