En otoño de 2021, la Cátedra de Cultura Vasca de la Universidad de Navarra celebró en el MUN el congreso titulado Baroja y Navarra: Figura con paisajes. El objetivo era ofrecer una relectura de la personalidad y del legado literario del autor, así como plantear algunas perspectivas novedosas de estudio, de la mano de expertos de ámbitos muy diversos. “Además de las aproximaciones estrictamente literarias, se estudiarán la relación de Pío Baroja con las artes plásticas; las adaptaciones cinematográficas de sus novelas; sus ideas filosóficas; incluso la geografía, porque hemos preparado una cartografía digital de los hitos biográficos de Baroja relacionados con Navarra”, explicó entonces Gabriel Insausti, organizador del encuentro. Ahora, el poeta y profesor de Literatura Contemporánea en la UN ha coordinado la edición de un libro homónimo publicado por Comares que reúne aportaciones de los ponentes, entre los que destacan estudiosos de Baroja como Antonio Castellote, Ascensión Rivas o Juan Carlos Ara Torralba.

Además de los citados autores, también participan en este volumen los navarros Francisco Javier Caspistegui, María del Mar Larraza Micheltorena, Ignacio Urricelqui Pacho y el propio Gabriel Insausti. Y Celia Fernández Prieto, Eduardo Michelena, Felipe Juaristi, Daniel Ramírez y Toni Montesinos. Los doce textos se aproximan al escritor vasco desde distintas perspectivas, tratando de esclarecer a que significa el adjetivo barojiano que tantas veces se emplea para referirse a un lugar o a un carácter.

Gabriel Insausti es el coordinador de 'Baroja y Navarra'.

Gabriel Insausti es el coordinador de 'Baroja y Navarra'. Iban Aguinaga

Itzea y más

Y, por supuesto, en distintos momentos transita por estas páginas la estrecha relación de Pío Baroja con Navarra, territorio presente en varias de sus obras de ficción, en ensayos y en memorias, dejando constancia de la importancia de los lugares como punto de partida de varias de ellas. Uno de esos lugares fue, sin duda, Itzea, el casón que adquirió en Bera en 1912 y que todavía hoy pertenece a los Baroja. Allí se conserva la magnífica biblioteca que reunió Pío, pero también sus sobrinos, el antropólogo, etnógrafo y lingüista Julio Caro Baroja y el documentalista Pío Caro Baroja. Los dos, hijos de Carmen Baroja, hermana del escritor, nacida en Pamplona, intelectual, autora e impulsora de numerosas iniciativas culturales. Y en Itzea también se pueden ver varias pinturas de Ricardo, hermano de Pío y de Carmen, que se distinguió sobre todo por la calidad de sus grabados y falleció en la casa en 1953. “Desde allí podía visitar a sus amigos de Gipuzkoa y allí recibió las visitas de Ortega y Gasset y Valle-Inclán, entre otros”. Aquel emplazamiento fue, pues, campo base, punto de encuentro familiar y foco de irradiación cultural.

Itzea fue, sin duda, “muy importante para Pío Baroja”, cuenta Insausti, que, paradójicamente, se declara no barojiano. “Curiosamente, soy donostiarra, como él, vivo en Pamplona a escasos 200 metros de la placa que recuerda los años de su infancia que vivió en la ciudad (1881-1886), y también tengo vínculos con el Bidasoa, pero nunca había hecho nada sobre él y cuando me puse a ello me di cuenta de que no solo había tema, sino mucha gente experta que podía realizar buenas aportaciones”, señala el coordinador de Baroja y Navarra.

Pertenencia a la tierra

“Una vez que me metí, vi que estaban los textos que mostraban al Baroja cosmopolita, con sus estancias en Londres, pero sobre todo en París; también el Baroja de Madrid y de muchas otras ciudades y pueblos, porque se pateó muchísimos sitios, y luego estaba el Baroja de Gipuzkoa, Navarra e Iparralde”, abunda Insausti. Estas provincias conformaba “su País Vasco”, compuesto por Gipuzkoa, Lapurdi, Benabarre, Zuberoa y el norte de Navarra, “pero no tanto Álava, Bizkaia o el sur de Navarra”. Como escribe Insausti en la presentación del libro, en el inicio de la novela La familia de Errotacho (1932), Pío cita “una suerte de cartografía personal”. En concreto, el texto dice así: “Su país no era todo el País Vasco (...), sino la franja estrecha comprendida a lo largo de la costa de San Sebastián y Bayona, y a lo ancho, desde el mar hasta Echalar, en España, y hasta Espeleta, en Francia. El centro de su mundo era el monte Larrun”. En ese sentido, indica Insausti, “el territorio barojiano ofrecería unos límites difusos y se extendería siguiendo dos ejes en cruz: el de la costa y el de la frontera, que se unirían a la desembocadura del Bidasoa”.

La vida y las ideas de Baroja se filtraban en sus textos. Así, volviendo a Itzea, esta no solo se convirtió en la casa de la familia, sino que se encuentra en el barrio de Alzate, y según refirió el escritor en varios momentos, la finca había sido propiedad y casa solar de los Alzate, “una de las ramas de su árbol genealógico, como también especificó en Familia, infancia y juventud (1922)”. 

De hecho, continúa el profesor, esta familia es el elemento central de obras como La leyenda de Jaun de Alzate y marginalmente en otros relatos”, como, por ejemplo, El caballero de Erlaiz (1943), donde el personaje Antonio de Alzate era, textualmente, “cura de origen vasco, procedente de Vera de Bidasoa y de una antigua familia del país”. En ese sentido, “establecerse en Itzea significaba, pues, subrayar un sentido de copertenencia entre el hombre y la tierra, relacionado con la memoria familiar, tan importante para un escritor que fabularía la vida de sus antepasados, como el liberal Aviraneta, entre otros, o que utilizaría algunos rasgos de sus parientes más próximos para crear algunos personajes, como sucede con el corresponsal extranjero de Zalacaín el aventurero, trasunto de su padre, Serafín”, incide Insausti.

“Un opinador incontinente”

Precisamente, de Serafín Baroja heredó Pío el liberalismo y desde ese lado, y pese a sus fuertes lazos con el norte de Navarra, “rechazaba profundamente el carlismo”. Francisco Javier Caspistegui lo explica en el texto que el libro dedica a este particular. Y su vasquismo era, del mismo modo, liberal, remarca Insausti. Esto, agrega, podría tener que ver con el hecho de que el inicio de su carrera coincidió con la creación de la primera Euskaltzaindia, por acuerdo de las tres diputaciones vascas, “cuyos primeros miembros eran todos carlistas”. 

También tuvo Pío Baroja sus enfrentamientos con los jeltzales y con cronistas locales como Serapio Múgica y Carmelo de Echegaray. “No era de medias tintas, más bien todo lo contrario, era un opinador incontinente e ingenuo, porque era muy sincero y pecaba de imprudencia”, afirma Insausti, que si bien opina que el autor de Las inquietudes de Shanti Andía, que a la sazón era médico, “metió la pata en el tema racial, diciendo barbaridades”, lo cierto es que, “en la época, otros intelectuales como Ortega y Gasset o Rubén Darío, creían en ese tipo de clasificaciones de los individuos por su biología”.

Con sus luces y sus sombras, Pío Baroja es hoy, a tenor de lo que dicen muchos expertos, el autor más valorado de la Generación del 98. “Se pateaba todas las aldeas porque era muy curioso y le interesaba conocer personas y lugares”, comenta Insausti. De ahí la gran galería de personajes “únicos y pintorescos” que habitan sus obras.

Itzea, casa familiar de los Baroja, se encuentra en el barrio beratarra de Alzate. Iñaki Mendizabal Elordi.

LOS TEXTOS DEL LIBRO

  • ‘El Momento: Historia, autobiografía y leyenda en Baroja’. En este apartado incluye Carlismo y Baroja, ¡imposible!, de Francisco Javier Caspistegui; Pamplona desde el recuerdo: la memoria de Baroja, de María del Mar Larraza Micheltorena, y La Navarra quando sumus: el espíritu goliárdico en la ‘La leyenda de Jaun de Alzate’, de Antonio Castellote. 
  • ‘El lugar: Baroja y la geografía (Navarra)’. En este epígrafe se puede leer Una visión del Bidasoa: paisaje y paisanaje en los hermanos Baroja, de Ignacio Urricelqui Pacho, y Pío Baroja y la muga, de Gabriel Insausti.
  • ‘Los personajes: carácter y fisonomía en Baroja’. Con De caracterología barojiana: tipos y relatos (los navarros), opina don Pío, de Juan Carlos Ara Torralba, y Desmontando mitos: la imagen de la mujer en Pío Baroja, de Ascensión Rivas.
  • ‘Las ideas y las cosas: temas barojianos’. Las cosas en la serie Aviranetiana: del coleccionismo a la literatura, de Celia Fernández Prieto, y ‘Corazones poderosos’: las ideas filosóficas en Baroja, de Eduardo Michelena.
  • ‘Evocaciones literarias’. Baroja y el País del Bidasoa, de Felipe Juaristi; Baroja en busca del barrio maldito: viaje al gueto de los agotes, de Daniel Ramírez, y La verdad barojiana: saber es sufrir, de Toni Montesinos. 

NAVARRA A BAROJA

  • Expertos. Como señala Gabriel Insausti, en Navarra se ha prestado atención a Baroja. Y pone el ejemplo de los libros publicados por Miguel Sánchez-Ostiz y Eduardo Gil Bera. 
  • Editorial. Insausti cita también Ipso Ediciones, de Joaquín Ciáurriz, que publicó la colección Baroja & Yo, con volúmenes firmados por destacadas/os escritoras/es.

EN BERA

  • Casa Portu. Al tratarse de una propiedad privada, Itzea no está abierta al público. Sin embargo, el ayuntamiento de Bera trabaja desde hace unos años en un proyecto para acondicionar Casa Portu, situada frente al caserón, donde se ubicaría un centro de recursos patrimoniales que incluiría material sobre los Baroja.