Sin nostalgias ni tristeza. Con mucha alegría y grandes dosis de emoción. De aquel local en Gamarra acondicionado como se pudo para los primeros ensayos de lo que nadie sabía qué iba a ser a un recinto en Mendizabala en el que, junto a 15.000 personas, compartir la despedida de un grupo mítico. Hertzainak dice adiós.

Una fiesta con todas sus letras. Es lo que la banda quiere que sea este viernes 6 de enero. Bueno, como el propio Josu Zabala decía hace poco: “un fiestón”. Además, uno que no solo se quede en el concierto final, sino que empiece ya desde el mediodía en el Casco Viejo, entre las calles donde el grupo gasteiztarra nació y creció. Por eso, ya desde la una se abrirá un primer escenario en el Machete. Toca compartir, conversar, cantar, bailar, recordar y tal vez buscar algún segundo para pensar que, en realidad, muchas de aquellas canciones siguen teniendo una gran vigencia porque hablaban de problemas que siguen aquí, hoy, varias generaciones después.

SIN ENTRADAS Y CON GRANDES INVITADOS

A las 19.00 horas se abrirán las puertas del recinto instalado en Mendizabala, una gran carpa en la que se lleva trabajando desde hace un par de semanas. No queda ni una sola entrada disponible. Será a las 20.00 horas cuando, siguiendo la misma estructura de los conciertos producidos los días 16 y 17 de diciembre en el BEC, tomen la palabra los invitados a la ocasión. Por las tablas irán pasando Peru Abarrategi, Manex Agirre, Paula Amilburu, Xabier Amuriza, Juantxo Arakama, Jon Basaguren, Dupla, Iñigo Etxezarreta, Xabi Igoa, Joseba Irazoki, Miren Narbaiza, Ruper Ordorika, Oihane Perea, Mikel Urdangarin e Iñaki Viñaspre.

A eso de las 22.00 horas, con ya el ambiente por todo lo alto, llegará el gran momento. Zabala, Gari y Txanpi harán acto de presencia junto a Bingen Mendizabal, sin perder de vista a Miguel Moyano y Oier Aldekoa, unidos al proyecto para la ocasión, igual que pasa con Alos Quartet. Entre todos ellos –y alguna que otra sorpresa– se afrontarán unas dos horas intensas. “Queremos que sea algo mágico”, decía Gari en la presentación de este último concierto.

MUCHO QUE CANTAR Y CONTAR

Se pondrá así punto final a una iniciativa que, sin quererlo, empezó a tomar forma en febrero de 2019. Tras la disolución de los gasteiztarras en 1993, el grupo no se había vuelto a juntar en un escenario, salvo para tomar parte en 2012 en el homenaje que se le hizo en Hell Dorado a Tito Aldama tras su fallecimiento. Hace tres años, sin embargo, Gari invitó a Zabala a tomar parte en su recordado concierto en el Arriaga.

Ahí se puso sobre la mesa la posibilidad de hacer una gira especial, una última fiesta con la que recordar aquella historia que comenzó con Zabala y Xabier Montoia (Gamma), que dio sus primeros conciertos entre los locales de la Asociación de Vecinos de Arana y el bar Mikeldi, que fue sumando sobre la marcha de aquellos comienzos a Kike, Txanpi y a Gari, y que quiso hacer algo que parecía imposible: rock en euskera –sin perder de vista otros géneros– desde Vitoria.

Aquella apuesta funcionó. Lo hizo durante más de un decenio, dejando para la historia canciones que han pasado de generación en generación. Aún así, cuando apareció la posibilidad de volver a juntarse en 2019 para hacer una serie de conciertos especiales por las capitales vascas, las dudas aparecieron, como reconocía el propio Zabala. ¿Iba a tener alguna repercusión un reencuentro puntual treinta años después de cerrarse el camino?

Es verdad que la pandemia aplazó y modificó los planes iniciales, pero la respuesta a esa cuestión ha quedado más que patente ahora. Fueron más de 32.000 las personas que acudieron a los dos conciertos de Barakaldo (16.000 cada jornada). Este viernes 6 de enero, en Gasteiz, donde todo comenzó, se van a sumar otras 15.000 voces, habiéndose quedado gente fuera que todavía sigue buscando algún pase libre de última hora.

“Esto es un fiestón imparable e impagable. Es una emoción total”. Josu Zabala lo tiene claro. Así que todo está preparado para vivir una jornada llena de sonidos y emociones, para convertir Vitoria en un gran escenario de sí misma, no solo de Hertzainak. Cuando pasada la medianoche las luces se apaguen, la música seguirá sonando. Siempre.