an pasado casi 70 años desde que Pepe Habichuela comenzó a tocar la guitarra en las cuevas del Sacromonte, cuna granadína de enormes artistas. Referente hoy día, ha sido la suya una trayectoria dilatada en la que ha compartido tablas con brillantes cantaores y guitarristas flamencos. Y entre ellos, hay uno al que recuerda con especial cariño y admiración: Agustín Castellón Campos Sabicas. Ese "monstruo" a las seis cuerdas, nacido en 1912 en Pamplona, en la calle Mañueta, que se hizo con Nueva York y cuya figura, lamenta, no se cuida como debería. Tampoco en su ciudad natal, donde "no se han portado bien con él y él llevó el nombre de Pamplona por el mundo entero". Eso sí, citas como el Flamenco On Fire, festival que se creó para reivindicar su legado y del que es embajador desde hace años, ayudan a que su leyenda continúe viva.

VÍDEO | Pepe Habichuela improvisa una 'jam' con flamencos navarros

El patriarca de la saga de los Habichuela llega a la capital navarra tras recibir el pasado mes de junio la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes por su aportación al arte flamenco -"ya era hora que me la dieran, que ya tengo una edad y tocaba"-. Y su relación con la ciudad, dice, es fantástica: "Esto es ya mi segunda casa". Porque al margen de que suma ya un buen puñado de veranos acercándose al festival FOF, también se intuye cierto vínculo especial cuando Pepe recuerda que "Sabicas, el monstruo de la guitarra, es de esta tierra".

Y de ahí, viaja en el tiempo hasta una época en la que el guitarrista pamplonés ya vivía en Nueva York: "Lo conocí en el año 65, cuando vino a España y le entregó una guitarra a mi hermano Juan, ahí nos hicimos amigos". Fue aquella una relación que se trasladó a toda la familia, ya que en sus visitas, el Tío Sabas se acercaba a su casa a comer: "Era una persona muy sencilla y cariñosa. Tocábamos juntos, le veía y yo creía que estaba con Dios, era un fenómeno. Teníamos una amistad tremenda y le tenía mucho aprecio, él sabía que tanto yo como toda la familia Habichuela éramos sus fans".

De puertas para fuera, la relación también se trasladaba a los escenarios y giras. Porque cuando Pepe cruzaba el charco para actuar en Nueva York, ciudad donde el navarro -un adelantado a sus tiempos- revolucionó la guitarra flamenca, el reencuentro era prácticamente obligado: "Cuando iba un flamenco desde España, siempre se juntaba con Sabicas. Yo acudí en varias ocasiones y una vez estuve dos meses en el cartel de un teatro de la quinta avenida, en el cogollo de Nueva York, y Sabicas venía todas las tardes a verme. Nos acogía".

Y tras la actuación, postconcierto. "Salíamos del teatro y me iba al apartamento con él, a contarme cosas de sus tiempos y cantares antiguos". Unas charlas que, de alguna manera, quedaron registradas: "Mi hijo Josemi ponía una grabadora de casette debajo de la cama y lo grababa todo". Son esas unas cintas que son pura historia musical y que en caso de aparecer podrían formar parte del archivo sonoro y audiovisual en el que trabaja la Fundación Flamenco On Fire desde hace años y que, en principio, está previsto que se presente a principios de 2022.

Sabicas dejó Pamplona con 10 años para instalarse en Madrid, y era muy joven cuando abandonó España España, en 1936, huyendo de la guerra. Primero vivió en Argentina, después en México y ya, finalmente, se estableció en Nueva York: "Es muy difícil estar en esa ciudad los 50-60 años que estuvo él, tras dejar España, donde estaba el flamenco... Pero el tío tuvo la capacidad de tocar y tocar, de componer más de veinte discos... Y no sabía una papa de inglés, todo en español".

Pero, dice, lo suyo era innato: "Era un grande, desde que estaba en la barriga de su madre, él era artista". Destaca, además, "que tocaba mucho al cante, para cantaores antiguos" y cómo, además, era un personaje muy querido por todos: "Desde Paco de Lucía hasta mí, todos lo adoramos". De hecho, añade, su propio estilo y guitarra se acercan bastante al navarro: "Paco es otro fenómeno, pero yo tiro más para Sabicas... Es más a mi gusto".

Con tristeza, recuerda cómo Sabicas murió en Nueva York en 1990 y cuando sus restos mortales llegaron a España, "Me llamaron a casa y me dijeron: Pepe, anda, ven al aeropuerto que llega Sabicas, por lo menos a recibirle". Y allá fueron: "Todavía se me ponen los pelos de punta".

Por ello lamenta que "no se ha hecho justicia" a su figura y legado, ni siquiera en su propia ciudad natal: "Es que no le han puesto un mausoleo, ni una figura, algo... Pero bueno, en España estamos todavía un poco regular, hacemos sitio a los de fuera, pero a los de dentro...".

Mirando al presente, Pepe es positivo: "El flamenco ahora mismo está en su mejor momento, hay chavales muy buenos, con mucha afición... Se ha puesto en un nivel muy importante". La semana pasada él actuó en Estella, al toque con Kiki Morente, y no evita pensar en ese momento en que se pase "la puta pandemia" y se vuelvan a llenar las calles de flamenco: "Cuando tocábamos en el Ayuntamiento, con toda la plaza llena, yo me quedaba asustado, imponía... Era como el txupinazo".

Porque a sus 77 años, "aunque ya no tenga la misma fuerza de antes", no piensa en eso de colgar la guitarra. Así que el año que viene "si Dios quiere", tocará eso de regresar de nuevo al Flamenco On Fire: "Tendré que venir con un bastón, pero se vendrá", bromea. Será un regreso a la que dice que es ya su casa y la ciudad que vio nacer a Sabicas.

Una 'jam' intergeneracional que unió veteranía y juventud. El flamenco tomó el viernes Casa Sabicas. De forma improvisada, a las puertas del local se montó una jam flamenca que unió la veteranía de Pepe Habichuela con la juventud de varios flamencos navarros, que compartieron esa unión musical. En la fotografía, sentados, Berna Vázquez Morabito, Pepe Habichuela, Riko Muñoz, Johan Vázquez y Bruno Jiménez. De pie, atrás, Ricardo Hernández y Fran Vázquez.

"No se ha hecho justicia con él, llevó el nombre de Pamplona por todo el mundo y aquí no le han puesto nada"

Guitarrista y embajador del FOF