El flamenco llegó a su vida desde niña, toda su familia estaba vinculada con el arte.

–Sí, el flamenco llega a mi vida prácticamente en el vientre de mi madre. El barrio en el que nací es un barrio de flamencos y en mi casa siempre han sido todos muy aficionados a la música y al arte.

Imagino que, además de flamenco puro, también escucharía otros estilos, porque en su música se dan cabida distintos géneros.

–Yo nací en una casa muy flamenca, pero era también una casa de muchísima libertad. En mi casa se escuchaba flamenco de raíz tradicional, pero también mi abuela es pintora y fotógrafa, mi padre me ponía a Patti Smith de pronto, también sonaba la música de los noventa, Pata Negra, Parrita… Era una casa donde el arte generaba muchísima inquietud, a mí me lo transmitieron así.

¿En qué momento sintió que el flamenco no era una simple afición y quiso dedicarse a ello?

–Fue desde muy pequeñita. Con cinco años ya estaba en un escenario, hay vídeos en los que salgo cantando ya con esa edad. Recuerdo que desde que tengo uso de razón he tenido siempre esa responsabilidad en el cuerpo, en casa me inculcaban que si me gustaba el cante, si quería dedicarme a ello, tenía que profundizar y tomármelo muy en serio.

Los inicios de su carrera fueron muy tradicionales.

–Sí, yo vengo de la tradición del flamenco. Como siempre digo, mi familia me hizo pasar todas las asignaturas de la universidad del flamenco: hice las peñas, los festivales, los concursos, me pegué más de una década cantando al baile… Fui paso a paso y con muchísima formación, hice piano en el conservatorio, en casa tenía siempre la guitarra y la percusión en las manos… Me dedicaba totalmente a la música.

¿Y cómo empezó a mezclar ese flamenco puro con otros estilos?

–Al venir de una familia de flamenco tradicional, y siendo el flamenco como es, que tiene muchas reglas y está todo muy marcado, llegó un momento en mi vida en que necesité salir de todas esas reglas y encontrar mi propia voz, contar desde lo que yo quería contar. Me generaba muchísima curiosidad estar con otros artistas, la danza, el baile… Siempre digo que salí de la silla y entré en escena, y la escena me ofrecía un mundo muy creativo. Me di cuenta de que, a mí, la música y el arte me interesaban desde la creatividad, desde la creación. Ya no me valía repetir como un loro los cantes que habían hecho los maestros de otras épocas, necesitaba crear, jugar, ilusionarme, investigar, equivocarme… Probar nuevas direcciones.

Tener una propuesta tan única puede ser un arma doble filo: por un lado le distingue, pero por otro le pone en la diana.

–Sí, pero eso ya forma parte de la barrera que está fuera de mí. Mi misión al levantarme por las mañanas es tener algo que contar, ilusionarme y poder desarrollar la música que realmente quiero desarrollar. Para gustos, colores. El artista tiene que guiarse por su intuición, así no te equivocas, aunque a veces esto sea ensayo y error, pero a la larga, tienes que seguir tu intuición.

Tomasito, que también es otro renovador que mezcla flamenco con otros estilos, me dijo que él nunca ha tenido problemas con los puristas porque saben que viene de la tradición. ¿Es su caso?

–Sí. El flamenco no es tan grande, al final nos conocemos todos y a mí me han visto crecer en las peñas, en los concursos… Unos están más cerca de lo que hago y otros menos, pero nunca he tenido problemas, me llevo bien con todo el mundo y siento que me respetan porque, como dice Tomasito, saben que vengo de la tradición y que llevo toda la vida enamoradísima del flamenco.

¿Cree que los artistas como usted, que mezclan flamenco con otros estilos, pueden servir de vía de entrada al flamenco para gente que no se había interesado por el género?

–Sí, supongo que al final atraes a diferentes tipos de público. A mí me interesa todo el público. Yo no necesito tener un público que sea entendido de nada, porque para eso ya estoy yo. Lo único que quiero es generar emociones, comunicarme de manera honesta. Y si consigo atraer a cierto público hacia el flamenco, que al final es mi lenguaje, pues bendiciones.

¿Cómo va a ser su actuación en esta edición del Flamenco on Fire?

–Voy a hacer una intervención en Baluarte junto a Vicente Soto “Sordera” y Antonio Reyes y la Orquesta Sinfónica de Navarra en homenaje a Manolo Caracol. Lo hacemos en exclusiva para el Flamenco on Fire. En la primera parte, recordamos cantes de Manolo Caracol junto a la Orquesta Sinfónica de Navarra. En la segunda parte, cada uno de los tres haremos el repertorio de Manolo Caracol a nuestra manera; Vicente hará la visión jerezana, más tradicional; Antonio lo hará a su estilo, más gaditano; yo lo haré a mi forma, más sevillana y contemporánea. Mi parte la hago con batería, bajo eléctrico… Manolo Caracol era un cantaor bastante anárquico y creativo, así que yo le aportaré mi creatividad.

Precisamente esta edición está dedicada a la guitarra (Alzapúa). Usted siempre dice que lo que más le gusta del flamenco es la guitarra.

–Sí, la guitarra es lo que más me gusta, desde pequeña. Mi cante no existiría si no existiese la guitarra. Cuando yo creo con la voz, siempre lo hago pensando en armonías, en guitarras y en la forma de acompañamiento. Canto pensando en los arreglos que voy a tener de guitarra.

Ya estuvo hace unos años en el Flamenco on Fire y su concierto fue impactante.

–La experiencia fue increíble. Me encanta el festival, la propuesta que hacen, el compromiso que tienen con el flamenco, cómo muestran todas las caras del flamenco, que tiene muchas. Me encanta ir. Además, me encanta ir a Pamplona porque me encanta comer y allí se come muy bien (risas). Tengo muchos amigos allí.