El pianista Alberto Urroz, director del Festival de Música de Mendigorría, espera con emoción la llegada de su 20 edición

Después de 20 ediciones, ¿qué diferencia al festival en 2023?

–En esta ocasión he apostado por una programación que para mí es especial, ya sea porque algunos de los artistas participantes me han acompañado otros años en el festival, porque algunos descienden de Mendigorría o por la selección de las obras, a las que quiero porque implican una significación personal.

En esta nueva propuesta se podrá disfrutar de una fusión entre artistas veteranos y jóvenes talentos, como Beñat Erro. 

–Una vez más incorporamos a músicos jóvenes y navarros, y en este caso se dan las dos condiciones en Beñat. En el concierto que ofreceremos junto a Karmele Muro, los tres compartimos nuestros orígenes, algo emotivo tanto para los familiares como para los vecinos.

La programación de este año se muestra pegada a la actualidad con el gesto de interpretar canciones de un compositor ucraniano y uno ruso de la mano. 

–Alberto Nones es una persona muy comprometida con la paz y con iniciativas de los refugiados y consideramos que la música también es un espacio de reflexión. A través de ella pretendemos evocar un mundo mejor, armónico y más habitable. De ahí viene la idea de ofrecer un concierto por la paz.

Desde 2004 Mendigorría ha acogido la música clásica en este festival, ¿qué ha supuesto este reconocimiento para el pueblo?

–En el circuito musical la gente ya identifica a Mendigorría en el mapa. Es un orgullo para el pueblo contar con lugares tan bellos y emblemáticos como la iglesia de San Pedro y el auditorio, que se convierten en escaparates de música clásica de máxima calidad. 

“Es muy interesante el diálogo que se establece entre el entorno, los músicos y el público, uno de los grandes valores del festival”

La acogida de los vecinos será también especial.

–En efecto. Es muy interesante el diálogo que se establece entre el entorno, los músicos y el público.

 ¿Se podría decir que el público es mayormente local? 

 –Es una mezcla. Hay gente que se acerca al festival desde puntos muy diversos, tanto de España como del resto del mundo. Hemos contado con asistentes que provenían de países europeos, como Francia, pero también de ciudades como Miami. Las diferentes procedencias de quienes se acercan a escucharnos supone un punto de encuentro que da valor al pueblo. Nuestro público es uno de los grandes valores del festival.

A título personal, ¿qué supone para usted poder celebrar un festival en Mendigorría?

-Es un sueño hecho realidad. Lo habitual es que yo me desplace para dar conciertos, pero aquí el público se acerca a mi pueblo para escucharme en la iglesia que está en frente de mi casa. Es un gusto.