- El pintor Jesús Echeverría Burgoa falleció el pasado lunes en Ondarroa, su localidad natal, a los 88 años. Aunque llevaba años alejado de la pintura, fue una de las figuras referentes en el arte Navarro desde su estudio en el centro de Pamplona. No fue el arte su única actividad. Jesús Echeverría jugó a fútbol en Oberena, Osasuna, Real Sociedad y Castellón hasta que una lesión de rodilla le obligó a dejar este deporte. Se matriculó en la carrera de aparejador que cursó en Sevilla y finalmente se instaló definitivamente en Pamplona.

Su trayectoria como pintor, según recoge la enciclopedia Auñamendi, comienza como discípulo de José Antonio Eslava, ya que cursó estudios desde 1974 a 1981 en su academia de pintura y realizó su primera exposición en 1981 en la sala García Castañón de Caja Navarra en Pamplona; en 1984 expuso en la ya extinguida galería Monet de Pamplona; más tarde en el Pabellón de Mixtos de la Ciudadela, en la Sala de Castillo de Maya de Caja Navarra, en el Polvorín y el Pabellón de Mixtos de la Ciudadela. Además participó en varias muestras colectivas.

Echeverría Burgoa fue una mezcla de pintor abstracto y artista ligado a la realidad, ya que dominaba mucho el dibujo y bajo la apariencia abstracta de sus construcciones siempre se escondía una referencia reconocible.

En una de sus últimas exposición colectivas Abstracciones. Pintura navarra actual celebrada en 2002 en la Sala de Armas de Ciudadela y el Museo Bonard de Bayona, expuso junto a Florencio Alonso, María Jesús Arbizu, Alfonso Ascunce, Javier Balda, Jesús Echeverría Burgoa, Asunción Goikoetxea, Fernando Iriarte, Juliantxo Irujo, David Lainez, Jokin Manzanos, Félix Ortega, Fernando Pagola, Belén Puyo, Óskar Ranz, David Rodríguez Caballero, Mariano Royo y Koldo Sebastián. El propio artista escribía entonces sobre su obra. “Investigo propuestas estéticas ligadas a actividades que conozco. Por ejemplo imagino un almacén de embalajes, con paquetes, y trato de crear un espacio similar con mis pinturas. Algo parecido a lo que hice hace unos años con las cajas de pescado. Eso me obliga a respetar las medidas y las proporciones de esos objetos reales que yo trato de crear, lo que al mismo tiempo convierte mis pinturas en objetos casi escultóricos y siempre ligados a una representación de algo real, por eso me cuesta aceptar que mi trabajo sea abstracción, aunque el resultado plástico sí lo es. Aunque es apariencia abstracta me sirve como cimiento para mi particular configuración de espacios”.

Su amigo, el pintor, Emilio Matute se refería así a su proceso de trabajo “Burgoa construye sus cuadros con un método fragmentario. La apariencia abstracta nutrida de lo real, con una gran importancia del aspecto formal con el elemento caja como metáfora del patrón de la medida”.

Aunque llevaba años apartado de la actividad artística su obra forma parte de la historia del arte navarro. Participó varias veces en la Feria de Arco y sus obras forman parte de diversas colecciones particulares y en el Museo de Navarra.