La cineasta Audrey Diwan, ganadora del pasado León de Oro en el Festival de Venecia por su película El acontecimiento, aseguró ayer que le resultaría “muy extraño” que los certámenes europeos iniciaran una cultura de la cancelación con directores rusos por el conflicto en Ucrania.

“El cine siempre ha luchado contra la censura y no veo que ahora vaya a entrar en esa cultura de la cancelación. Estoy segura de que cineastas como Kirill Serébrennikov vendrán si se les invita”, señaló la francesa. Diwan puso como ejemplo a los cineastas iraníes, quienes han trabajado en ocasiones con su país en contra. “El mundo del cine no es mucho, pero sí una pequeña muestra de que se va a luchar contra esto”, ha defendido.

El acontecimiento es una película basada en una novela homónima de Annie Ernaux que muestra con crudeza las consecuencias de un embarazo no deseado en la Francia de los años 60, cuando el aborto estaba prohibido y penalizado con la cárcel. La cinta, que se estrena el 18 de marzo, está protagonizada por una joven Anamaria Vartolomei. Rodada en formato cuadrado, la historia se desarrolla como un thriller íntimo, en el que Anne -Vartolomei- se ve cada vez más acorralada, encarcelada en su cuerpo, pero su fortaleza le ayuda a seguir adelante como un soldado que avanza en un campo de batalla.

La directora resaltó que esta obra no habla “solo del aborto, sino que también aborda el deseo de vivir y sexual” de una joven que está en “búsqueda de su libertad”. Y, subyacente a la mentalidad de la época, un “castigo al deseo” que se acompaña con el silencio cómplice de la sociedad.

“El castigo por el aborto (palabra que no se pronuncia) era tremendo y eso va con el miedo. Quería mostrar a una sociedad aterrada en la que, no es que nadie rechace ayudar a la protagonista, sino que no se atreve. Y entonces ella tiene que recorrer un camino solitario”, indicó la realizadora, para quien a día de hoy sigue habiendo una “vergüenza social” en torno a ello. “Sigue siendo muy difícil decir en público ‘yo aborté’, hay un silencio en torno a este tema, una especie de vergüenza social que hace que las cosas no cambien y que siga siendo un derecho cuestionado”, concluyó.