a guerra destruye, la cultura construye", una afirmación del cineasta navarro Montxo Armendáriz que se suma a las múltiples voces que están clamando por el final de la guerra, de todas las guerras, por una política de la paz. Cultura para la paz como herramienta para el diálogo siempre, como una fortaleza que define a las sociedades tolerantes, que son las que avanzan en el desarrollo con libertad y conocimiento. Pamplona fue ayer el altavoz para esta condena unámime de la guerra en un alegato en favor de la paz, la vida y la cultura. El acto de Entrega de las Medallas de Oro de las Bellas Artes a 32 personalidades de todos los ámbitos del abanico cultural convirtió por un día la capital navarra en el centro de la creación, el arte, el talento, la magia, la imaginación, la constancia, el trabajo, las ideas, los sueños, la libertad, la música, el teatro, el cine, la danza... Unas medallas que reconocen año a año a todas aquellas personas que hacen de la cultura su vida, su razón de ser. Personas esenciales para un momento como el vivido, en el que la generosidad del mundo de la cultura y su aportación en tiempos de incertidumbre han sido vitales para llegar hasta aquí. Pamplona y Navarra tuvieron su particular presencia en el acto de ayer, no solo como marco y escenario del evento, como ciudad de acogida, sino porque dos de las 32 medallas premian el trabajo de creadores locales, Montxo Armendáriz y María Bayo, premios ambos Príncipe de Viana y galardonados con distinciones nacionales. Hay mucho trabajo y esfuerzo detrás de ese reconocimiento, muchos proyectos fallidos antes de que llegue el éxito, pero hay sobre todo una convicción plena de que la Cultura es esencial para la vida, que no es adorno, ni mero entretenimiento, ni alfombra roja y famoseo, sino un compromiso con la educación y el conocimiento, un sector económico sólido que nos enriquece. Ojalá Pamplona no sea capital cultural solo por un día, sino que lo sea de manera constante, y para eso hacen falta personas como las reconocidas ayer pero también políticas públicas y acciones privadas que entiendan que la Cultura es un sector al que hay que mirar de frente y colocar en su sitio, el que ayer ocupó en Iruña.