proximar las figuras históricas de Jorge Oteiza y Eduardo Chillida y conciliar el importante legado que ambos artistas vascos dejaron es el objetivo de la exposición en la que por primera vez se pueden ver de manera conjunta obras de los dos, y que aspira a ser también una muestra "curativa y sanadora".

La muestra "no va de los años del distanciamiento entre ellos, va de los años de la amistad", manifestó ayer el comisario de la exposición Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. Diálogo en los años 50 y 60, Javier González de Durana, quien reivindicó que ellos "pudieron estar distanciados, pero las obras de arte no estaban enfadadas con nadie".

La Fundación Bancaja de Valencia ha hecho posible el "hito" de reunir casi veinte años después del fallecimiento de estas dos figuras fundamentales de la escultura internacional de la segunda mitad del siglo XX obras suyas creadas durante sus años de amistad y hacerlas "dialogar", pese al "escepticismo" que encontró el proyecto.

Un total de 120 obras conforman una muestra en la que ambos artistas han sido situados "en estricto plano de igualdad" y que podrá verse hasta el próximo mes de marzo, una muestra que según su comisario no habría sido posible en el País Vasco, donde aún son "prisioneros de los prejuicios de la historia de confrontación" que ha marcado su devenir cercano.

Las instituciones legatarias colaboran

Uno de los requisitos que el comisario puso para organizar la exposición fue que colaboraran las dos instituciones legatarias de ambos artistas, la Fundación-Museo Jorge Oteiza y Chillida Leku, algo que no habían hecho hasta el momento y que según ha explicado González llevó meses de "mucha diplomacia" y diálogo, porque de entrada la respuesta fue "no".

Que Oteiza y Chillida estuvieran uno al lado del otro "no lo veían, no les gustaba", confesó el comisario, quien añadió que las "heridas" estaban "aún abiertas", pero esta exposición las puede "suturar" y conciliar, y agradeció que ambas instituciones hayan sabido entender la importancia de la muestra, aunque hayan tenido que "tragar saliva varias veces".

A las obras cedidas por las legatarias se suman otras procedentes de varias colecciones públicas y privadas, entre ellas el Laoconte de Oteiza de la Cámara de Comercio de Córdoba o dos de las cuatro puertas de la basílica de Arantzazu en Gipúzcoa creadas por Chillida.

El segundo requisito para comisariar la muestra fue que se acotara a los años comprendidos entre 1948 y 1969, el periodo de la amistad "muy íntima" y cercana entre ambos artistas, en los que "más que amistad, había complicidad" personal, aseguró el comisario.

Todavía no había llegado un distanciamiento que González ha atribuido al "clima de bipolaridad social, política e ideológica" en el País Vasco, que utilizó a ambos como "puntas de lanza en el campo de la cultura para intereses no artísticos, sino de confrontación ideológica".

Así, la exposición comienza en 1948 con dos viajes, el de regreso a España de Oteiza tras vivir en Latinoamérica y el de Chillida a París para convertirse en escultor, y concluye en 1969, cuando el primero culmina la estatuaria del Santuario de Arantzazu y el segundo coloca su primera obra pública en Europa, ante el edificio de la Unesco en París.

La muestra está divida en tres partes: entre 1949 y 1951, con obras sobre la representación del cuerpo humano figurativas; entre 1951 y 1955, con las obras de ambos en el santuario de Arantzazu y otras de ese periodo; y a partir de 1956, donde se han "entremezclado deliberadamente" para que el visitante intuya en qué ideas se acercan y se separan los artistas.

"Muchas más caras" del diálogo Oteiza-Chillida

El comisario destacó ayer en la presentación de la muestra que hay "muchas más caras" del diálogo Oteiza-Chillida que ésta, si bien con esta exposición se ha "abierto la puerta por primera vez a esos paralelismos" y auguró que habrá exposiciones en el País Vasco que "seguirán esta estela".

El presidente de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón, indicó por su parte que no tienen inconveniente en que la exposición vaya al País Vasco si lo piden desde allí, aunque quizá hay que buscar "el momento adecuado", y se mostró satisfecho de poder contribuir a que se vaya cerrando un "tema enquistado".

"Esta exposición puede suturar las heridas, y habrá otras en el País Vasco que seguirán esta estela"

Comisario de la exposición