Para Florencio Alonso (Estella-Lizarra, 1961), el arte es búsqueda constante, una continua experimentación que nace de “la necesidad de establecer un sitio de acción”, tal y como él mismo ha dicho alguna vez. Así, en su caso “el arte no significa, sino que aparece”; emerge de inquietas búsquedas como un lugar desde el cual apelar al despertar de cada visitante, y desde el cual desarticular, revolver símbolos e invitar a movernos, a crecer espiritual e intelectualmente.

Esa voluntad de diálogo con un público activo puede palparse en la planta baja del Pabellón de Mixtos de la Ciudadela, que recorre hasta el próximo 18 de septiembre en una exposición la trayectoria del artista navarro. Bajo el título Resumen de un trayecto experimental. 1995-2020, la muestra hace un recorrido por el cuarto de siglo de trabajo de Florencio Alonso. Se trata de una colección dividida en tres etapas, denominadas Pasta líquida, Resonancias y Periferia, que a su vez ilustran las fases pictóricas por las que ha pasado la obra del creador estellés. Desde que arrancó su trayectoria artística, Florencio Alonso ha manteniendo una inquietud constante por la búsqueda de diferentes procesos de interpelación. Experimentación que en gran medida le ha supuesto explorar aquello intuido o encontrado de antemano, prestando especial atención a los tiempos, la captura de espacios, símbolos y señales. 

A través de este trabajo, los procesos han ido combinándose en formas inesperadas, sin resolución, abiertas a la ambigüedad y la contradicción, requiriendo que el espectador rellene los huecos en busca de algún significado. Habitualmente, en la obra de Alonso, los símbolos presentan rasgos a una convención aceptada a nivel social.

La etapa a la que el artista denomina Pista líquida está conformada por obras trabajadas con emulsiones acrílicas y metacrilato sobre tabla. Se relaciona con “el propósito de establecer un diálogo entre el plano-límite minimalista, atemporal, de superficie helada y de no participación en el tiempo ordinario. En este sentido, los únicos resortes de tiempo que aparecen en la obra son los elementos de materia que hacen alusión a lo orgánico, lo biomórfico, que emergiendo de la base se ordenan como ritmos análogos a ese extrañamiento”, destaca el propio artista en relación a estas obras trabajadas con emulsiones acrílicas y metacrilato sobre tabla.

Con un concepto y simbología muy similares, nace la segunda etapa, Resonancias, que emerge del mismo proceso, pero desde la elección del artista de eliminar “toda clase de agente externo, como metacrilatos y emulsiones, descartando progresivamente la textura-relieve”, y reencontrándose con la pintura plana “desde una tensión reduccionista, analítica y silenciosa”. 

La tercera etapa, Periferia, supone para Alonso “un punto de inflexión de carácter expresionista”, en la que desconecta intencionadamente de los periodos anteriores. “Esta fase muestra un desarrollo desde una geometría estructural y responde al encuentro directo con el entorno exterior, el espacio concomitante y la necesidad de desmantelar la estructura formal: la calzada, lo urbano, o el espacio del propio hábitat, evocando en ocasiones los juegos de la infancia, perdiéndonos en las obras de los edificios a medio construir”, explica. El artista muestra un encuentro sobre la construcción-deconstrucción de una geometría de extremos, abierta a nuevas preguntas y posibilidades. Estas obras están trabajadas con acrílico sobre tela y tabla consecutivamente, partiendo de una intensa experimentación a través del dibujo digital. l