Susana Rodríguez ultima ya los detalles de esta novena edición, la quinta en la que ejerce de directora. Con nervios y ganas, espera que la ciudadanía disfrute con la extensa programación que incluye dos mesas redondas más que otros años, así como actividades dentro y fuera de Baluarte. 

Apenas quedan horas para que dé comienzo la 9º edición de Pamplona Negra, ¿cómo vive estos momentos previos? 

-¡Con taquicardia! (ríe). La semana anterior es de muchísimos nervios. Cuando el programa arranca ya solo queda recibir a los invitados, estar en Baluarte, saludar al público, ir y venir... Pero los últimos preparativos son difíciles. Habrá quien diga que hemos tenido todo un año, pero hay cosas que solo se pueden hacer en el último momento. Y se dan todas a la vez. Además, como hemos cogido la mala costumbre, entre comillas, de adelantar actividad -Mikel Santiago viernes 13, las rutas teatralizadas...-, son apuestas que hay que organizar. Así que taquicardia (ríe). 

¿Ha habido contratiempos o sobresaltos de última hora? 

-Este año nos ha costado especialmente contactar con los noruegos. No por el idioma, porque hablan un inglés perfecto, sino que tal vez haya sido por el desconocimiento por su parte de este y de otros festivales. Jørn Lier Horst y Helene Flood tienen mucha relevancia a nivel nacional e internacional, pero no son habituales en los festivales de novela negra. Cuando alguien dedica un programa a la novela negra nórdica, invita a Jo Nesbø o a nombres más conocidos. Y en nuestro caso nos costó semanas conseguirlo, pero una vez que contactamos y explicamos todo bien, ambos estaban encantados de venir. Con el resto de invitados todo ha ido bien, siempre se produce algún caso de alguien que te confirma su presencia y pasado un tiempo te dice que no puede venir por un tema laboral ineludible, lo cual es comprensible. No pasa nada, llevamos dos años en los que entre el covid y demás que hemos tenido que gestionar situaciones mucho más complicadas. Por ejemplo, el año pasado, Massino Carlotto dio positivo en el propio aeropuerto y se tuvo que volver...

¿Este año es el caso de Berna González Harbour, que finalmente no estará el jueves 19? 

-Eso es. Lo comentó hace varias semanas. Es una pena que no pueda venir porque la mesa en la que iba a intervenir trata sobre la denuncia en el género negro y ella era perfecta porque su novela El pozo es una denuncia tremenda del sensacionalismo en los medios de comunicación. Aunque, por otro lado, eso me ha permitido traer a Noelia Lorenzo Pino, que es una grandísima escritora y cuya novela Blanco inmaculado aborda el tema de las sectas y de la mujer en cargos de poder, en su caso en la Ertzaintza.

Pamplona Negra sigue siendo el primer festival de género del año, ¿qué supone, lo hace especial, marca algún camino a los demás? 

-Hay que tener en cuenta que prácticamente desde octubre no hay festivales y en noviembre y diciembre hay muchísimos lanzamientos editoriales, así que nosotros canalizamos todo el ímpetu del fin de año. La gente ahora tiene muchas ganas de salir y de hacer cosas diferentes y nosotros le ofrecemos esa oportunidad. Pero no marcamos nada, sería muy pretencioso por nuestra parte. Cada festival tiene su propia idiosincrasia, mucho más los que tienen años de experiencia, pero es verdad que nos apoyamos los unos a los otros. Yo pregunto a compañeros sobre algunos libros, ellos me preguntan a mí... 

Aunque sí que les han ‘copiado’ la idea de ‘El crimen a escena’. 

-Sí. Hay algunos festivales que están contando con los cuerpos policiales para recrear escenas de crímenes sobre el escenario. A mí no solo no me importa, sino que me llena de orgullo. Esta fue una idea de Carlos Bassas, el fundador de Pamplona Negra. A él se le ocurrió combinar la dramatización de crímenes reales por parte de los profesionales de la investigación policial y que haya otros festivales de renombre, como el de Barcelona, que en los dos últimos años ha llevado a los Mossos d’Esquadra, quiere decir que lo estamos haciendo bien.

Esta es su quinta edición como directora, ¿cuál diría que es su sello personal?

-Diría que mi sello es la diversidad. Este año, por ejemplo, tenemos a autores internacionales de manera transversal. Hasta ahora los concentrábamos en un solo día y este año los hemos distribuido de otra manera y no hemos mirado tanto su procedencia. Por ejemplo, Charles Cumming no es nórdico y viene el viernes 20 a hablar de la novela de espías. Siempre intento abrir el abanico, mostrar otras caras, pero no creo que haya inventado nada. Sigo la rueda que echó a rodar Carlos y apuesto por diversificar. Seguramente él también lo habría hecho.

Este año ha apostado por dos ejes temáticos: la novela nórdica y las historias de espionaje. ¿Por qué estos temas y cómo confluyen?

-Confluyen en el título, La novela que surgió del frío, que me encanta y, además, es un homenaje al padre de la novela de espías, John le Carré. La novela negra nórdica está de moda desde hace muchísimo tiempo, desde Henning Mankell. Después vino Stieg Larsson, más tarde Jø Nesbo, Asa Larsson, Camilla Läckberg... Hay un montón de autores. Si se cometieran todos los crímenes que ellos describen no habría población ya en esos países (ríe). Su forma de vivir es muy diferente a la nuestra, pero sus historias nos enganchan. En España la novela nórdica funciona muy bien, las series que se basan en esas historias son seguidísimas, así que, antes de lanzarme a otras cosas más exóticas, me pareció que era el momento de apostar fuerte por algo que le gusta a la gente. 

Pero, como ya ha apuntado, no ha apostado por los nombres más típicos y más conocidos.

-Por eso mismo, porque no son los más conocidos. Una de las características de Pamplona Negra es que no va al último pelotazo editorial, sino que busca descubrir al público autores interesantes que merecen la pena, aunque no los encuentre nada más entrar en las librerías. Helene Flood es psicóloga y tiene una tesis doctoral interesantísima sobre victimología, vergüenza y culpa y dos novelas muy buenas. Y Jørn Liern Horst era policía en un distrito de Oslo antes de dedicarse por completo a la literatura. Su punto de vista y sus procedimientos parten de su propia experiencia.   

¿Qué me dice del tema de los espías?

-Pues que es el otro pilar de la programación de este año. El viernes 20 estará dedicado al espionaje. Ese día vamos a tener a Charles Cumming, una de las firmas más importantes hoy en día a nivel mundial en este tema. Junto a Daniel Silva los dos están publicando novelas que no solo no desmerecen a Le Carré o a Forshyt, sino que son sus dignos herederos. Junto a Charles estará Jerónimo Andreu, que ha escrito una novela de espías -El sueño del cíclope-, ubicada en Gibraltar. Me parecía tan novedoso, curioso y atrevido que decidí traerle. Después estará también Iñaki San Juan, inspector de policía, que ha trabajado en los grupos especiales de operaciones encubiertas, cuya labor es muy importante sobre todo ahora en la prevención de atentados yihadistas. 

Y ha publicado ‘Operación Protector’.

-Sí, es ficción, pero con una profundísima base real en su experiencia y la de compañeros suyos, incluida la de la investigación que no terminó bien porque se produjo el atentado en la sala Bataclan de París. De hecho, ahí arranca la novela. Me parece un tema muy interesante y muy desconocido en el que merece la pena ahondar. Y me pasa igual con Fernando Rueda, que a nivel nacional es ‘el experto’ en espionaje y en mantas de las que tirar. Nos va a hablar de espías en la Casa Real, de Pegasus, del CNI, del CESID... De cómo funciona toda esta red, de quién es quién y de casos concretos.

¿Cuántos libros puede llegar a leer a lo largo del año para diseñar la programación de Pamplona Negra?

-Ni te imaginas. No lo sé. Hay muchos que empiezo y descarto porque no van bien con el tema o porque no me parecen convenientes en ese momento. Leo más de cien seguro solo para esto. Luego leo otras cosas en mi tiempo libre, en el que me queda (ríe). También es verdad que empiezo algunos y los dejo en la página 50 o 100; algunos los retomo más tarde y otros duermen el sueño de los justos para siempre (ríe). 

Este año hay más actividad que nunca, dos mesas redondas más, la visita al centro penitenciario de Helene Flood, la firma previa de Mikel Santiago en El Corte Inglés, el aumento del aforo de las visitas guiadas, las visitas de autoras/es navarras/os a bibliotecas la semana posterior...

-No sé... Igual me arrepiento al final (ríe). No, hace años que digo que la parte literaria se me hacía corta. El crimen a escena gusta mucho al público y el éxito es merecido. Dedicamos mucho esfuerzo para preparar esta sección, para que sea novedosa, interesante e impactante, pero la parte literaria es importante también. Hasta ahora eran poco más de veinte los autores que podían venir a Pamplona porque teníamos una mesa cada día, y eso que hace tres años ganamos el lunes. Por eso vamos a probar este año a hacer dos mesas redondas el jueves y el viernes. Eso significa que esos días podíamos haber empezado antes o acabar más tarde. Hemos optado por esto último y El crimen a escena será de ocho a nueve, a ver qué nos dice la gente. Es una prueba. Si sale bien, quizá el año que viene hagamos dos mesas más días; o no, igual las quitamos. Es una forma de reforzar la parte literaria sin quitar protagonismo a nada. Crecemos porque estamos en edad de crecer, aun tenemos 9 años. 

Este año también destaca por la gran presencia de mujeres.

-Sí, pero no es algo buscado. Se plantea un tema para una mesa y se busca a las autoras o a los autores que considero que mejor encajan. Están publicando más mujeres y, lo que es más importante, las estamos leyendo. En mi caso, leo tanto a hombres como a mujeres, mi mente está abierta a cualquier novela negra, domestic noir, rural noir, policial, lo que sea. Les echo un vistazo como mínimo a todas las novelas que nos mandan autores y editoriales. Por respeto. Eso sí, mientras yo esté aquí no habrá una mesa sobre literatura y mujer o sobre cómo escriben las mujeres. Nunca. 

Y el miércoles 18 Blue Jeans en el Planetario.  

-Es un fenómeno y un tipo muy amable y accesible. Le propusimos entregar los premios del concurso de relato corto y se apuntó enseguida. También hablará con el alumnado de los institutos que se han apuntado. Asistirán más de 200 personas. Lo que hace Blue Jeans es despertar la pulsión lectora en la adolescencia y eso es maravilloso. Escribe bien novela juvenil de calidad y de misterio, con lo cual, viene al pelo. Por la tarde estará en El Corte Inglés firmando libros y estoy segura de que lo va a petar.

No se quedarán atrás los Carmen Mola y Dolores Redondo, que compartirán jornada, la última.

-Esto es como un libro, que tiene dos momentos cruciales, el principio y el final. El principio tiene que ser bueno para que sigas leyendo y el final también para que quieras repetir. Traer a Carmen Mola y a Dolores Redondo el último día nos va a llenar Baluarte, que al final es lo que queremos. Dolores viene por tercera vez, y esta es su casa. No tuvimos que insistir, nos dijo que sí a la primera, está encantada y nosotros más. Y los Carmen Mola no han estado en Pamplona. Es muy interesante traer a unos autores que han vendido todo y más, que son un fenómeno en sí mismos, que estuvieron rodeados de polémica cuando se desveló quiénes eran y que siguen en esta carrera juntos y por separado, porque Agustín (Martínez) y Antonio (Mercero) son escritores que han publicado en solitario y Jorge (Díaz) es guionista. Me apetece que el público de Pamplona los conozca y los escuche antes de que llegue Dolores, que es nuestra guinda del pastel. 

¿Se han dejado algo para la 10ª edición?

-Uy, tenemos muchas ideas (ríe), pero todavía no puedo decir nada, más que nada porque mis ideas siempre son a lo grande. Soy de la opinión de que hay que apuntar alto porque para bajar siempre hay tiempo. Quizá vengan algunos de los autores que han dejado huella en este tiempo y habrá más, claro, porque el décimo es el décimo.

Pero mucho antes de eso, el 8 de febrero saldrá su nueva novela, ‘En la sangre’, en la que continúa con el personaje de Marcela Pieldelobo.

-Sí, la anterior también la publiqué en febrero. Tengo una semana de vacaciones y después empieza la promoción. Esto me produce otro tipo de nervios, pero en ambos sitios, en Pamplona Negra y promocionando mis novelas, sonrío mucho. Aquí estoy toda la semana sonriendo y cuando voy a festivales o a hablar con la prensa, también. Es cansado porque ya no soy una cría, pero lo hago muy a gusto. Es emocionante, cada novela es una ventura nueva porque nunca sabes si va a gustar, si se va a aceptar o si te van a apedrear. Vas con esa cosa en el estómago que tenías con la primera novela y a ver qué pasa.