Que una figura genial como Marco Antonio Sanz de Acedo Montoya, líder de las dos míticas bandas Tijuana in Blue y Kojón Prieto y los Huajolotes, no contase con su propia biografía es sorprendente. Porque su vida, rápida, intensa e inolvidable, da para muchas páginas. De saldar esa deuda pendiente se ha encargado el navarro Jesús Pérez Artuch, autor de De profesión: artista. Una biografía de Eskroto & Gavilán, libro editado por Txalaparta que recorre la vida personal y musical de una persona que revolucionó el panorama foral de los 80 y 90, que a día de hoy continúa siendo un referente musical para muchos y "cuyo único fin fue ser, de profesión, artista".

El libro, que se presenta hoy a las 12.00 horas en la V Feria de la Edición de Navarra ubicada en la Plaza del Castillo, pone fin a cuatro años y medio de una investigación que Jesús Pérez Artuch (Iruñea, 1980) comenzó con un objetivo: indagar quién era Marco Antonio, más allá de los personajes de Eskroto y Gavilán.: "Lo diferencio claramente. En Eskroto y Gavilán cumplía un papel y un personaje, y fuera, Marco era un tipo muy culto, inquieto, crítico e irónico", explica Pérez Artuch, maestro de profesión y escribidor de afición. Y es que atraído por el magnetismo de su persona, comenzó a escribir a esta biografía, inicialmente movido simplemente por su propio interés.

Planteó así un recorrido por su vida personal y musical, desde que Marco nace un 8 de mayo de 1965 en la residencia sanitaria Virgen del Camino de Pamplona hasta que, trágicamente, decidió poner fin a su vida en su casa en Allo, un 30 de noviembre de 2003, tras el último concierto de Tijuana in Blue: "Empecé centrándome en los dos grupos, pero también busqué ir más allá y descubrir quién era esa persona e intentando llegar también a su entorno más allá del escenario". Así, entre las más de 400 páginas de la biografía se dan cita desde Marino Goñi, "su valedor y descubridor", a Tina Asensio, "con quien andaba en la Eguzki Irratia en aquellos años", Joseba Zabala, quien le hizo su última entrevista... Y testimonios por parte de Tijuana y Kojón Prieto y otras personas que rodearon al memorable artista que era de la "Gran Navarra", respaldados por una basta bibliografía. La edición se completa con una buena selección de fotografías de archivo y un cancionero que incluye todas las composiciones de Marco con las dos bandas.

Ser joven en los ochenta

A pesar de descender de Tierra Estella, Marco Antonio vivió la mayor parte de su vida en la Rotxapea. Y, de alguna manera, no encajaba: "Por entonces le veo como una lavadora, rarara... Que no sabe bien por dónde abrirse. Tenía muchas inquietudes que la Iruña de entonces era absolutamente gris y negra para aceptar a una persona como él". Formó parte del movimiento Katakrak e, inquieto, dejó también su huella en fanzines y en medios como Radio Paraíso y Eguzki Irratia. Eso sí, todo cambió en el bar Ttutt, ubicado por entonces en la calle Curia: "Allí se encontró a Jimmi y a otras personas que le llevaron a un grito, a decir: ¡Ahora canto!". Corría el año 1985 y los Tijuana daban sus primeros pasos y nacía Eskroto.

"Los Tijuana estaban muy unidos a la época y a aquellos años. Sus canciones reflejaban la tantísima policía que había, el alcohol, la droga, tejemanejes como los pantanos y vertederos...", recuerda el autor de la biografía sobre un grupo de canción protesta en la que, eso sí, no podía faltar la fiesta: "Eskroto cantaba sobre lo que veía y lo que le daba la gana, pero para él era importante pasarlo bien".

Fue aquel un proyecto que revolucionó la escena foral, que dejó cinco discos -Potato + Tijuana in Blue (1986), A bocajarro (1988), ¡Sopla, sopla! (1989) y Sembrando el pánico (1990)-, hasta que en enero de 1991, Eskroto tiene un accidente tras volver de un concierto en Laudio que lo mantuvo alejado de los escenarios. Ya no volvió a cantar con Tijuana.

Harto de "un ritmo inaguantable" y de que la música comenzase a perder "la joda y la risa", se quedó a un lado: "Tenía una seria dicotomía con el trabajo. Él quería ser artista". Y entonces cogió un avión a México y puso tierra de por medio.

"Ahora soy el gavilán"

Marco pasó varios meses en México, bebiendo de las rancheras y corridos. Fue aquel un viaje que le marcó y cuando regresó a Pamplona, era otro. Se fue Eskroto y volvió Gavilán: "Volvió otra persona y otro personaje. El océano fue un paréntesis físico y liberador y le sirvió para meter distancia con todo lo que quería dejar atrás. Volvió y se inventó un género: el naparmex".

Montó otra banda, Kojón Prieto y los Huajolotes y como ya sucedió con los Tijuana, reventó la escena: "Ponía a bailar a cualquiera y el mensaje sigue siendo el mismo: te podía hablar de la injusticia de las personas que se ahogan en el mar o de la insumisión, como de los pimientos o el vino de Allo. Y con todo el mundo bailando".

Con los Huajolotes publicó tres discos -¡Agárrense que llegan los reyes del Napar-Mex! (1993), Síganle compadres (1994) y ¡Salud cabrones! (1995)-, recorriendo de gira Euskal Herria, enfrentándose a la detención y encarcelamiento de Toñín de la Cuesta, integrante de la banda, por insumisión... hasta que en 1995 Gavilán decide parar.

Alejado de la música, se retiró a Allo y se centró en aprender euskera, hasta que llegó a dominarlo: "Él veía esta lengua como algo suyo y apostó por ello. Era un cabezón en el sentido cariñoso, un tipo constante". Fue una etapa también quizá más desconocida en la que empezó a escribir artículos de opinión "desde un lado más intelectual y crítico", donde Marco Antonio "intenta desprenderse de la careta de los personajes de Eskroto y Gavilán, cosa que le resultó muy difícil". Así se lo resumió él mismo a Joseba Zabala, en la entrevista que recoge la biografía: "La gente se hace una imagen de ti que luego igual decepciona cuando te conoce".

Vuelta de tijuana y Abrázame

Pese a que Eskroto no estaba convencido del todo, en 2003 participó en una última gira de Tijuana in Blue, que finalizó el 29 de noviembre en la sala Artsaia. Aquella noche acudieron músicos de toda la escena navarra: "Recuerdo que cuando se avecinaba la fecha, en Iruña había una especie de certeza de que no se acababa ahí, que luego habría más fechas". Pero sí se acabó.

Tras despedirse en camerinos de todos los músicos invitados que habían acudido a la cita, Eskroto regresó a su casa en Allo y se quitó la vida: "Fue un impacto muy duro, era una persona tan entrañable y querida...", rememora Pérez Artuch. Una vida de alguien que quiso y fue artista y que ahora se puede rememorar con su merecida biografía.