Dicen que no suelen tocar mucho en Pamplona. Y precisamente fue en la capital navarra donde nació Kokoshca, allá por 2008. En este tiempo, han publicado seis discos y el último de ellos, Kokoshca . De ahí el título, claro, explica su vocalista y guitarrista, Amaia Tirapu.

¿Qué tiene este disco que no tenían otros para haber decidido tilularlo con el nombre de la banda?

-Somos un grupo que ha pasado muchas fases y este es el sexto disco de Kokoshca, pero el tercero con la formación actual, de cuatro componentes. Igual es el disco que más hemos trabajado, en el que más nos hemos implicado... Y el que mejor resume nuestro sonido y mundo interior como grupo y como personas. Somos esto. Esto es Kokoshca.

Hablamos del sexto trabajo de una banda que nació en 2008 en Pamplona y a la que, sin embargo, da la sensación de que aquí, en su ciudad, no se le ha hecho mucho caso...

-Sí que sentimos que hay más reconocimiento fuera de Pamplona. Desde el principio, que no éramos nada, empezamos a tocar mucho más en Madrid o Barcelona que aquí. De hecho en alguna entrevista nos trataban directamente como un grupo de Madrid y teníamos que decir que no, que éramos de Pamplona (risas).

Si miramos a su anterior disco, El Mal

-El disco se empezó a componer antes de la pandemia, pero El mal era más oscuro y cuando empezamos a componer este, hubo un momento que hasta pensamos en llamarlo El bien, porque es todo lo contrario: es muy luminoso, vitalista, con estribillos... Sigue teniendo también alguna cosa oscurilla, pero ya todo como una visión mucho más positiva. Y también influyó la pandemia en alguna cosa, por ejemplo la canción Voy a salir de esta la compuse confinada en mi casa.

Y hablando de luz, ¿cómo es esa "tierra de luz y de sombras" que retratan en su tema Himno de España

-Lo que nos parece que es España. Es un país que adoramos, nos encanta la cultura, la gente, como se vive, ir a tocar y pararnos en pueblos... Es un país que aparte de que como paisaje y entorno es maravilloso, también la gente hace que sea muy guay. Pero también hay una parte muy oscura: todo lo que pasó en la guerra civil, esa división y lo que se llega a hacer por ideas, o no sé ya por qué... Toda esa España negra pese a que sea algo que no nos gusta nada, nos atrae y nos gusta conocerlo y lo queríamos retratar también, porque hay una parte muy oscura en España que esta ahí.

Musicalmente, en esa canción se acercan al flamenco, buen ejemplo de ese eclecticismo que respira el grupo...

-Nos acercamos, no tenemos ningún tipo de vergüenza (risas). Una vez en Primavera Sound hicimos un concierto de homenaje a Las Grecas y tocamos una rumba, medio flamenco... Nosotros, de Pamplona, haciendo palmas (risas). Y luego Jota (Los Planetas) nos dijo: "no nos tenemos que meter, que no somos flamencos...". Y un poco de razón tiene, pero también está guay no tener complejos y hacer lo que te dé la gana. Y esa canción nos gusta como ha quedado.

Si hablamos de géneros musicales, parafraseando su canción No quiero cambiarte

-Total. En el pop, en el rock and roll... La música es nuestro estandarte y nuestra forma de entender la vida.

Entre las canciones del disco, hay una muy especial, Asia

-Cuando fue el rescate se siguió mucho en los medios, duró casi una semana y parecía que lo iban a rescatar. A mi padre le gusta mucho la montaña y tenía su libro y aunque es una persona con la no tuvimos contacto personal, Iñaki salía en las noticias y le gustaba mucho la música y en sus referencias hablaba de referencias de Bob Dylan... Se le veía alguien parecido a nosotros, en vez de con la música, con la montaña. Y cuando murió, se me quedó grabado que él había dicho siempre que si le pasaba algo, se quedaba en la montaña. Y piensas que esta ahí, en la montaña, bajo el cielo... Es una imagen súper poética y le hicimos esta canción. Después, su familia nos mandó un e-mail muy bonito.

En muchos sentidos, la música bien podría ser también una montaña.

-Sí, al componer una canción, cuando ya la tienes, la escuchas y la has acabado... Es como llegar arriba de la montaña. O que en un concierto veas a gente cantando tus canciones, que conectan con ellas y se emocionan. Hay una conexión ahí con la música y con la montaña muy espiritual que da sentido a esta existencia que no tiene sentido (risas).

Y cuando se mira ese camino recorrido a lo largo de estos trece años de música, ¿qué viene a la cabeza?

-Ha sido un camino precioso, sigue siéndolo. Al empezar con un grupo, todo es nuevo e ilusionante. Recuerdo las primeras veces que empezamos a ensayar, que fuimos a tocar a Madrid... Lo vivimos de una manera súper intensa y bonita. Y cada paso que vas creciendo, a la vez que te lo vas creyendo un poco más, que esto sigue... Kokoshca me ha dado experiencias increíbles de viajes, de conocer gente, emocionales, de vida... Y dinero también, claro (risas).

¿Y Kokoshca ha dado y da para vivir de la música?

-Iñaki y yo, que somos lo que empezamos el grupo, sí que vivimos de Kokoshca. Iñigo y Álex se metieron más tarde y Álex es uno de los socios de la sala de conciertos Dabadaba (San Sebastián) e Iñigo trabaja programando.

En este tiempo, ¿cuántas veces han escrito mal el nombre del grupo para que hayan terminando por deletrearlo en la canción El Rayo

-(Risas). Cuando nos mandan un cartel, decimos: "mira, había una forma más de escribirlo mal...". Así que decidimos deletrearlo en esa canción para ver si se mete en la cabeza que se escribe así (risas).