Tan sólo diez años tenía María Luisa Elío cuando se vio obligada a huir de Pamplona al poco del golpe de estado de 1936. Inició así un periplo que terminó en México, país donde no dejó de extrañar a la capital navarra hasta que murió allí, en 2009. Y esa nostalgia inspiró su obra Tiempo de llorar, que dio vida también a En el balcón vacío, la primera película sobre el exilio y realizada por exiliados. Pero no fue esa su única relación con el séptimo arte. Así lo recoge el libro escrito por el periodista y divulgador cinematográfico Ramón Herrera, que rescata esa desconocida vida de cine que tuvo María Luisa Elío.

Porque desde niña soñaba con ser actriz, pero su vida dio un giro que le marcó de por vida: una tarde de julio 1936 se vio obligada a abandonar su ciudad natal, Pamplona, junto a su madre y sus hermanas y dejando atrás a su padre, Luis Elío Torres, un terrateniente socialista que gracias a la colaboración de un amigo vivió escondido durante tres años en la Casa de la Misericordia. Entre tanto, Luisa Elío y su madre y hermanas trataban de sobrevivir, escapando de España. "Eso marcó su carácter y Pamplona en este caso se convirtió en una obsesión y también en un trauma", recuerda Ramón Herrera y explica que cuenta cómo aquella huida desencadenó "una serie de vivencias que Dickens no habría dudado en relatar", muchas de ellas recogidas en el libro. Finalmente, un día de agosto de 1939, la familia se reencontró en París y pudo viajar hasta México, su destino como exiliados. Fue allí donde una joven María Luisa Elío decidió retomar ese sueño que había dejado en Pamplona y probar suerte en el mundo del cine.

Con tan sólo 16 años debutó con la película No matarás (1943), a la que después seguirían Internado para señoritas (1943), La guerra de los pasteles (1944) y El jagüey de las ruinas (1945), siempre ligados a la empresa Cinematográfica Latinoamericana CLASA. "Eran pequeños papeles como actriz de reparto y secundaria, en alguna ocasión meros cameos, pero le ofrecieron la oportunidad de conocer a gente con puntos de vista de producción e interpretativos".

Después, en 1945, la industria cinematográfica mexicana experimentó una importante crisis que derivó en una política proteccionista hacia autores y técnicos mexicanos, "lo que trancó la trayectoria de María Luisa". Tras ese parón, a finales de los años 50 participó en el proyecto de teatro experimental Poesía en Voz Alta, de la mano de "los grandes de las letras" que son Octavio Paz y Juan José Arreola. "Se buscaba conjugar autores clásicos y modernos", explica Herrero sobre aquella iniciativa artística, en la que, por ejemplo, en un montaje se fusionaba El buen Amor de Arcipreste de Hita y La cena del rey Baltasar de Calderón de la Barca, con la intención de cuestionar conceptos como escenografía, vestuario o interpretación.

El periodista y divulgador cinematográfico Ramón Herrera. Foto: Iban Aguinaga

'En el balcón vacío', la película de su vida

Durante toda su estancia en México, a Luisa Elío le acompañó la nostalgia hacia su ciudad natal, sentimiento que impregnó su obra Tiempo de llorar, donde recoge unos recuerdos desde el exilio que su esposo, el cineasta y poeta Jomi García Ascot, quiso llevar a la gran pantalla. Así surgió En el balcón vacío, película donde la pamplonesa es guionista y coprotagonista. De hecho, bien podría decirse que ese filme es su vida, su ciudad y su infancia. En él interpreta a Gabriella, una exiliada que viaja entre sus recuerdos y sucesos que le han marcado de por vida. Y pese a gestarse en México, el espíritu de la capital navarra planeaba por el proyecto, hasta el punto de que durante el rodaje a Luisa Elío, de quien dicen que tenía un fuerte carácter, le llamaban "la Furia de Pamplona". Y a ella, ese mote le agradaba.

Aquel fue además el primer largometraje realizado en el exilio, por un grupo de exiliados y -valga la redundancia- con el exilio como eje central. Se rodó durante 40 domingos, entre 1961 y 1962, y como cuenta Herrera, aquella película bien podría beber de la esencia de la nouvelle vague, ya que "todo el rodaje era voluntarista, se grababa en plena calle, prácticamente sin iluminación, con actores no profesionales...". Con el tiempo, este proyecto se ha terminado por convertir en una película de culto, como recoge el libro, en el que se incluye un apartado con referencias cinéfilas del mismo.

Regreso a Pamplona en 1970

Tras varias décadas soñando con regresar a Pamplona, finalmente en 1970 María Luisa Elío volvió a la ciudad que la vio nacer, en 1970 y acompañada por su hijo Diego, de seis años. Sin embargo, aquel reencuentro quizá idealizado con el tiempo, no fue como esperaba y no se curó su herida: "Pamplona no es una etapa cerrada del todo, posiblemente acabe el día en que me muera", llegó a asegurar en una entrevista realizada por Maribel Cruzado Soria, desde Nueva York, para el ya desaparecido Navarra Hoy y que recoge el libro. Fue aquella su única visita a Pamplona, casi 40 años antes de que la navarra falleciese en Ciudad de México, en 2009.

Un final de una mujer actriz, escritora y periodista que, apunta Ramón Herrera en la introducción del libro, "debería vindicarse desde ya desde un punto de vista institucional, más allá de la iniciativa pionera de darle su nombre a la biblioteca pública de Barañáin". Por el momento, hoy en la Filmoteca de Navarra realizarán una proyección especial de Y yo entonces me llevé un tapón, el documental que reconstruye la historia del rodaje de En el balcón vacío. La cita comenzará a las 19.30 horas y estará presentada por el propio Ramón Herrera. En la Filmoteca puede adquirirse también el libro, a la venta al precio de 8 euros. Una forma de acercarse a esa vida de cine desconocida.