The Guilty Brigade siempre ha tenido una actitud muy kamikaze. ¿Esperaban cuando empezaron, hace más de diez años, todo lo que ha venido después? ¿Qué planes tenían?
– Cuando empezamos teníamos los mismos planes que ahora: ninguno. Nunca hemos sido una banda que piense mucho a lejano ni que se marque objetivo alguno. Sí que hemos tenido claro que queríamos trabajar, componer y tocar a saco, que es lo que nos mola, pero sin ponernos metas. Ha salido lo que ha salido, y fuera. Visto en perspectiva, mola muchísimo mirar atrás y ver el camino recorrido y todo lo que hemos conseguido en estos once años.
El punk rock es un estilo que tiene mucha tradición en Navarra. ¿Por qué cree que el público se ha fijado en The Guilty Brigade?
– No lo sé. Creo que, cuando empezamos, quizás sí que metimos algo de frescura en el panorama que había aquí, en Nafarroa. A nivel estatal, igual no solía verse mucho este nivel de trabajo que hemos tenido, salvo excepciones. Con trabajo me refiero a tocar y grabar tanto. Creo que lo hemos hecho todo desde el corazón, y eso a la larga se nota. Se distingue lo que es de verdad, cuando disparas desde el pecho.
Han llegado a un público joven, y eso que dicen que las nuevas generaciones solo escuchan música urbana y que el rock ha muerto.
– Yo no creo en ese misticismo que dice que el rock’n’roll ha muerto. Hace poco, el propio Kutxi lo dijo en una entrevista, pero yo no creo en eso, ni mucho menos. Creo que esto es algo cíclico y sí que son momentos difíciles para el rock’n’roll en general, pero esto siempre ha tenido su punto de resistencia. Yo lo conocí así, como algo minoritario. Es lo que hay, lo que nos ha tocado y no le damos más vueltas. Estamos muy contentos con lo que hemos hecho y seguiremos peleando, allá donde estemos, que es de lo que se trata.
The Guilty Brigade ha tenido siempre una personalidad musical muy marcada, pero también ha tenido su evolución, desde el punk más americano de los inicios, hacia algo más rockandrollero en los últimos tiempos.
– Sí. Lo último que hemos hecho tiene un punto muy nórdico, bajo mi punto de vista. Ha sido un proceso totalmente natural. Aunque no hacemos planes, como te decía, sí que tenemos esa conciencia del trabajo como banda. Es una evolución natural, pero buscada. Si trabajas, evolucionas. Creemos en eso. Hay otras bandas que se estancan en un estilo. Nosotros hemos buscado evolucionar, crecer, escuchar música nueva… El crecimiento es natural en el ser humano, y creemos que en la música debe ser igual. Si no, te aburres, y el aburrimiento y el rock’n’roll no pueden ir de la mano jamás.
En estos once años habrá habido rosas y espinas. ¿Qué diría que ha sido lo mejor en la carrera del grupo? ¿Y lo más duro?
– Lo más duro, nada. Todo forma parte de lo mismo, de la carrera del grupo. Los momentos duros te hacen crecer más. Cada historia te llega en un momento determinado; lo que era bueno hace siete años igual no sería tan bueno ahora, depende del momento en el que estés. Lo hemos vivido todo de manera natural, no hemos buscado nada. Los peores momentos creo que se han producido cuando hemos perdido a los guitarristas, que se crea una tensión de que ves la mesa coja, pero poco más. Y los momentos buenos creo que han sido todos. Ahora hacemos este parón en el momento más dulce de la banda, tanto a nivel personal como a nivel de conciertos. Estamos haciendo bolos por el Estado y la gente responde, viene a vernos. Es una contradicción parar ahora, pero lo hemos sentido así.
En los últimos discos han optado por la autoedición, una postura acorde con el espíritu del grupo.
– Sí. El do it yourself, que me enteré hace relativamente poco tiempo de lo que significaba, pero es algo que llevamos haciendo toda nuestra vida. Nunca nos ha gustado dejar algo nuestro en manos externas al grupo. Son nuestras canciones, sería un error cederlas. Creemos mucho en nosotros mismos, así que no hemos querido dejarlo en manos de nadie. Ha habido momentos de más agotamiento. Es una carga de trabajo que no está muy ligada a la labor de la banda, pero lo hemos tomado como un aprendizaje más. Ahora hay muchas bandas de amigos que nos preguntan cómo se hacen estas cosas, y yo les echo una mano encantado.
Decía antes que el grupo está en su mejor momento. ¿Por qué deciden parar precisamente ahora?
– Porque así lo hemos sentido. No ha pasado nada entre nosotros, nos llevamos muy bien, como banda estamos en nuestro mejor momento, pero el tiempo va pesando. Han sido once años que hemos vivido de una forma tan intensa… El cuerpo se recupera enseguida, pero a la cabeza le cuesta más. Ese peso mental ha ido haciendo mella, paramos por eso. Necesitamos un descanso de cabeza.
¿Cómo están siendo estos últimos conciertos?
– Están siendo unos conciertos muy emocionantes, sobre todo los últimos. Se nota que la gente nos va a ver por última vez y se crea una atmósfera invisible, pero muy potente. No sabría describirlo, pero está siendo increíble. Siempre ha habido intensidad, pero no de esta manera. La respuesta del público está siendo brutal. Estamos haciendo salas por aquí y por allí y estamos metiendo bastante gente en todos lados. Aunque los números siempre nos han dado igual, lo que nos llena es ese aura invisible de la que te hablo.
En el concierto de la Tótem, que será el último, contarán con invitados de postín.
– Sí. En Bilbao tenemos a nuestra segunda familia, y de ahí traemos a Luisillo y a Txarly, de Radiocrimen, que es una banda con la que hemos girado mucho, lo mismo que con Rat–zinger, de los que viene Podri. Son dos bandas algo mayores que nosotros, digamos que nos han apadrinado y las sentimos muy cercanas, son como bandas hermanas. Y de aquí, de Pamplona… De Iruña tenemos a Kutxi, a Jerry de Cuatro Madres, a Jon de Bourbon Kings, y al Flako, de El Drogas.
Van a grabar el concierto. ¿Será un epílogo o el final de la primera parte?
– Pues veremos. Nunca se sabe. Lo sacaremos en febrero o en marzo, y el futuro dirá qué pasará. Seguiremos oteando el horizonte (risas).
Imagino que habrán preparado un repertorio especial.
– Eso es. De normal tocamos una hora, porque son conciertos muy intensos, pero para esta ocasión sí que vamos a alargarlo un poco y hemos preparado algo especial; hemos recuperado canciones de todos los discos, algunas que no tocábamos hace mucho… Sorpresillas para el personal.
¿Y después?
– Soy muy inquieto y siempre necesito enredar. Ahora me centraré en Loco Pirata, que es un proyecto muy liviano, muy fácil de componer, de trabajar y de tocar, sin tanta carga mental como tiene Guilty. Iñaki, el guitarrista, seguirá con su banda, Deserrite. Y Xabi y Nestor pararán, que también les vendrá bien. Veremos si nos acomodamos o si volvemos a sentir la necesidad de juntarnos otra vez.
O sea, que la puerta está abierta.
– Sí, esta abierta. El tiempo dirá.