Dice Adrià Salas, vocalista de La Pegatina, que su rumba no es la tradicional, sino una que ellos mismos han creado y que les ha abierto camino "por muchísimos lugares diferentes del mundo" y les ha permitido estar "siempre en la cima". Ahora, sintiéndose más en sus orígenes que nunca, llegan a Cintruénigo para presentar su último trabajo, Darle la vuelta, además de rememorar "las canciones que más nos han hecho a todos disfrutar". El concierto será a las 21.30 horas y está enmarcado en el festival Noches de Contrebia, por el que ya han pasado artistas como Los Secretos o Prok y que aún tiene citas pendientes este mes.

Hace tiempo que no vemos a La Pegatina por los escenarios navarros. ¿Hay ganas de volver a estas tierras?

-Sí, muchas, la verdad. No sé ya cuánto hace desde que no estamos ahí, pero mínimo dos años. El público de Navarra es muy guay. Me acuerdo la primera vez que fuimos a Pamplona y tocamos en la Sala Tótem. Nos llamaron diciendo: "Bueno, nos han dado dinero para que traigamos a gente que no conozca nadie, y os llamamos a vosotros". Y ahí que fuimos. Vino un montón de gente que no nos conocía de nada, pero ahí empezó todo y en un par de años estábamos tocando en San Fermín. La gente fue muy agradecida y, no sé, nos apetece un montón volver, la verdad.

Vienen, además, con Darle la vuelta

-La composición de casi todas las canciones sí fue previa. Teníamos unas 40, de las que 10 se quedaron en el disco. Y cuando llegó la pandemia hacíamos reuniones virtuales con el productor, Tato Latorre, y veíamos que no había manera de empezar a grabar. Recuerdo que hubo un momento en el que nos dimos cuenta de que no podríamos grabar este disco todos juntos, como habíamos hecho hasta entonces, así que acordamos que cada uno fuese mirando propuestas desde su casa y yo lo fuese montando, y cuando tuviésemos algo entraríamos a grabar. En la fase 1, creo que fue, íbamos de uno en uno al estudio y era curioso porque solo nos cruzábamos con el que había grabado antes y con el que grababa después, sin habernos visto desde hacía dos meses. Y así se grabaron los primeros temas del disco... El resto, unos tres, los dejamos para poder hacerlos en el local entre todos.

Y, siendo tantos los componentes del grupo, ¿fue sencilla la coordinación en ese trabajo individual?

-Ya de normal cuando nos juntamos en el local y preparamos canciones es un jaleo, porque cada uno tenemos nuestras opiniones sobre las propuestas, y llegar a un punto en común lleva un rato. Pero creo que el hecho de tener tres o cuatro días en tu casa para estar tranquilo e inspirarte cuando te apetece ha sido algo que ha mejorado el disco. Creo que ha sido clave eso de estar tranquilos, grabar cuando nos sentíamos inspirados y después enviarlo.

No sé si será por ese tiempo de calma o por otros motivos, pero este último disco es una vuelta completa a esa esencia de La Pegatina que había estado un tanto difuminada...

-Sí, para mí también. Igual no es tanto por el tiempo en casa, sino porque hay una vuelta a la rumba que el disco anterior no tenía. Lo producimos con Rafa Arcaute, que es un argentino que tiene muchos Latin Grammys y demás premios. Queríamos hacer la prueba de ver qué pasaba si alguien de Latinoamérica cogía nuestro repertorio y lo hacía a su manera. Este, además, es un tío que trabaja con Calle 13 y un montón de grupos más que nos gustan. Y yo suelo componer en base a rumba o ska y a partir de ahí las canciones van a otros sitios. Pero, de repente, la rumba, que es una seña de identidad nuestra, desapareció en ese disco y se convirtió en otra cosa. De hecho, se podría decir que este disco es continuista con todos menos con el anterior, que es el extraño. Parece que hemos vuelto ahora, pero en realidad la materia prima siempre ha sido la misma, solo que se convirtió en otra cosa en el disco anterior.

Vamos, que en La Pegatina, la rumba, siempre por bandera.

-Sí, bueno, aunque no es rumba clásica tampoco, ni rumba catalana al uso, ni rumba flamenca. Es una adaptación que no sé en qué momento salió y no sé ni cómo la llamaría. Simplemente nos gusta ese ritmo. Cuando nosotros empezamos a tocar, Manu Chao hacía algo parecido y decíamos: "Esto debe ser rumba porque nos encaja" (ríe). Y ya está. A partir de ahí creamos nuestra forma de tocar, que se está convirtiendo en un estilo. A nosotros nos gusta y es algo que llevamos dentro y sale solo. Porque es algo innato que creo que tenemos en la sangre.

No será la rumba clásica, pero la 'pegatinera' se lo va a poner difícil al público para no levantarse de la silla. ¿Cómo vive esta banda "que te trae por el camino de la locura, queriendo ser salvaje" esta falta, valga la redundancia, de salvajismo?

-Pues mira, la verdad es que la gente está respetando mucho las normas de cada organización. Y si se descontrola en algún momento, me toca a mí decir cuatro cosas y recordar a la gente que obviamente los medios en general y el Gobierno insisten en criminalizar a los festivales y yo creo que es más fácil que pilles el covid en un botellón a la salida del festival que en el propio festival. Y, bueno, tal y como están las cosas la gente disfruta. ¿Disfrutarían más de pie? Pues probablemente, pero es verdad que hemos adaptado el formato para que la gente sentada también se lo pase bien. Ahora no puedes hacer un directo de ska-punk, porque la gente va a decir: "¿Pero esto qué es?". Así que ponemos más rumba y ritmos con los que te puedes mover tranquilamente desde la silla.

Creo que este es un buen momento para que desvele "cómo se hacen las flores"...

-No te puedo explicar el secreto (ríe). Esa canción salió porque pensé que molaba hacer un homenaje al grupo después de tanto tiempo, porque somos gente muy diferente, que no nos parecemos en nada, y estamos haciendo algo conjunto que es bueno. No hay bandas que duran tantos años haciendo lo que nosotros hacemos, siempre en la cima y viajando tanto... Y es sorprendente que gente tan dispar se junte y cree un ente separado de lo que es la individualidad de cada uno. De ahí viene este homenaje a lo que se ha creado y a cómo nos ha salido todo. Y también porque siempre hemos tenido mucha suerte, como si tuviésemos una flor en el culo (ríe). Por ejemplo, vamos a tocar a Holanda en septiembre y nos dicen: "Bua, ha estado todo el verano lloviendo y llegáis vosotros y sale el sol, ya podíais haber venido antes". Y eso nos suele pasar en todos los sitios. No sé, tenemos mucha suerte en general.

Además, nunca se han escuchado rumores de disolución de la banda ni de que nadie vaya a realizar ningún proyecto en solitario...

-No. De hecho, yo siempre me he sacado temas aparte pero siempre he dejado claro que estas canciones han salido porque no entraban en un disco de La Pegatina pero me gustaban, y pedía permiso para publicarlas. Por eso nunca he dicho que tenga un proyecto en solitario. Es paralelo. Mi proyecto es La Pegatina, y no otro. Lo demás son canciones que saco para que no se queden en el olvido. Creo que siempre hemos dejado claro que el grupo tiene ganas de seguir tocando y de no hacer siempre lo mismo.

Tienen ahora un nuevo trabajo entre manos. ¿A dónde han mirado en esta ocasión para buscar la inspiración y mantener ese 'buenrrollismo' que tanto se necesita y les caracteriza?

-Eso, al igual que la rumba, se lleva innato. La gente flipa bastante porque cuando nosotros vamos en la furgoneta o estamos antes del concierto, estamos tranquilos, y luego salimos al escenario y eso se vuelve una locura. Cuando uno compone tiene que imaginarse qué pasara en directo con esa canción, con qué va a gozar la gente y qué canción hay que dejar en el cajón.

El nuevo disco tendrá, además, colaboraciones internacionales. ¿Nos puede adelantar algo?

-No podemos decir mucho. Lo que sí puedo adelantar es que incluirá la canción que hemos compuesto con Efecto Pasillo, que no es internacional pero tampoco peninsular. El 17 de septiembre sacaremos un tema junto a una banda holandesa muy top. En el disco también habrá bandas europeas y de Sudamérica que admiramos desde hace un montón de años y están en nuestro mismo nivel de reconocimiento. Estamos acabando de perfilar todo, pero ya tenemos casi grabado el disco y lo más seguro es que salga en abril. Pero a partir de septiembre será cuando veamos más cosas...

Rozalen, Travis Bird, el mencionado Efecto Pasillo o Mikel Núñez son nombres que han sonado junto a La Pegatina en los últimos tiempos. ¿Habría imaginado este tipo de colaboraciones el Adrià que cantaba himnos como Lloverá y yo veré oLloverá y yo veré Mari Carmen

-No, claro, porque tampoco existían estos grupos cuando yo empecé (ríe). Es que yo, a pesar de que admiro mucho a todos estos artistas, creo que no hay nada imposible. Es decir, al final todos somos personas y si tú te llevas bien con alguien y tienes química, ¿por qué no se va a hacer una canción? El único impedimento para no hacer un tema con alguien es que nunca te hayas cruzado con él. Obviamente, cuando hicimos el tema con Ska-P dijimos: "Wow, son muy grandes". O que nos llamase Mago de Oz para hacer una canción con ellos también fue flipante. Pero cuando los conoces son personas y son, pues eso, normales, nada más. Luego también están las movidas de las discográficas, pero bueno, nosotros volvemos a estar libres a nivel discográfico ahora y vamos a ir por nuestra cuenta de nuevo, después de cinco años en Warner Music. Estamos muy agradecidos, pero creemos que la industria está ahora en otro momento y que hay que ir por libre.

Así que se separan de Warner...

-Sí, ya está, nos dio la carta de libertad y ya nos hemos ido.

Esperemos que pronto podamos disfrutar de La Pegatina como antes lo hacíamos, con ese salvajismo sano del que hablábamos. Hasta ese momento, ¿qué podemos hacer para "darle la vuelta al dolor"?

-Estamos en un momento de incertidumbre muy loco, la verdad. A veces parece que podemos pensar a largo plazo y a veces que no, que hay que pensar en hoy y ya está. Y me hace gracia porque todas las canciones van de vivir el presente y, de repente, lo de vivir el presente es vivir en la incertidumbre esta. Vamos, que ya no sé si quiero vivir en el presente (ríe). Esa es la reflexión. Aunque también pienso que este es momento de cuidar la cabeza, es decir, la salud mental, y de buscar enseñanzas y aprendizajes de esta época para el futuro. Y que se nos quede bien grabada esta época para en adelante no cometer errores. El otro día, por ejemplo, estábamos en Barcelona y pensaba: "Buf, es que Barcelona sin turismo ha sido la hostia". Y creo que molaría que pensáramos en no volver al modelo en el que estábamos, con un turismo masificado, y que aprendamos de lo que estamos viviendo. O cuando se oían los animales... ¡qué maravilla! Aprendamos de todo esto para que no vuelva a pasar, y ya está.